Capítulo 008

2095 Words
El camino al pueblo fue liderado por la Reina, a su lado Derecho se encontraba el mejor caballero del Reino, del lado izquierdo se encontraba el futuro Conde del territorio que tenía un futuro extremadamente prometedor. El silencio estaba sobre las tropas del Imperio de Impure mientras en su campo de visión eran capaces de ver las sombras de los hogares que componían la estructura del pueblo minero. Los dedos largos de Adonis apretaron con más firmeza las cuerdas de su caballo, aunque no tuviera la capacidad de la magia en su sangre aun era un soldado perfectamente entrenado e incluso era capaz de darse cuenta que percatarse de cosas que sus compañeros no podía, por alguna razón en particular el joven de ojos grises sintió que algo estaba mal. - Amor... - Llamo a la mujer de ojos negros que tenía la vista fija en aquel pueblo. Sin embargo, Paolo era capaz de escuchar una cantidad diversas de pensamientos sin detenerse pero lo extraño con esta ocasión era que estaban en un idioma que no conocía, el joven de cabello castaño estaba seguro que debía de tratarse de una lengua muerta. - Algo es extraño, su Alteza. - Cavendish se apresuro a notificar. Era mejor notificarle a la mujer a cargo, aunque tuviera que delatarse, no permitiría que murieran personas inocentes por omitir detalles. La joven era capaz de sentir las dos miradas urgentes de ambos hombres sobre sus delgados hombros, una sonrisa lobuna apareció sobre sus labios antes de volver a ver fijamente al pueblo desde la distancia. - Al parecer, mis joyas saben identificar los riegos pero... son demasiado lentos aun. - Ese pensamiento golpeo su mente, mientras cubría su sonrisa con el dorso de la mano intentando parecer pensativa. - Necesitan más tiempo para desarrollarlos, porque nos están siguiendo con una habilidad antigua desde hace una hora. En el fondo la mujer de bucles rubios quería regañarlos por tardarse, pero debido a la situación tuvo que ignorar ese pensamiento. Existían cosas más importantes. - Ah... - La voz suave de Olivia causo escalofríos a sus soldados, cuando quito la mano de sus labios una suave sonrisa fue evidente sobre sus labios rosados. - La presencia de esos Vampiros es lo suficiente para causar un cambio en la atmosfera de este lugar. - Es increíble... Únicamente mirando atentamente el ambiente se dio cuenta de algo inusual. - Uno de los solados, recientemente agregado del ejercito, no pudo evitar comentar su opinión sobre la mujer de ojos de color oscuros. - ¿Cúal es...? - Las palabras de Paolo quedaron a medio camino. La mujer de largos cabellos curly sujeto con fuerza las rindas de su corcel antes de empezar a cabalgar con fuerza para llegar con rapidez al centro del pueblo, Paolo no pudo evitar chasquear la lengua debido a esa parte del plan que desconocía. En el fondo de su corazón sintió un pequeño dolor, pero prefirió ignorarlo, giro un poco su rostro encontrándose con un par de ojos grises opacos por una neblina de emociones oscuras que eran extremadamente complejas de descifrar. La mirada proveniente de Adonis era aguda, atenta, severa, penétrate e incluso calculadora pero sus emociones eran un completo desastre que el joven heredero del territorio de Newcastle decidió ignorar por su sanidad mental.... No obstante, ese intento fallo estrepitosamente. Las emociones de Adonis estaban empezando a atosigarlo que no pudo evitar suspirar con fuerza para no dejarse abrumar, las cejas castañas del jefe de la Guardia Imperial se juntaron en una ligera mueca de desaprobación, debido a la naturaleza del joven Cavendenshi era capaz de darse cuenta que estaba en contra del plan de Olivia debido a ponerse a si misma como sebo. - Si te hace sentir mejor... - La voz tranquila de Adonis causo que finalmente Paolo lo observara en su totalidad, aunque en realidad esas palabras eran un intento del joven de consolarse a si mismo. - El plan de ponerse ella misma como sebo tampoco me agrada, pero aun así... Prefiere girar a sus hombres de esta manera. Ella prefiere ponerse en peligro a sí misma antes que nosotros. - No tiene necesidad de eso. - Comentó uno de los soldados, antes de suspirar. Sus ojos estaban fijos en el pueblo mientras miraba como el caballo se alejaba a la distancia con una gran velocidad. - Aunque sea nuestra líder, es una mujer que no tiene porque arriesgarse de esa manera cuando es tan frágil. Es nuestro trabajo traer las victorias a casa, su trabajo es administrar el país. El silencio se instalo entre los soldados que estaban perflejos debido a esa manera de pensar. Era cierto que las mujeres eran físicamente más débiles que los hombres, pero eso no significaba que debían quedar excluidas o acaso ¿Este soldado, que aun era joven, desconocía la historia de la mujer que libero a su pais cuando se enlisto en el ejercito?* ¿Era posible que este solado ignorara por completo los logros militares de la Emperatriz? ¿Este joven soldado deseaba morir bajo la espada de verdugo? Los ojos avellana de Paolo estaban abiertos de par en par, se preguntaba como era capaz ese soldado de decir semejantes palabras cuando estaba rodeado de sus compañeros perfectamente entrenados que confiaban ciegamente en la mujer de cabello rubio. Ese ejercito era capaz de dejar sus vidas por ella e incluso estaban esperando pacientemente la señal para intervenir en el pueblo. Esos ojos grises repletos de frialdad ante semejante estupidez mencionada, observaron al joven de pies a cabeza antes que una sonrisa maligna apareciera sobre sus labios finos causando escalofríos en esa pobre alma en desgracia. - Necesitas volver a ser educado. - Las palabras causaron que el joven palideciera, sus piernas se sentían como gelatina en menos de un minuto. - Arresten a este idiota. - ¿Qué te pasa? - En cuestión de segundos, Paolo se coloco delante de Adonis intentando que dejara al soldado de cabello oscuro. Cuando sus ojos se encontraron el Vizconde fue capaz de sentir las emociones del contrario. El dolor por escuchar una difamación de la persona que amaba, así como el odio que acaba de experimentar por el comentario lograron provocar una llama extremadamente violenta en su interior, el joven de ojos avellana abrió sus labios dispuesto a intentar apaciguar su ira pero el más alto lo aparto con una de sus manos rápidamente. Se acerco hasta su oreja izquierda para hablar únicamente entre ellos dos. - ¿Cómo podría dejar pasar que un soldado recién llevado a mi unidad, este hablando mal de mi Reina? Como principal concubino y encargado de la Guardia Imperial es mi trabajo defender la vida y honor de quienes llevan el peso de la corona sobre sus cabezas. - La pregunta venia acompañada con una voz fría, grave e incluso hostil. - Olivia esta arriesgando su vida en este momento, y este hombre la esta menos preciando por ser una mujer. Por su falta de respeto... Debo castigarlo. Cavendeshi se limito a apretar sus puños, no estaba de acuerdo con el soldado pero tampoco con el destino que lo esperaba. Adonis camino un par de pasos alejándose del noble cuando volvió a escuchar la voz arisca detrás de su espalda. - No puedes arrestarlo, eso es... - Adonis lo interrumpió e incluso giro su cuerpo para intentar detenerlo pero fue rápidamente ignorado por el joven de cabello ondulado. - Estarás amarrado bajo el cargo de difamación de la monarca, si sabes lo que te conviene vas a cerrar tu maldita boca a partir de ahora. - Su caminar era lento, su mirada dura causaba escalofríos. Los soldados que estaban cercanos al joven de ojos caídos se acercaron de manera apresurada para sujetar los brazos corpulentos de quien fue su colega hasta unos momentos, el joven de ojos marrones intento resistirse, intento dar un gancho al rostro de una de las personas que lo retenían pero no contaba que Adonis sujetara su muñeca con fuerza en el aire. El dueño de esos grises tan fríos como el hielo, dio un puñetazo con fuerza al estomago de aquel recién llegado que se arrepentía de dar su opinión abiertamente, el joven de ojos verdes se arrodillo por inercia e intento recuperar el aire perdido. El joven de cabello atado en un peinado de Man bud, no pudo evitar observar de manera compasiva, detrás de Adonis, al joven que hablo de más. - Odio, a los animales de tu clase. - Esas palabras causaron eco en todos los presentes mientras observaban como ataban las manos del soldado recién ingresado. - ¿Alguien más tiene unas palabras que compartir con nosotros? - La voz de Adonis se volvió tierna, una suave sonrisa apareció sobre sus labios lustrosos e incluso su aura volvió a ser inocente. Ninguno de los solados se atrevió a decir nada, sabían el comportamiento de su jefe. Una sensación de incomodidad se instalo en el corazón del Vizconde, el miedo que sentían las personas que lo rodeaban estaba empezando a agobiarlo nuevamente, Paolo no pudo evitar desarrollar el sentimiento de la compasión con todos los presentes pero en particular por el chico, deseaba ayudarlo así que se acerco hasta quedar frente a frente. - Es de mi territorito. - Dijo sin saber que sus palabras eran para el desconocido un pequeño brillo de esperanza en sus ojos, el castigo de la familia del conde debía ser mejor que el mismo castigo de la familia real. - Me encargare de castigarlo. - Su voz ligeramente ronca, fue acompañada de autoridad causando que una risa infantil saliera de los labios de Adonis mientras levantaba una de sus cejas. - No lo tomes a mal, pero inclusive querías detenerme cuando lo estaba por arrestar. - Cuando el joven de cabello castaño con toques rubio quiso levantar la cabeza, la mano fuerte del primer concubino lo obligo a volver a bajar su cabeza hasta el suelo. - No te muevas a menos que quieras morir, no quiero seguir escuchando tus palabras. - ¿Estas insinuado que no puedo castigar a los soldados porque sentí piedad? - Paolo levanto una ceja mientras su dedo índice señalo al joven atado. - Miralo bien, es apenas un niño que acaba de cumplir la mayoría de edad. - A estas alturas debería de ser consiente de sus propias acciones. Entre ambos empezó una discusión alrededor del joven arrestado aunque parecía que dicha disputa se estaba tornando personal, además, ambos parecían desear acabar con la vida del otro con una sola mirada. - ¡Soy un soldado de su padre! - El joven que permaneció en silencio durante largo grato, grito desesperado causando que se generara un silencio entre las tropas. Los soldados de la familia Cavendeshi sabían las capacidades mágicas del joven heredero, por esa razón, en caso de afirmarlo el joven de cabello castaño debía de comunicarse con ellos mediante sus pensamientos. - ¿De verdad, eres uno de los soldados de mi padre? - La voz de Paolo resonó en la mente del joven, sus ojos se encontraron dejando que el vizconde descubriera el arrepentimiento. - Demuéstralo. - Su padre en la noche me ordeno que cuidara de usted y evitará que la Emperatriz supiera de su capacidad. - Le contestó en su mente, mientras sus ojos gatunos color verde jade lo miraban desesperado. - Todos temen que la Reina lo use, como Adonis.... Me equivoque, pero le ruego por favor que interceda por mí. Adonis sintió una rara sensación. Sentía escalofríos en su espalda, por unos minutos giro su rostro en dirección al pueblo donde observó a la mujer adentrarse sobre su caballo. Un suspiro un poco grave causó que volviera su vista a la situación actual. El joven de cabello castaño claro chasqueo la lengua antes de ver los ojos grises del segundo al mando de este ejército. - Es un soldado de mi padre, empezó dos semanas antes. - Dijo el joven, causando que una mueca de disgusto apareciera en los labios finos contrarios. - Mi padre lo entrena, debido a que no se encuentra presente es mi trabajo encargarme de el y castigarlo. Adonis era muy estricto con cualquiera que difamara a la familia real, estaba seguro que el mayor de los Cavendenshi seria extremadamente blando con él, por esa razón prefirió nombrar la clave para solventar esta disputa. - La Emperatriz va a decidir que hacer con él. - El mayor realizo una seña dando una orden ambigua para que se llevaran al infractor.
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