Felix me agarró antes de que Alex pudiera detenerlo. Me empujó contra la pared, ¡iba a marcarme!
—¡Detente! —chillé, pero los ojos de Felix estaban negros. Su lobo estaba en control. No estaba preparada para esto en absoluto. Ni siquiera estaba segura de si quería estar con ellos.
En un instante, sus hermanos lo apartaron de mí. Lo sujetaron contra la otra pared.
—¡Cálmate! —rugió Alex con su voz de Alfa, haciendo temblar toda la habitación.
Felix respiró profundamente varias veces. Sus ojos se volvieron lentamente azules. Sus hermanos lo llevaron de vuelta a la cama y todos volvieron a sentarse.
—Oh Dios mío —dijo, jadeando—. Chasity —¡Dijo mi nombre!— Lo siento mucho, cariño. —Volvíamos a ser “cariño”.
—Está... bien —dije despacio, pero reí medio en serio—. En realidad, eso no es lo peor que me has hecho, ni de lejos. Ni siquiera entraría en el top diez.
Me reí de mi propio chiste débil. Los Trillizos parecían horrorizados y culpables.
—Así que después de que Felix haya arruinado la mínima oportunidad que nos quedaba... ¿qué dices? —dijo Calix.
Eso realmente me hizo reír, y los hermanos sonrieron. Me quedaban siete meses para terminar la secundaria y, aunque seguía enfadada con ellos, no era tonta. Rechazarlos significaría tener que dejar la casa; y no tenía ni idea de qué quería hacer. Mi loba los anhelaba, y no paraba de llenarme la cabeza con ideas –posiciones– que ni siquiera sabía que eran posibles. Nunca me habían besado, y si decidía estar con ellos, solo uno de ellos podría ser mi primer beso.
Mis ojos se desviaron instintivamente hacia Calix. Él sonrió. Los otros dos parecían un poco celosos, como si se preguntaran por qué, de repente, solo lo miraba a él.
—No sé lo que quiero —les fui honesta.
—¡Y eso está bien! —Calix intentó tranquilizarme.
—Tómate tu tiempo —agregó Alex.
—Todo el tiempo que necesites —lo secundó Felix, quien hace unos momentos me había empujado contra una pared para intentar marcarme como su pareja. Sí, claro.
—De acuerdo, eso nos lleva a la segunda parte de esta discusión —dijo Alex.
¿Eh?
—¡Feliz cumpleaños, Chasity! —dijeron los trillizos al mismo tiempo.
Sonreí. Sacaron muchos regalos de debajo de la cama de Calix. Chillé, pero luego me sentí culpable.
—¿Qué pasa, cariño? —preguntó Felix, al ver que me mordía el labio, pensativa.
—Había querido comprarles algo, pero no pude. Literalmente, no tenía dinero —argumenté, sintiéndome avergonzada.
Felix se rio.
—Cariño, sabemos que no tienes dinero. Está bien.
—Nunca me dejas olvidarlo —murmuré.
Felix frunció el ceño. Los tres empezaron a instarme para que abriera mis obsequios. Había tantos que me resultó muy incómodo. No había recibido nada en nueve años… hasta hoy. Mina y Nina me habían dado regalos, y ahora los Trillizos parecían haber comprado todo el centro comercial. Quería abrirlos todos más tarde, en privado, en mi habitación. Ya había dejado las bolsas de Mina y Nina ahí.
—Alex, Felix, Calix —los llamé. Todos reaccionaron a sus nombres, se veían tan alegres—. Quiero abrir estos después, ¿está bien? Cuando esté pensando las cosas.
—Queríamos ver tu cara...—suplicó Calix.
—No se trata de lo que queremos nosotros —interrumpió Alex, y le sonreí.
—Solo voy a poner los regalos en mi habitación. ¡Muchas gracias!
Me acerqué con timidez. Nunca nos habíamos abrazado antes. Felix fue el primero en levantarme, tal como esperaba. Me apretó con fuerza, levantándome del suelo. Reí, y él me bajó con cuidado. Calix se inclinó para darme un abrazo suave. Alex me levantó por la cintura y me giró en el aire como si fuera una pequeña princesa. Cuando me dejó de nuevo en el suelo, empecé a llevar los regalos a mi habitación.
—¡Espera! —se apresuraron todos.
—No puedes quedarte en esa habitación. Es demasiado pequeña. Organizaremos la mejor habitación de invitados y la convertiremos en tu habitación —dijo Alex.
Esto debería haberme alegrado, pero solo me hizo enojar.
—Así que esta habitación no es lo suficientemente buena para mí ahora, ¡pero sí lo era cuando te importaba un carajo! —exclamé.
Inmediatamente me arrepentí de haber dicho eso. Esperé a que comenzara una gran discusión, pero se quedaron en silencio.
—Si aún no estás lista para tu nueva habitación, está bien, pero me siento muy incómodo con que te quedes allí. Ni siquiera es un dormitorio y es una completa vergüenza que mis padres te hayan obligado a quedarte ahí —dijo Alex.
Ya no dijimos nada mientras dejábamos los regalos a mi habitación y bajábamos las escaleras, donde todos seguían esperando con impaciencia a los cumpleañeros.
—¡Chicos! —dijo Luna Ronnie, entrecerrando los ojos— ¿Dónde han estado? —Parecía sorprendida al verme bajar las escaleras con ellos—. Haz otra vuelta para ver si alguien necesita más champán —me ordenó. Ronda me entregó una bandeja fresca llena de copas. La organizadora de la fiesta tenía una expresión de autosuficiencia en su rostro.
Alex volvió a tomar la bandeja de mis manos y esta vez la puso en el suelo.
—¡Alex! —dijo Ronnie a su hijo mayor.
—¡Comencemos el brindis! —dijo el Alfa Romeo.
Los miembros de la manada vitorearon mientras todos se reunieron alrededor de la gran escalera. El Alfa Romeo subió unos escalones para poder ser visto por todos. Los trillizos me arrastraron hasta su mismo nivel. La Luna, parada junto a su esposo, me lanzó una mirada llena de sospecha. Estaba casi segura de que ya había sumado dos y dos… o en este caso, uno y tres.
El Alfa Romeo comenzó su discurso. Fue largo. Habló de cómo conoció a su pareja, de su historia de amor, su boda, la luna de miel, los años sin hijos, el nacimiento de los trillizos, sus infancias, sus adolescencias, y ahora, el gran paso a la adultez como nuevos Alfas. No mencionó ni una sola palabra sobre mí, aunque llevaba nueve años viviendo con ellos, desde que los trillizos tenían doce. Pero no me sorprendió. El alfa y la Luna siempre me habían visto como una sirvienta, así que sabía que no debía esperar ser mencionada.
Noté muchas miradas de reojo, gente preguntándose qué hacía yo allí, en pleno centro de atención. Intenté bajar las escaleras varias veces, pero Alex me sujetaba de la muñeca cada vez que lo intentaba. Felix apoyó su mano en mi trasero con total naturalidad, y tuve que contener un gemido cuando lo apretó comenzó a acariciarlo suavemente; y en respuesta, empecé a sentirme excitada. Lo miré, y él me devolvió la mirada con una sonrisa traviesa antes de lanzarme un beso al aire. Algo que varias personas notaron.
—Les presento a Alfa Alex, Alfa Felix y Alfa Calix Thorn, los Trillizos Alfas —resonó el mandato en la voz del anterior alfa, Romeo.
Los miembros de la manada estallaron en vítores. Los gritos eran ensordecedores. Muchas chicas chillaban emocionadas por los Trillizos Alfa. Ellos recorrieron el salón saludando y recibiendo felicitaciones de los miembros más importantes. Me arrastraron con ellos. Nadie me preguntó nada, pero todas las miradas se posaron en mí.
Finalmente, la Luna no pudo soportarlo más. Nos llevó a sus hijos, al Alfa y a mí directo a la cocina. La organizadora de la fiesta nos siguió, haciendo sonar sus tacones a cada paso.
—¿Desde cuándo ustedes tres son tan cercanos a Charity? —preguntó la Luna.
—Es Chasity, mamá —dijo Felix.
—Lo siento —dijo la Luna. La gente realmente pensaba que mi nombre era Charity, así que nunca les guardé rencor.
—Ella es nuestra compañera —soltó Alex, yendo directo al grano. Hubo un silencio total.
—¿Y la han aceptado como tal? —inquirió Romeo.
Me sentí un poco ofendida.
—Por supuesto —dijo Calix—. La queremos más que nada.
Mis mejillas ardían.
—¿Y ella ha aceptado? —preguntó su madre.
Hubo más silencio.
—Quiero terminar la escuela secundaria mientras lo pienso —respondí.
La Luna rio.
—Quiere vivir aquí el mayor tiempo posible antes de rechazarlos el día después de graduarse de la escuela secundaria y luego irse a buscar a sus padres.
—¡Mamá! —reprochó Calix, el favorito de la Luna.
Ella lo miró.
—¡Cariño! Yo...
—A Chasity no se le ha tratado bien aquí y tú lo sabes —dijo Calix.
La Luna suspiró.
—Ella es nuestra compañera y las cosas aquí reflejarán eso —dijo Alex firmemente.
La organizadora de la fiesta que escuchaba a escondidas me miraba con tanta envidia que realmente temía por mi vida un poco.
—Ella los odia a los tres, ¿sabes? —dijo Ronda, la organizadora de la fiesta— Ella piensa que son unos engreídos y presumidos sobrevalorados.
Me puse pálida. Miré a los trillizos, medio esperando que se pusieran en mi contra. Pero Calix ni siquiera la escuchaba; seguía rogándole con la mirada a su madre. Alex estaba concentrado en la gran torta de cumpleaños, y Felix seguía observándome con una sonrisa. Estaba clarísimo que él iba a intentar colarse en mi habitación esta noche… y de solo pensarlo, sentí un calor particular recorrerme.
—Ya son lo suficientemente mayores para decidir —dijo Romeo.
—Cortemos la tarta con Chasity —dijo Alex.
Ronda llevó la enorme torta hacia los invitados. Todos comenzaron a cantar el cumpleaños feliz y a tomar fotos. Sabía que la gente quería que me apartara de la foto. Querían capturar a los trillizos idénticos y cumpleañeros, pero los chicos no me dejaban ir. Calix me agarró una muñeca y Alex sujetó la otra. Felix estaba detrás de mí, sosteniendo mi cintura. Era la primera vez que los tres me tocaban y sentí que me iba a desmayar. Estaba tan abrumada. ¿Qué haría cuando ellos realmente me tocaran? Pensé que no tendría que preocuparme por eso en un futuro cercano, pero siendo honesta, debería haberlo hecho, porque esa misma noche, los tres me llevaron a escondidas a una de sus habitaciones.