Los Trillizos Alfa estaban descalzos sobre la nieve como si no fuera gran cosa. Me di la vuelta. No estaba lista para verlos. Por accidente, alcancé a ver a Felix y, aun en el frío extremo, era… sorprendente grueso y largo. Eran trillizos idénticos, así que empecé a preocuparme por mi propia cordura.
Se transformaban mucho más rápido que yo. Les tomó apenas unos diez segundos romper huesos, cubrirse de pelaje y convirtiéndose en lobos ante mis ojos.
Eran lobos negros brillantes, del mismo tono que su cabello, y enormes. Me escondí tras de un árbol cercano cubierto de nieve. Me dieron privacidad.
Para mí, el cambio seguía siendo doloroso. Me llevó unos cinco minutos.
Salí trotando, mostrando mi loba de pelaje color arena. Ellos empezaron a correr a mi alrededor, juguetones. Yo era apenas la mitad de su tamaño.
Corrimos por la nieve. Podía distinguir a cada uno por su manera de moverse en forma de lobo. Felix saltaba con pasos pesados, gruñía y jugueteaba constantemente. Alex solía ir al frente, con movimientos fluidos. Pero disminuyó el ritmo para correr a mi lado, atento, protegiéndome. Calix era el más juguetón. Fue el primero en morderme –con suavidad– y me derribó, haciéndonos rodar por la nieve. Después corrió en círculos a mi alrededor, como si quisiera impresionarme con su velocidad. Pasamos horas jugando como lobos, a pesar de ser adultos. Me pregunté por qué nunca habíamos jugado juntos de niños, en nuestras formas humanas.
Corrí de regreso a mi árbol para cambiar y vestirme. Ellos también regresaron a su forma humana, se vistieron y siguieron al entrar.
—Necesitamos hablar —les dije.
Sus rostros se tensaron, horrorizados.
—Acostúmbrense a tener charlas entre nosotros —añadí.
Eran Alfas, pero yo sería su futura Luna si decidía estar con ellos. Eran tres, y solo había una de mí, así que tenía que aprender a ser firme. Quería respeto.
Fuimos a la habitación de Felix, la única habitación que aún no había visto. Estaba cubierta de obras de arte, lo cual no era lo que esperaba.
—¿Quién dibujó todo esto? —pregunté.
—Yo lo hice —dijo Felix, sonriendo.
¿Felix? ¿Un artista sensible? ¿En qué universo paralelo había entrado?
Los dibujos y pinturas representaban lobos. Reconocí a los trillizos en sus formas de lobo en varias ilustraciones. Uno mostraba a cinco lobos; asumí que los otros dos eran sus padres. Había bocetos aleatorios de objetos, retratos de miembros de la familia y algunos amigos de la escuela. Para mi sorpresa, no encontré ninguna obra de arte de Tonya ni de sus otras exnovias, lo cual me alivió.
Entonces vi una imagen de una chica. Era una pintura. Jadeé. Era yo, sentada en los escalones del porche, mirando la nieve. Todas sus obras de arte estaban fechadas. La pintura mía era de hacía aproximadamente un año. Miré a Felix, esperando una explicación.
—Te lo dije —respondió simplemente—. Creo que eres hermosa.
Me sonrojé.
—Me estás dando ansiedad, Chasity. Hablemos de esto, vamos —animó Calix.
Todos nos sentamos en la cama. Felix y Calix estaban muy cerca de mí, irradiando calor. Alex se colocó detrás de mí. Estaba tan perdida en todo esto que, por un momento, olvidé lo que quería decir.
—Habla, Chasity —susurró Alex en mi oído.
—Correcto… eh, tengo una pregunta —dije. Los trillizos esperaron en silencio—. ¿Por qué me odiaban tanto cuando éramos niños? Y por favor, piénsenlo bien. Quiero una respuesta real, no algo estúpido como: “Éramos niños... éramos idiotas...” Eso no me sirve. Siempre me he preguntado por qué nunca pudimos ser amigos —suspiré—. ¿Era solo porque soy pobre, y una carga para sus padres? ¿O había otra razón?
Ellos guardaron silencio. ¿Estaban tratando de hacerme olvidar la conversación?
—En mi caso... —comenzó Felix— tú... me frustrabas.
Huh.
—Pensé que eras una niña linda cuando éramos pequeños. Llegaste a nosotros después de una tragedia, y no lo entendí. Estabas taciturna, llorabas todo el tiempo… Y yo también era un poco estúpido a esa edad —dijo Felix.
Sus hermanos se rieron.
—Me gustaba molestarte, pero luego se nos fue de las manos. La dinámica continuó, y no sabía cómo arreglarlo. Además, pensaba mucho en ti, y me enfurecía no poder sacarte de mi cabeza. Ahora, sabiendo que somos compañeros, tiene sentido, pero en aquel entonces me molestaba cada vez que te veía. A veces, estaba besándome con quien fuera mi novia en ese momento...
Me estremecí, y Felix besó mis dedos, luego mi muñeca.
—...y, mientras lo hacía, pensaba obsesivamente en ti. A veces... olvídalo —dijo Felix.
—¡No! ¡Dímelo! —insistí, intrigada y fascinada por su sinceridad.
—A veces llamaba a una chica “Charity” por accidente —dijo, mencionando mi apodo—. Lo siento por ese apodo. Fue grosero. No hay vergüenza en ser pobre. No puedo creer que haya actuado así.
Felix suspiró hondo.
—Se parece tanto a mi nombre real que se quedó. La mayoría de los miembros de la manada piensan que “Charity” es mi nombre —respondí, forzando una leve sonrisa, a lo que Felix frunció el ceño.
—Arreglaré eso yo mismo, y pronto —prometió con la determinación de un alfa. Me pregunté qué haría. No quería que me presentaran de nuevo a la manada como su futura Luna. Todavía necesitaba tiempo para decidir.
Alex fue el siguiente en hablar.
—Siempre pensé que también eras linda —Alex fue el siguiente en hablar—, pero nuestros padres odiaban a los tuyos. Habían acumulado muchas deudas. Siempre hablabas de lo maravillosos que eran tus padres y de lo malos que eran los míos. Empecé a pensar que eras ingrata, pero ahora me doy cuenta de que... Si mis padres te iban a tratar así, lo mejor hubiera sido que hubieras ido a un orfanato. No hay excusa, Chasity. Lo siento.
Calix respiró profundamente.
—Yo simplemente seguí todo. Mamá también decía que estabas aquí para pagar una deuda, no para ser una compañera de juegos. Había muchas cosas que me gustaban de ti y no debería haberte molestado de esa manera. Eso estuvo totalmente mal. Lo siento mucho.
Suspiré. Teníamos que hablar sobre el incidente, pero ya me estaba preocupando.
—Anoche tenía un poco de miedo estando en la cama —admití.
—Porque eres virgen —añadió Felix—. Cariño, lo sé.
—No, no por eso. Seguía pensando en cuando Calix me insultó y dijo que mis padres estaban muertos y yo le rompí la nariz. Luego ustedes... —Hice una pausa, y un escalofrío me recorrió. Esto era demasiado difícil de hablar.
Los trillizos se pusieron rígidos, con el rostro pálido.
—Luego cada uno me abofeteó y me metieron en el agujero de pesca en el hielo hasta que perdí el conocimiento. Grité por mi vida ese día cuando me arrastraban hacia ese agujero. Realmente pensé que me iban a matar. Podría haber muerto —dije, conteniendo las lágrimas.
Los trillizos se mantuvieron en silencio.
—No tienes que perdonarnos, pero sé nuestra de todos modos —dijo Calix.
—Por lo que vale, realmente no intentábamos ahogarte. Solo queríamos asustarte. Pero incluso antes del vínculo de compañeros, me sentía enfermo cuando pensaba en ese día. Fue un acto atroz y nunca me perdonaré —agregó Felix.
—Si te hubieras ahogado, nunca encontraríamos a nuestra compañera y no sabríamos por qué. Estaríamos buscando a alguien que ya nos ha perdido. Nos lo mereceríamos, pero tú, Chasity, después de todo por lo que has luchado... te mereces la mejor vida imaginable. Permítenos darte esa vida —pidió Alex.
—Por favor, Chasity —dijo Calix—. Lo sentimos mucho.
Suspiré. Podría acostumbrarme a esto. Todos me miraban con ojos ansiosos.
—¿Alguna vez has besado a alguien? —preguntó Calix de repente.
—No —balbuceé, sonrojándome. Los trillizos intercambiaron miradas.
—Queremos besarte —confesó Felix.
Me mordí el labio, intentando contener los nervios.
—No estoy segura si estoy lista todavía —dije al fin.
—Está bien —asintió Alex.
Mi loba interior aullaba pidiéndome que los besara.
—¿Estaban decepcionados cuando se dieron cuenta de que era su compañera? —me animé a preguntar.
—¡No! ¡Claro que no! —negó Alex de inmediato.
—Entré en tu habitación y me acosté en tu cama —confesó Calix.
Recordé el olor de Calix en mi cama y sonreí.
—Revisé tus cosas —dijo Alex, avergonzado—. Lo siento, de repente me di cuenta de lo poco que tenías, así que quería ver qué necesitabas que te comprara.
Asentí. Alex era el práctico.
—Me asusté porque pensé que nos rechazarías, porque sabía que habíamos sido horribles contigo —murmuró Felix.
Él no estaba del todo equivocado. Había considerado irme.
—Me di cuenta de lo que pasaba cuando volví de mi primera transformación y olí algo increíble, y era en cada una de sus habitaciones —expliqué.
Los hermanos sonrieron.
—Así que entré en la habitación de Calix para investigar. Tenía demasiado miedo de entrar en las otras dos habitaciones por si se enfadaban. Tenía menos miedo de Calix —admití.
Calix sonrió, pero Alex y Felix se pusieron incómodos.
—Luego no estaba segura de qué hacer... Traté de evitarlos a todos el mayor tiempo posible mientras resolvía mis sentimientos. De hecho, pensé que ustedes me rechazarían —dije.
—¿Qué? —dijo Felix riendo. Sus ojos se abrieron de par en par.
—Nunca —dijo Alex.
—Hemos estado esperando a nuestra compañera desde hace tres años desde que nos transformamos —dijo Calix.
—Entonces, ¿cómo es que siempre salen con chicas al azar? —pregunté.
—Somos hombres. Tenemos necesidades —dijo Felix con simpleza. Sus hermanos lo miraron con furia, pero no lo negaron.
—Cuando estaba preparando la fiesta, pensé que tendría que verlos a los tres bailando lentos con sus novias mientras yo servía bebidas —reí, pero no pude ocultar la tristeza.
Literalmente, se les cayeron las mandíbulas. Los trillizos parecían horrorizados, y no pude evitar reírme de sus expresiones.
Los ojos azules de Felix se oscurecieron un poco. Recordé cómo debía tener cuidado con mis risas alrededor de él y de su lobo. En cuanto me atrajo hacia él, un cosquilleo me recorrió el cuerpo.
—¡Quiero llevarte a una cita, cariño! —dijo Felix, con la voz ronca.
—Uhm... Seguro —susurré con voz débil.