Wynta Su día fue largo y casi todo le resultaba molesto, porque Jared la había superado y no esperaba que él siquiera lo intentara. Las horas del día parecían arrastrarse para ella, y solo empeoró cuando Carlotti irrumpió en su oficina pronunciando su nombre como si fuera una chillona banshee, con esa arrogancia habitual que siempre la irritaba profundamente. Luego simplemente cerró de golpe la puerta de su oficina, se acercó a su escritorio y la miró fijamente. —¿Quién diablos crees que eres? —gruñó. Wynta se recostó en su silla y la miró. No tenía ni idea de lo que esta loba quería con ella o de qué estaba balbuceando, ni siquiera entendía cómo se atrevía a aparecer así de repente. —¿A qué debo esta desagradable visita a mi oficina? —preguntó Wynta con curiosidad. —No mereces traba

