Wynta
No iba a ir al hospital de esa manada, y tampoco había necesidad de hacerlo. Llevaba aquí cinco días, y le darían de alta para ir a su casa en solo dos o tres días, una vez que terminara con los antibióticos. La herida en su costado todavía dolía cuando se movía, pero no tanto como su rodilla, si era completamente honesta. En las noches, el dolor se volvía más persistente, obligándola a respirar con cuidado y a medir cada pequeño intento de acomodarse en la cama estrecha.
El cirujano había hecho un trabajo fantástico, y la rodilla, desafortunadamente, iba a tener que sanar lentamente por sí sola. Le habían dicho que con la lesión tenía un mínimo de doce semanas para recuperarse, y que tendría que usar una rodillera probablemente durante seis a ocho semanas de ese tiempo. Aunque la
