—Mi señora, tiene una visita—dice un guardia haciendo una reverencia. La puerta del despacho estaba abierta.
— ¿Sabes quién es?—pregunta sin levantar la mirada, estaba escribiendo en un manuscrito.
—Es... —
—Soy yo—dice una voz gruesa interrumpiendo al guardia—No leíste mi carta—dice. Daniela levanta la cabeza y la pluma con la que escribía abandonó su mano—No digas que sí, que sé que no, de lo contrario me hubieses contestado—comenta entrando y sentándose delante de ella.
— ¿Qué quieres Alistark?—pregunta cansada. Daniela mira detrás de él y mira al guardia—puedes retirarte, gracias por informar—dice sonriendo.
Un silencio reinó en la habitación. —Vengo a que vuelvas conmigo—dice Alistark y Daniela hace una mueca.
— ¿Tienes fiebre?—pregunta y se levanta a tentarle el cuello. Mala idea, muy mala idea. La electricidad que ambos sintieron la pasada vez, se hizo presente. Alistark la sostuvo y la puso sobre sus piernas— ¿Qué crees que haces? ¡Suéltame!—dice la joven moviéndose incómoda, entre los brazos de él.
Gruñe—Mi lobo te quiere de vuelta, no ha pasado ni un día en donde lo escucho chillar de dolor—comenta apretándola hacia su pecho.
—Alistark, suéltame y dile a tu lobo que se busquen otra—dice entre quejas.
Alistark de un movimiento fugaz se levanta junto a ella y coloca las manos de Daniela por encima de la cabeza.
—Mi lobo te reclama a ti, entiéndelo—dice entre dientes—él... él no estaba de acuerdo en el error grande que cometí, no lo metas en esto—dice.
—No eres un hombre lobo normal, recuerdo que tú eras lo mismo, Bestia y hombre, no como los hombres lobo de ahora, que el lobo es una conciencia—dice removiéndose tratando de soltarse.
—Cambió cuando acepté ser dios y te está reclamando ahora—dice.
—Está bien, pero suéltame—dice cansada de estar así. Él la mira dudosa, pero accede. —Ahora lárgate—dice y sus ojos cambiaron de color.
Daniela se coloca detrás del escritorio—Contrólate—dice.
— ¿Cómo voy a controlarme si tengo mucho sin tener una hembra a mi lado, sin tener a mi hembra?—pregunta.
—No sé, que se yo, hazte una paja o algo—dice subiendo los hombros.
—Tienes razón, me vas a hacer una paja—dice sonriendo con malicia.
—Que te den por detrás, estúpido—dice mandándole un porta lápiz. —Alistark, tengo un reino que mantener, te puedes ir—dice señalando la puerta.
—Está bien, me iré—dice bajando la mirada—pero... —añade mirándola—fue muy bonito verte—dice y da la vuelta para marcharse.
Daniela resopla y apoya una de sus manos sobre su escritorio cerrando los ojos mientras se toca el puente de la nariz.
—Ah te la creíste—dice devolviéndose y tomando la nuca de ella para unirla en un beso.
Daniela está en shock, eso no podía pasar.
— ¿PERO QUE HAS HECHO?—pregunta gritando— ¿no sabes qué al yo rechazarte y tú no aceptar mi rechazo si nos volvemos a besar mi rechazo se anula?—pregunta y él sonríe—pedazo de imbécil—dice rodeando el escritorio dirigiéndose hacia él como una fiera. Frena y sonríe levantando una ceja—Bien, ya que somos Mates nuevamente, abstente a las consecuencias mi vida—dice y tira de la mejilla de él, para luego salir contoneando las caderas.
—Espera ¿qué?—dice y sale tras ella.
— ¿Qué haces aquí?—pregunta Samuel sudado, por trabajar en la muralla—dame tres razones para no patear tu culo—comenta.
—Samuel tranquilo, me besó y volvimos a ser Mates, porque todo es tan mierda que funciona así, además él quería esto ¿no? Que se abstenga a las consecuencias—dice sonriente. Samuel sonríe cómplice.
—Me huele a que tienes un plan—dice y Daniela asiente mirando a Alistark y guiñándole un ojo.
—No sé si temer o alegrarme—dice entre dientes.
—Deberías temer—comenta Helen hostil.
— ¿Te ocurre algo?—pregunta Daniela.
—Debemos hablar y es urgente—comenta tomándola de la mano—Samuel, lo que vimos, hay que decirle—añade.
—Helen, quedamos en que yo iba a investigar primero ella tiene...
— ¡Es su reino maldita sea!—dice exaltada—Creemos que alguien cercano a la antigua diosa Luna, planeó todo para matarla—comenta rápido.
— ¡Helen!—grita Samuel.
Daniela voltea a mirarlo— ¿De qué habla Helen? ¿Y por qué querías ocultármelo?—pregunta frunciendo las cejas.
El suspira—No es algo que se debería de hablar aquí—dice—debemos de ir al lugar—comenta.
Daniela asiente y entre los 4 van en silencio. Salen del enorme Palacio y montan un carruaje tirado por corceles de dos cabezas, de pelaje blanco.
— ¿Tan grave es?—pregunta Alistark rompiendo el silencio.
—Lo suficientemente grave, como para desenterrar misterios del pasado—comenta Helen—quizá se sepa, que pasó aquel día, donde terminaste en el hospital con tu amigo—dice está dejando a Alistark sorprendido.
Éste agarra su cabeza entre sus manos y gruñe. Se remueve incómodo y Daniela lo mira preocupada.
—Detengan el carruaje ¡deténganlo!—dice jalando su cabello rojizo. Abre la puerta y se tira con el carruaje aún en movimiento.
El vehículo se detiene de prisa y los demás van tras él. Está tumbado, Boca abajo, con las manos en la cabeza.
—Ali... —
—Haz que pare, haz que pare, duele—dice desesperado.
Daniela mira a sus dos amigos sin saber qué hacer. Se acerca a Alistark y pone su mano sobre su hombro.
Daniela cae de rodilla y le extiende la mano a Helen, ella repite la acción de Daniela. Samuel está desconcertado, ya que los tres miran hacía un punto vacío en el bosque. Él toca el hombro de Helen y lo ve.
Lo que era un bosque ya no lo es, era una llanura, muchas criaturas yacían ahí, en campamentos.
— ¡Vamos! ¡Será divertido!—exclama un niño que atraviesa el cuerpo de Samuel.
—Alistark, no creo que lo sea, tu mamá te prohibió estar aquí—dice un niño con voz temblorosa.
—No pasará nada—dice.
De un momento a otro el tiempo empezó a cambiar, el día y la noche corrieron, notándose el cambio climático del 'valle'
Un carruaje iba pasando, en el estaban Alistark y aquel niño que antes sonaba temeroso, pero ahora portaba un perfil atrevido, como el de Alistark. Algo se notó, no era aquel valle, era otro lugar ahora. Había un puente de gruesas maderas y un río, que estaba seco.
A mitad del puente algo intersecta al carruaje, una sombra negra. Quien iba guiando al caballo era Alistark, se baja y se queda quieto al lado del caballo.
—Mi amigo... Emil—comenta el Alistark de ahora—Esa sombra...
Los caballos relinchan, el niño no pierde tiempo y se sube haciendo retroceder a los caballos.
—Emil, tranquilo, no pasa nada—dice. — ¡Señor, por favor, déjenos pasar!—exclama Alistark.
—Lobo dorado—dice la sombra como entre silbidos de serpientes.—mira que bajo a caído mi más mortal enemigo, me da placer verte así, sin fuerzas, con poder limitado, todo por no dañar ese cuerpo que tomaste—sisea.
— ¿De qué habla Ali?—pregunta el niño dentro del carruaje.
—Señor, no le estamos haciendo nada, déjenos pasar—seguían insistiendo el niño.
Los 4 que estaban mirando la escena, estaban algo aturdidos.
— ¿No me recuerdas? Que gozo me da. Nuestra última batalla te dejó más mal que a mí—comenta.
La sombra sin forma empieza a reír, el niño al guía estaba apretando las riendas nervioso.
—Si lo recordaba—añade el Alistark de ahora ronco—estaba débil a esa edad, no quería que hiriera a mi amigo—comenta.
Daniela aprieta su hombro.
— ¡MUERE AHORA Y PARA SIEMPRE ANTES DE QUE LLEGUES A LA EDAD DE LA INMORTALIDAD!—
Un rayo iba en dirección a Alistark, pero el niño fue más rápido y entró por la ventanilla que se encontraba a su espalda.
—NO ESCAPARÁS—vociferaba la sombra. Una ola de energía, como si fuese un látigo empuja la carroza al precipicio, quitando la mitad del vehículo de madera.
Se vio a un chico abrazando al otro, un aura de tele transportación los rodeó.
El panorama cambió, ahora se encontraban debajo, al lado de la carroza. Al parecer el poder de Alistark no pudo tele transportarlos directamente a bajo, si no a mitad de camino.
Ambos yacían inconsistentes, sangrándoles la nariz.
—JOSEFA—se escuchó como gritaban. —AYUDAME MUJER, A CAÍDO ALGO DEL PUENTE, SON, SON UNOS NIÑOS—decía a todo pulmón el hombre.
—Oh por todos los dioses ¿están muertos?—preguntó la mujer de vestidura demacrada.
—Ellos no, pero los caballos si—
Otra vez cambia el panorama.
Ahora están dos adultos y un hombre mayor.
—Anubis, vamos, tenemos que registrar el paso, no le pasará nada a papá—
El Alistark de ahora alzó su mano, como si quisiera tocar las ropas del joven—Hermano... —gimió—Mi hermano—dice con la mano extendida.
—Alistark—llama el señor mayor. Todos miran en esa dirección.
— ¿Te pasa algo?—preguntan al unísono el Alistark de antes y el de ahora. Él ya estaba acordándose de ciertas cosas.
— ¿Seguro que no recuerdas tus poderes?—pregunta el hombre con rastro de esperanza plasmado en sus ojos perla.
—Viejo, ya te lo he dicho, solo soy un hombre lobo defectuoso, ya sabes, sin lobo, pero con las capacidades de ustedes—dice.
—Vamos papá, no insistas más—comenta Anubis.
La proyección se deshace, mostrándoles el bosque a los jóvenes.
—Esto fue... Extraño—comenta Samuel.
— ¿Pero por qué ahora?—pregunta Alistark. Daniela se para y ayuda a Helen para después ayudar a Alistark. —Algo no me cuadra—comenta negando.—¿falta mucho para llegar a los límites del territorio?
Samuel niega.
—En unos 10 minutos más—comenta Helen. — ¿Vamos?—pregunta señalando el carruaje y los demás asienten, suben y siguen lo que falta de camino.