El almuerzo había concluido y Charles descansaba en la planta superior. Aún no se había recuperado completamente, por lo que estaba reservando energías para la fiesta que se celebraría en dos días. Mía, en cambio, estaba ocupada hablando con alguien por teléfono. —Camila, ¿estás libre esta tarde? —Umm, espera. Déjame ver. ¡Sí! No tengo planes para más tarde. Mía suspiró aliviada mientras se cepillaba el cabello hacia atrás. —Perfecto. Acompáñame a comprar vestidos más tarde. Resultaba que en realidad Mía aún no tenía un vestido para la fiesta. Tenía muchos vestidos de diseñadores, pero los había vendido todos ya que pensó que no los necesitaría más. Además, esos vestidos de diseñador le habían reportado una suma considerable de dinero, que utilizó para los medicamentos de su madre. —¿

