El rostro de Lorraine palideció al mirar a su marido parado delante de ella. Siempre había tenido claro que responder en situaciones como esa, pero sin duda, aquello fue lo más inesperado. La mujer parpadeó un poco cuando la ligera barba del italiano rozó la mejilla depositando un suave beso en sus labios. Lorraine tragó saliva. —Querido, tu presencia me parece sorprende. —Tu rostro lo denota. Mi agenda se ha liberado antes de lo esperado y decidí que era momento de venir a hacerte compañía. Pensé que estarías menos acompañada, pero veo que te diviertes de maravilla—la francesa miró a Alessandro y luego a Giovanni, quien en ese momento quiso matar a Didier. Sola… ¡Si cómo no! Las presentaciones fueron breves y rápidas debido al ambiente vigoroso que el alcohol que circulaba en las ven

