Las cosas no eran tan sencillas como el mundo pensaba, Giovanni siempre tuvo claro que el peso que llevaba sobre sus hombros no era liviano. Responsabilidad no solo con su familia—quienes al final eran los que menos le interesaban, a excepción de Francesco—, tenía responsabilidad con los miles de empleados. Los Lacroix no tenían más herederos que él, Francesco no se había casado y su abuelo, aunque seguía mostrándose fuerte, ya estaba viejo para tomar el control de lo que alguna vez le perteneció.
¿Alguna vez tuvo opción?
Ahora miraba con malos ojos que su padre nunca pusiera su atención encima de alguna mujer o que concibiera otro hijo, así al menos, hubiera tenido a alguien de su sangre para confiar el imperio de su progenitor. Él no había tenido elección, pudo haberse marchado, no ace
