A la mañana siguiente un taxi se detuvo delante del edificio, eran cerca de las once de la mañana y una preocupada Clara no pudo evitar, luego de esperar al magnate durante al menos cuatro horas cancelar su agenda e ir a ver que estaba ocurriendo. Siempre que le salían imprevistos le llamaba, cancelaba su agenda y usualmente era responsable en esos asuntos. La mujer tomó la tarjeta de acceso que tenía y subió al elevador. Al llegar se encontró con Marcus y otro par de hombres que custodiaban la puerta. —Buenos días señorita. —¿Por qué motivo el señor Lacroix no ha ido a trabajar? Didier no responde mis llamadas y yo he cancelado la agenda, necesito dar explicaciones. —El señor Lacroix sigue dormido, si no le ha llamado es porque sigue en la cama. —¿Y la señora? —Ambos están dormidos

