Un beso.
Un simple beso había detonado cosas en el interior de Giovanni que le confundieron de inmediato. Los labios de su esposa eran sumamente suaves, suaves como el terciopelo mismo. Aquel beso despertó en su ser un deseo insano por más, lo necesitaba, lo deseaba con locura, pero además del deseo que ardía en su ser había más. En ese momento no solo quiso besarla en un intento por socavar la pasión que sentía, sino porque su cuerpo casi le exige hacerlo.
La mujer le respondía aquel beso con decisión, jugueteaba con la parte de atrás de su cuello haciendo que sus vellos se erizaran ante el contacto. Su lengua no dudó en formar parte de aquel beso que a la vez de ser pausado fue tan pasional y avasallante como el deseo que nacía en su vientre cada vez que la miraba. ¿Podía ser solo dese
