Rivalidad.

2766 Words
- Sean cariño, ven a tomar tu desayuno antes de irte.- La señora Moore llamó con tono dulce. - Muchas gracias .- Sean sonrió mientras se sentaba.- Buenos días papá.- Dio un abrazo a su padre - Leo ¿No vas a desayunar? .- Preguntó la madre. - No tengo apetito.- Respondió secamente mientras miraba de manera fría al señor Bauer y su hijo. Sean rodó los ojos ante su mirada, había decidido no prestarle atención, deseaba vivir tranquilo y para eso lo mejor era ignorarlo.  Leo había llegado a la universidad temprano, ha estado haciéndolo desde que se mudó con su nueva familia, era su método para evitar algún tipo de roce con personas que consideraba no deseadas. Se sentó a esperar por sus amigos debajo de un árbol, mientras lo hacía empezó a pensar en aquella noche en que había enfermado y Sean prácticamente lo cuido, aquella actuación le pareció por demás extraña ya que ninguno se soportaba cuando de repente escucho a chicos murmurar al otro extremo del árbol. - Ese...el chico de tu clase...si ese, el hermano del Príncipe Gangster. - Si ¿Qué sucede? - Debo admitir que luce bastante bien. - ¿Te gusta? .- El otro chico bromeó. - De gustarme no sé, pero de que no me molestaría tener su boca en mi entrepierna… - Eres tremendo.- El chico soltó una carcajada.- Aunque es cierto...luce algo ap... Las palabras del chico junto con su expresión se helaron al ver como aquel que había nombrado el Príncipe Gangster se encontraba frente a ellos y los veía con una expresión fría y amenazante.  Leo simplemente los observó por unos segundos los cuales bastaron para que aquellos dos salieran a toda prisa de allí, salieron despavoridos y no era para menos, estaban hablando del hermano del Gángster más temido de la universidad. Sean también había llegado temprano a su salón, como siempre las miradas estaban sobre él y esto lo hizo sentirse incómodo y fuera de lugar, en verdad odiaba llamar la atención. Minutos después su ahora amigo Marco llegaba y se sentaba a su lado aliviando un poco su mortificación, al menos se podía entretener platicando con este.  La clase daba inicio y los chicos pronto se centraron en ello, Sean era un chico bastante dedicado a sus estudios siempre fue sobresaliente, le gustaba ser responsable. Después de terminar la clase se dispuso a dirigirse a la cafetería, estaba hambriento, esta vez le tocaba ir solo ya que su compañero Marco tenía otra clase a la que asistir.  Un repentino movimiento a su lado lo hizo girarse, un chico de piel tostada y gran sonrisa lo observaba. - Es un honor conocer al otro Príncipe. - ¿Príncipe?.- Sean estaba confundido. - ¡Por supuesto! Eres el otro Príncipe de esta universidad...el Príncipe Risueño...mi amigo es el Príncipe Gangster.- El chico sonrió más amplio y ofreció su mano.- Mi nombre es Pietro, Pietro Polizzi. - Mucho gusto.- Sean respondió el saludo.- Así que eres amigo de Leo. - Su mejor amigo.- Asintió.- Y si quieres puedo ser tu amigo también.- Movió sus cejas de forma juguetona. - Pietro.- La voz de Leo se escuchó tras ellos.- ¿Qué haces ahí?.- Le dio una mirada fría a Sean. - ¡Oh! .- Pietro sonrió nerviosamente.- Solo me estaba presentando con tu her...con Sean... - ¡Levántate de ahí y vámonos!.- Leo levantó la voz. Pietro se despidió de Sean agitando su mano de manera animada, Sean le sonrió y asintió mientras lo veía alejarse, el chico que se le había acercado tenía el mismo aspecto de rebelde que Leo pero a diferencia de este era muy sonriente y simpático. Mientras engullía un bollo se preguntaba por qué razón su hermanastro había reaccionado de esa manera, pero luego descartó aquel pensamiento y decidió concentrarse en la comida la cual estaba más sabrosa e interesante. Los días pasaron y aunque la hostilidad entre ambos aun seguía presente sus interacciones eran menos, ambos pretendían que el otro no existía y al parecer les resultó todo hasta un día.  Leo no soportaba la idea de que su mejor amigo siguiera aproximándose a aquel chico, sentía que este no solo había invadido su entorno familiar sino que ahora también quería invadir su circulo social, esto hizo que lo detestara, ya de por si tenía que soportar su actitud altiva en casa para que encima también tuviera que soportarlo en la universidad.  Ese día después de pelearse con su mejor amigo por esa misma razón y descubrir el motivo detrás del interés de él hacia su hermanastro salió enojado de la universidad, mientras se dirigía en su moto divisó a lo lejos a Sean de pie en la parada de autobús, su auto se había averiado por lo que tuvo que tomar el transporte público. El pelinegro estaba de pie en la parada, sostenía entre sus brazos una carpeta, dentro de esta se encontraba un proyecto el cual llevaba dos días realizando y el cual por la repentina ausencia del maestro no pudo entregar. Leo detuvo su motocicleta a poca distancia de su hermanastro, lo veía con enojo, de repente bajó la mirada a sus pies y vio aquel enorme charco de agua, una vil sonrisa se dibujó en sus labios. Encendió su moto y aceleró, justo cuando estaba a pocas distancias de Sean levantó su mano para luego dejarla caer con todas sus fuerzas sobre la carpeta que Sean sostenía provocando que tanto la carpeta como los papeles terminaran cayendo sobre aquel charco. Sean lanzó un fuerte grito al ver su trabajo hundiéndose en aquella agua, se apresuró para tomar las hojas, pero fue detenido por una dama que lo hizo regresar ya que el autobús estaba llegando. Fue así como Sean Bauer vio su trabajo volverse nada en el agua y debajo de las ruedas de aquel bus.  Levantó su mirada y la dirigió a la dirección en donde había ido la moto, para su sorpresa la moto seguía allí y su conductor lo miraba con expresión burlona. Después de su lamentable accidente Sean llego a la casa, entró sin tan siquiera saludar, estaba hecho una fiera, solo tenía una cosa en mente, subió las escaleras y caminó por el pasillo, abrió intempestivamente la puerta de la habitación de su hermanastro, lanzó su mochila al piso con enojo y se lanzó sobre él quien se encontraba en la cama. Tomándolo de forma agresiva por el cuello de su camiseta levantó su mano volviéndola un puño para descargarlo en su rostro, pero las manos de Leo alrededor de su cintura lo petrificaron, una expresión atrevida se mostró en el rostro del que se encontraba debajo. - No puedo negar que lo que dicen los demás es cierto.- Se mordió el labio.- Eres lindo...casi una tentación. - ¡Quítame tus manos de encima!.- Sean gritó y cayó sentado en la cama. - Jajajaja Tranquilo fiera.- Se burló.- A mi no me gustan los hombres y si me gustaran creeme...no me fijaría en ti... - ¡Leo!...¿Acaso no tienes remordimiento? - ¿Hacia qué? - Dos días...llevo dos malditos días sin dormir realizando este proyecto el cual es muy importante para mi y tu.- Sus ojos se llenaron de lágrimas por la ira.- Se que no me soportas, yo tampoco te soporto pero...¿No podrías pretender que yo no existo?...¿Por que tienes que joderme?.- Gritó enojado. - Si no te metieras tanto en mi vida quizás podría ignorarte, pero como te gusta estar tan presente que ahora hasta mis amigos quieren estar cerca de ti... - ¿De qué malditos amigos me hablas? - ¿Me vas a decir que no sabes que le gustas a Pietro? - ¿Qué mierda? A mi ni siquiera me gustan los hombres, yo no me acerco a él, es el que viene a mi.- Respiro profundo.- Está bien...¿Eso es lo que quieres? ¿Qué no me acerque a tus amigos?...¡Bien! No lo hare...no hablare con tus amigos ni con nadie cercano a ti, si con esto me dejaras en paz...¡Bien!.- Se levanto y salió de la habitación. Media sonrisa se dibujó en los labios de Leo, le pareció algo gracioso la actitud asustadiza de su hermanastros, pero su sonrisa desapareció cuando recordó cómo le hablaba de lo importante que era aquel proyecto y recordó cómo sus ojos se llenaron de lágrimas por la impotencia, ¿Se había extralimitado? Negó rápidamente y se sacudió aquella idea de su cabeza. Leo salía de su habitación, eran alrededor de las tres de la mañana, se había quedado hasta tarde jugando videojuegos ya que al otro día solo le tocaba clases en la tarde, bajo a tomar un poco de leche cuando se encontró de forma sorpresiva con una figura.  Sean se encontraba en el comedor de la casa, una cantidad de papeles y libros estaban esparcidos por toda la mesa mientras su cabeza estaba recostada entre sus brazos, se había quedado dormido, Sean se había pasado todo el día elaborando aquel proyecto perdido, finalmente lo había logrado, pero el cansancio era tanto que ni siquiera pudo subir a su habitación por lo que cerró sus ojos y durmió en ese mismo lugar. Leo lo observó atentamente, se sorprendió que este pudiera haber realizado todo ese trabajo solo, miro por sobre la mesa y reviso cada hoja con su mirada, todo estaba detallado de manera correcta y ordenada.  Estaba a punto de alejarse cuando de repente unos leves quejidos lo hicieron devolver su mirada a su hermanastro quien parecía que estaba soñando ya que recitaba las palabras escritas en su proyecto. Esto hizo que una sonrisa se escapara de los labios de Leo quien rápidamente volvió a adoptar su expresión sombría y se alejó de allí. - Leo, detente.- La señora Moore se interpuso en su camino.- Por favor lleva a Sean a la universidad. - ¿Qué haga qué cosa?.- Leo arqueo una ceja. - Llévalo, su vehículo está averiado y aun no llega el que su padre pidió para él. - ¡Que se vaya en bus! .- Leo se giró pero fue tirado del brazo. - ¡Leo Moore! Te estoy hablando. - No es necesario.- Sean descendía de las escaleras.- Puedo irme en bus además no me gustan las motos. - ¿Lo ves? El no quiere ir y yo no quiero llevarlo. - ¡Niños! Ya es hora de que se comporten.- La señora Moore habló con autoridad y los tomó a ambos del brazo.- Así que vamos, además ya se les hace tarde. Leo protestaba en voz baja mientras se dirigía hacia su moto con una expresión lúgubre, era seguido por su hermanastro quien suspiraba con pesadez.  La señora Moore seguía observando en la puerta por lo que ninguno de ellos podía salir corriendo en dirección opuesta así que a regañadientes ambos montaron la moto. Sean se sentía un tanto nervioso, no se le daba eso de la velocidad y ya había visto a su hermanito conducir, parecía que siempre llevaba prisa. Leo le lanzó prácticamente el casco y se giró, Sean lo vio con ojos de muerte y luego le hizo una mueca con la lengua, una vez acomodado se sostuvo de los laterales de la moto pero cuando Leo acelero tanto el impulso como el pánico lo hicieron sujetarse con fuerzas de la cintura de su hermanastro el cual agrandó los ojos debido a la sorpresa. Ambos llegaron a la universidad causando revuelo, era la primera vez que se veía a los dos príncipes juntos y era una buena vista. Las chicas suspiraban, vitoreaban y piropeaban, incluso algunos chicos se les unían. El sonriente Pietro se aproximó hacia ellos a toda prisa pero Sean quien ya había notado su presencia le lanzó el casco a su hermanastro y se alejó a toda prisa en dirección opuesta. Tal y como se lo había prometido Sean evitaba estar cerca de cualquier allegado de Leo incluso de él mismo, empezó a pretender que este no existía, no solo en su hogar sino también en la universidad y en cualquier lado que se topaban. Para Sean, su hermanastro se volvió invisible.  Leo por su parte también lo ignoro, prefirió dejar de darle importancia a ello, ambos se dieron cuenta que el otro no existía y todo hubiera seguido así de no ser por aquella noche. Los estudiantes solían asistir los viernes a un club cercano a la universidad para compartir un buen rato y desestresarse. Sean sonreía y bromeaba con amigo Marco cuando vio aparecer a su hermanastro, inmediatamente su sonrisa se reemplazó por una expresión de desagrado. Leo barrio con su mirada todo el lugar y casualmente sus ojos se toparon con los de Sean, ambos desviaron la mirada y siguieron como si nada.  La noche transcurría de manera animada cada uno compartía con su círculo de amigos. Uno de los chicos en el grupo de Sean parecía que había tomado de más empezó a acercarse a él, prácticamente a asediarlo, Leo por un momento movió su mirada hacia ellos debido a que su amigo Pietro observaba hacia aquel lugar con enojo, pudo notar la situación y se fijó que ese chico era nada más y nada menos que aquel que había atrapado hablando idioteces de Sean. Sean ya no soportaba más a aquel molesto chico, debía levantarse de allí, poner distancia así que se disculpó y se dirigió al baño, allí lavó su rostro y respiró profundo, aquel chico lo estaba exasperando, se molestó con su insistencia, a él no le gustaban los hombres entonces ¿Por qué carajos lo molestaban?  Se disponía a salir cuando aquel chico le cerró el paso y empezó a caminar hacia él de manera acosadora, Sean retrocedía, no quería problemas, solo quería salir de allí, mientras pensaba en cómo librarse de aquel chico vio una brecha la cual aprovechó, trato de alejarse rápidamente pero el chico lo sostuvo de la manga de su camiseta rasgándola. - ¡Suéltame!.- Sean forcejeo. - Tranquilo niño bonito solo quiero...- Tomó su mentón y acarició el labio inferior de Sean.- una probadita.. - ¡Con un demonio!.- Grito y tomo el cuello de la ropa del chico .- ¡Que me sueltes idiota! No sabe cuándo ni cómo, pero Sean vio cómo el cuerpo del chico había sido lanzado hacia atrás mientras la manga de su camiseta era rasgada por completo, giró su mirada y allí estaba Leo de pie, viendo al chico en el suelo con una expresión fría y escalofriante. Una mano de Leo tiró del brazo de Sean colocándolo detrás de él, finalmente se percató que allí también estaba Pietro cuando esté colocó su chaqueta sobre sus hombros para cubrir su manga rota. - ¿Acaso no te dijo el que lo soltaras? .- Leo hablo en tono profundo y amenazante.. - Leo...- El chico temblaba en el suelo. - ¿Leo que? ¿Qué me vas a decir? .- Lo tomó del cuello.- Por lo visto no escarmentaste hace días atrás, entonces.- Sonrió y le habló al oído.- Vamos a darte un buen escarmiento...Pietro...- Observó a Sean.- Llévatelo. - ¡Esp...espera! .- Sean estaba atónito.- ¿Qué sucede? - Vamos, Leo solo quiere charlar con él.- Sonrió. Pietro salía con Sean del club y esperó a su lado, Sean agradeció al chico por la chaqueta y le prometió regresársela de nuevo pero este solo sonrió en silencio y negó.  Leo se acercaba a ellos con una expresión tranquila y las manos metidas en su bolsillo, Sean lo observó con sospecha, se preguntó cómo podía actuar de esa forma si antes estaba que botaba llamas de sus ojos, tomó la muñeca de Sean y tiró de él dirigiéndose a su moto. - ¿Nos veremos mañana? .- Se despidió de su amigo. - ¡Por supuesto! .- Pietro sonrió ampliamente, luego observó a Sean.- Tu también deberías venir, es mi cumpleaños y la vamos a pasar bien, te espero...Leo.- Levantó su dedo apuntando a su mejor amigo.- No lo vayas a dejar. - Sube.-Leo ordenó a Sean. -...- Sean se subió a la moto sin estepar, ya había visto lo aterrador que podía ser su hermanastro y no quería ser una victima mas. Ambos se alejaron a toda prisa de aquel lugar, mientras que Pietro regresaba con los demás, mientras ingresaba al lugar a su lado pasaba el chico que había hostigado a Sean con el rostro lleno de moretones y siendo ayudado por otro amigo, Pietro Polizzi solo rio por lo bajo.
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