Melissa Me trajo un hermoso vestido, de caída sencillo, pero sin dejar de ser elegante, sus tirantes eran de raso para hacer un lazo, el busto era ceñido y con muchas piedritas que brillaban como miles de luciérnagas. – Son diamantes, es simple, pero no tanto, los diamantes se pusieron a mano. – La miré asustada, imaginando el valor de un vestido incrustado de diamantes, el dobladillo de la falda tenía unas flores bordadas muy delicadas, casi imperceptibles, era a la vez sencillo y elegante. Nunca imaginé que encontraría algo que encajara bien con mi gusto y también con el alto estatus social de Marcos. – Es perfecto… – Mis ojos se llenaron de lágrimas, ese vestido era realmente como yo, no tenía nada que ver con el otro. Sentí que la tristeza me golpeaba al recordar que iba a pasar p

