Marcos Incluso yo no creía en la desfachatez de Ana, apareciendo aquí así, como si todavía fuéramos algo en la vida del otro. Me hervía la sangre al verla allí, más aún frente a Melissa, la noté mientras miraba a Ana, no parecía gustarle ver a la mujer entrar así a mi habitación. Después, cuando salimos a almorzar, ella se mostró un poco fría, distante y pensativa, eso me hizo sentir inesperadamente bien, ¿serán celos? – Nos están siguiendo, ¿te das cuenta? No son tus guardaespaldas. – Dijo antes de que pudiera hablar. – El otro auto que está cerca de ellos. Miré el auto que mencionó, eran paparazzi, tenían la cámara afuera, lo que me dio a entender que estaban tratando de tomarnos fotos. Ana debió haberles informado, sabía que todavía nos estábamos escondiendo, debió pensar que está

