Melissa Mi suegra se sobresaltó por la repentina llegada de Sarah. – ¿Quiénes son ustedes? – Miró a mi hermana sin entender su enfado. – ¡Desafortunadamente, la hermana de esta chica! ¿Qué haces aquí con mis joyas? Las había pedido, ¡las tenía reservadas para mí hace una semana! ¿Cómo te atreves a venir aquí a quitármelas? Sarah estaba hirviendo de rabia y ahora sabía por qué, siempre le habían fascinado las piezas raras y caras y eso es exactamente lo que era este conjunto, era único, insustituible. – Nadie me dijo nada al respecto, Sarah, qué lástima que no las pudiste comprar, son realmente una belleza… – respondí con sarcasmo. – ¡Quítate mis joyas ahora mismo! – Gritó, entrando a su vez en la habitación y caminando con pasos fuertes hacia mí. – ¿Quién te crees que eres para ve

