Hoy es un día hermoso y debería ser el más feliz de mi vida, es el día de mi boda. Todo estaba listo, todos los invitados ya estaban presentes, mis padres estaban dando la bienvenida a todos.
Opté por la ceremonia al aire libre, así que alquilamos una finca enorme, con una mansión donde nos quedamos los días previos a la boda, yo estaba en los últimos preparativos, la maquilladora estaba retocando mi rostro para que la peluquera terminara el peinado.
Estaba tan emocionada que apenas podía mantenerme quieta para que hicieran su trabajo.
– Cariño, será mejor que dejes de mover tanto las piernas, ¡es muy difícil crear una obra de arte cuando el lienzo sigue moviéndose! – Llama mi atención.
– Lo siento, estoy muy eufórica, intentaré estar más tranquila.
Aproximadamente una hora después, finalmente estaba lista, mi vestido era como el de una princesa de cuento de hadas, me veía hermosa.
El cuarto donde se arreglaba mi prometido estaba frente a mí, así que decidí salir de mi cuarto y buscar a mi hermana, dicen que da mala suerte que los novios se vean antes de la boda, así que quise evitar acercarme a su habitación, pero yo realmente necesitaba hablar con Sarah.
Mi hermana era mi mejor amiga, no confiaba en nadie más que en ella y cuando estaba agitada, siempre me ayudaba a mantener la calma. Éramos completamente polos opuestos la una de la otra. Ella siempre fue decidida, un poco arrogante, siempre hizo lo necesario para conseguir lo que quería, sin importar los medios que usara, pero la amaba, incluso con sus defectos.
Siempre fui un poco más agradable, mucho más simple que el resto de mi familia, a pesar de que trataron de cambiar mis formas, diciendo que tenía que honrar mi apellido. Para algunas personas, incluso podría parecer muy tonta.
Caminé por el pasillo buscando la habitación donde ella se hospedaba, pero me detuve en la puerta cuando escuché más voces dentro de la habitación, una de las cuales conocía tan bien… ¿Qué estaba haciendo Rafael en la habitación de mi hermana?
La mansión estaba vacía por dentro, todos ya se habían ido al jardín donde se llevaría a cabo la ceremonia, pero las voces susurradas desde dentro de esa habitación no sonaban como una conversación.
Giré la perilla lentamente para no hacer ruido, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, tanto, que juro que podía escucharlo.
Mi respiración se volvió pesada, ya sabía lo que estaba pasando detrás de esa puerta, pero tenía que verlo para creerlo.
Mientras abría la puerta un poco, los sonidos que hacían se hicieron más fuertes, hiriendo mis oídos con tanta traición.
Mi hermana acostada con las piernas abiertas, recibiendo a mi futuro esposo, la escena se tatuó en mi mente, la doble traición proveniente de las personas en las que más confié en la vida.
Se formaron lágrimas en mis ojos, contuve la respiración para no hacer ningún ruido. ¿Cuánto tiempo habían estado engañándome? ¿Cuánto tiempo han mantenido esta relación, justo debajo de mis narices?
Me dolía el corazón, el maquillaje que me tomó horas hacer se me estaba chorreando por la cara, pero ignoré todos mis instintos para terminar con esa deshonra, aún escuchaba a Rafael susurrarle a mi hermana, medio entre gemidos, que esa sería la última vez, que ya no harían eso.
Me tragué todo mi orgullo, era casi la hora de la ceremonia, así que probablemente los dos ya estaban por terminar, cerré la puerta en silencio y me dirigí al jardín, donde ya estaban sentados todos los invitados esperando el gran momento.
Por supuesto, para mi vergüenza, la familia de mi prometido, que tenía un estatus social alto, llamó a reporteros para cubrir la boda y a miembros de la alta sociedad, pero ya no me importaba, nada podía ser más doloroso para mí que lo que lo vi en la habitación hace unos segundos.
Tan pronto como abrí las puertas corredizas que daban al jardín con la alfombra roja, todos voltearon a ver quién venía.
Sus rostros se llenaron de asombro al ver a la novia caminando sola por el pasillo, antes que el novio, con el rostro marcado por las lágrimas, eso sí, la escena debía ser digna de una película.
Los reporteros encendieron sus cámaras, comenzaron a tomarme innumerables fotos, mis padres corrieron hacia mí tratando de hacer que me detuviera, pero yo seguí por el pasillo, les anunciaría a todos la razón por la que cancelaba mi boda.
Mis suegros me miraron horrorizados por la situación, tal vez no conocían tan bien al hijo que habían criado, tal vez yo misma no conocía tan bien a mi hermana y mucho menos al hombre con el que me iba a casar.
– ¿Qué estás haciendo Melissa? ¡Vuelve adentro ahora! – Gritó mi padre, tan rojo como un camarón. – No seas tonta niña.
– Hija, escucha a tu padre, no expongas así a nuestra familia, no sabemos lo que está pasando, pero entremos y solucionemos las cosas como se debe.
Los dos caminaban persiguiéndome por el pasillo, tratando de detenerme y hacerme regresar, pero ya había tomado mi decisión, todos sabrían la vergüenza, no perdonaría a nuestras familias solo por tener un apellido, las avergonzaría por igual, al igual que Rafael me avergonzó.
Llegué al altar con un poco de dificultad, ya que mis padres trataban de estorbarme en todos los sentidos.
El micrófono estaba en su lugar y todos los invitados me miraban fijamente.
– Buenas tardes a todos, primero, quiero agradecerles por estar aquí, lamento haberles quitado el tiempo para absolutamente nada. – Dejé que lo absorbieran, y continué. – ¡Mi boda está cancelada! – Los murmullos estaban por todos lados, todos sorprendidos por la noticia.
Vi la mirada acusadora de mis padres y por las mismas puertas por las que había pasado, estaba mi ex-prometido, luciendo confundido y mi hermana un poco más atrás, mirándome con una sonrisa burlona en su rostro.
– Se cancela esta boda, señoras y señores, porque acabo de presenciar una escena que me da asco, mi querido prometido Rafael, teniendo sexo con mi hermana Sarah, los pillé en el dormitorio antes de venir aquí para acabar con esta porquería y desenmascararlos.
– Disfruten de la comida y la bebida, todo está allí fuera, no hay razón para desperdiciarlo, que tenga una buena tarde. – completé antes de ser arrastrada adentro por mi padre y mi madre.
Los dos me llevaron a donde estaban Rafael y Sarah, sus padres también me estaban esperando, todos con cara de haber visto un fantasma.
– ¿Que pasó? ¿Quieres negar lo que vi? Lamentablemente no hay manera, yo los vi, nadie me dijo. Fue con mis propios ojos que te vi apuñalarme por la espalda. – Hablé acusándolos, apenas entré.
– Melissa, por favor escúchame, puedo explicarte, yo…
– ¡No quiero escuchar tus mentiras, no hay nada que explicar! – Lo interrumpí antes de que intentara cambiar eso a su favor.
– La verdad es que nos enamoramos, pero él tenía miedo de decírtelo, miedo de que nos odiaras, se iba a casar contigo aun amándome, solo para no lastimarte. Él fue mi primer amor, traté de evitarlo, pero no puedes elegir a quién amas. – Mi hermana intervino en la situación, pero a pesar de que intentaba sonar como una buena chica, pude ver en sus ojos que estaba feliz con la situación y lo que ya me dolía, en ese momento me empezó a doler aún más.
Mi corazón sintió el golpe de cada una de esas palabras, los dos debían estar juntos desde hace algún tiempo. El dolor de saber que desperdicié tres años de mi vida dedicándome a él, mientras ellos dos me engañaban.
– Esto no se quedará así, es un escándalo. – Mi padre estaba rojo de nerviosismo. – ¡Tu hijo ha empañado el honor de mi hija e incluso ha convertido a la otra en una amante! – Dijo señalando a los padres de Rafael. – ¿Cómo sugiere que arreglemos esta situación? ¿Cómo? ¿Qué haremos para sacar nuestro nombre del barro?
– ¡Me caso con él! En lugar de mi hermana. Ambos nos amamos, solo queremos estar juntos, si mi hermana lo permite, viviremos nuestro amor de la manera correcta. – Y ahí estaba ella, la manipuladora que tan bien conozco, solo que no me imaginaba que algún día usaría sus trucos en mi contra.
Un golpe más a mi ya herido corazón, ¿cómo podría tener el coraje de pedirme tal cosa? ¿Cómo pudo mi propia hermana desear a mi prometido? Podía esperar eso de cualquiera, ¿pero de ella?
– Sarah, no, eso no es…
– Será así. ¡Te casas hoy! ¡Y no se atrevan a causar otra vergüenza, ya hicieron lo suficiente, todos Ustedes! – El padre de Rafael fue quien habló, sin dejar lugar a que nadie objetara.
Mi hermana estaba radiante, sonriendo y abrazando a Rafael y a mis padres, saltando de un lado a otro, mientras yo lloraba, herida por toda la ridícula situación.
– Melissa, quítate el vestido y dáselo a tu hermana, le pediré al chófer que te lleve a casa, no estás en condiciones de participar de la ceremonia, saldrás por la parte de atrás y al menos una de ustedes no se hundirá en la vergüenza. – me dijo mi padre sin ningún peso en su conciencia, sin una pizca de empatía por mi dolor.
Mi madre se me acercó tomándome del brazo y llevándome a la habitación donde me estaba vistiendo para caminar por el pasillo, para quitarme el vestido que con tanto cariño había elegido para mi gran día, para dárselo a mi hermana y que ella se case con mi prometido.
El dolor estaba adormeciendo mis sentidos, me quedé insensible, ya no reaccionaba a lo que me estaban haciendo.
– ¡Vamos, Melissa, quítate este vestido de una vez! Podrías haber evitado todo esto si hubieras hablado con nosotros antes de hacer este show, ¡ahora trágate las lágrimas y asume las consecuencias! – me dijo mi madre, mientras me desabrochaba los botones de la espalda.
¿Cómo tuvo el descaro de culparme? Yo no hice nada malo, ¡fueron ellos! ¡Ellos fueron los que lo hicieron!