Capítulo 4 – La propuesta

1567 Words
Melissa Salí del hotel lo más rápido que pude, tratando de no ser notada, no quería que nadie supiera que estaba allí después de todo ese escándalo en mi boda. Tomé un taxi, pero aún no me sentía cómoda para ir a casa, decidí que iría a la playa, a un lugar especial donde siempre me gustaba refugiarme cuando me sentía triste. Había una plataforma que conducía a una parte más profunda del mar, y al final había una pequeña glorieta con un banco, no era un lugar al que iba mucha gente, por lo que se convirtió en el lugar donde yo iba a menudo. El cielo estaba gris, señal de que en cualquier momento iba a llover, combinaba bien con mi estado de ánimo, ya no había color, me traicionaron dos personas a las que amaba. Caminé lentamente por la cubierta, mirando al horizonte, dejando que mi mente se deshiciera de todo el peso que había estado sintiendo. Pensé en el extraño con el que me acosté anoche, todavía no puedo creer que haya tenido tanto coraje, incluso en años que estuve saliendo con Rafael, nunca permití que me tocara y ahora en una noche de borrachera y enojo, me entregué a alguien que ni siquiera conozco. Qué gran tonta fui, ¿por qué pensé que hacer esto me quitaría el sentimiento amargo que tengo? Los recuerdos de la noche vinieron, aún podía recordar mucho y esta mañana cuando lo vi durmiendo, era un hombre muy guapo, su cuerpo era envidiable. Me alegro de no tener que volver a verlo, probablemente moriría de vergüenza. ¿Qué debe pensar de mí después de ayer…? Traté de cambiar la dirección de mis pensamientos, pero mi mente insistía en arrojar contra mí los recuerdos de todo lo vivido en un solo día. Me detuve al final de la cubierta, mirando hacia el mar, estaba empezando a llover un poco más fuerte, pronto el lugar no sería muy seguro para quedarse. Giré mi cuerpo hacia abajo para humedecer un poco las yemas de mis dedos, escuché pasos rápidos que venían hacia mí, así que rápidamente me di la vuelta. Dos hombres tenían las manos extendidas diciéndome que me calmara, estaban muy bien vestidos, pero eran grandes y daban miedo. – Señorita, le pido que se calme y se aleje de allí, el mar está bravo, no haga nada precipitado. – ¿De qué estaba hablando? – ¿Quiénes son ustedes? – pregunté confundida. Los dos parecían salidos de una película de agentes secretos, trajes negros, completamente iguales, sin expresiones… – Solo queremos que la señorita regrese sana y salva, podemos acompañarle. – No me voy a ningún lado contigo, no sé quiénes son ni qué quieren conmigo, ¡es mejor que se vayan! – Hice todo lo posible por sonar firme en mis palabras, pero la verdad es que estaba muerta de miedo. Me di cuenta por el rabillo del ojo cuando el otro hombre, el que no me hablaba, tenía su teléfono celular en la oreja, hablando en voz baja, por lo que no pude entender lo que estaba diciendo. Se acercaban lentamente a mí y yo me asustaba cada vez más, ¿qué querían esos hombres de mí? Yo no era nadie importante, ¿por qué alguien querría secuestrarme? – ¡Aléjense de mí! ¡Se lo estoy advirtiendo! – ¿Advirtiendo qué Melissa? ¿Qué puedes hacer contra dos paredes de músculo? Retrocedí unos pasos más, golpeando mi espalda contra la madera en el borde de la plataforma, luego subí y me colgué del otro lado. A lo que los dos se detuvieron en el lugar, donde me miraban asustados. Al fondo, noté que otro hombre corría hacia nosotros, con la lluvia y el viento, no podía saber quién era, podía ser o no alguien que me ayudara, o alguien que estaba con ellos. Miré hacia abajo, el mar estaba realmente agitado y el viento muy fuerte, sé nadar, pero incluso para alguien que sabe, es peligroso hacer lo que estaba pensando, pero si intentaban atraparme estaba dispuesta a saltar. – Señorita, no le vamos a causar ningún daño, solo queremos que regrese sana y salva. – ¡Entonces salgan de aquí! ¡Largo! No quiero ninguna ayuda. ¡Solo quiero que me dejen en paz! El hombre que venía finalmente llegó y mi mandíbula casi golpea el suelo, era él, estoy segura de que lo era. El hombre de anoche. ¡Debo tener mucha mala suerte! ¿Cuál es la probabilidad de que eso suceda? ¿Cómo estaba él aquí? ¡Pensé que nunca lo volvería a encontrar! Tal vez tengo suerte y él no recuerda quién soy. – ¡Melissa, baja de ahí! Es peligroso. – ¡El hombre sabía mi nombre! Sabía mi nombre, pero, ¿cómo? Nunca lo he visto antes. – ¿Quién eres y qué quieres de mí? – Debes saber quién soy... Te escapaste de mi habitación esta mañana, no creo que haya habido ningún lapsus en la memoria. Estoy segura de que si no hubiera estado tan asustada, estaría sonrojándome en este momento. – ¿Y qué quieres de mí? – cuestioné, pero antes de que pudiera escuchar la respuesta, perdí el equilibrio y terminé cayendo al mar. El agua salada me quemó la nariz y el pecho, porque tragué mucha por el susto. Luché por un tiempo, tratando de orientarme para poder nadar, pero sentí un fuerte tirón y el hombre que estaba hablando conmigo, el mismo hombre con el que desperté esta mañana, me estaba arrastrando de regreso a la seguridad de la playa. Ambos salimos del agua, cansados, aspirando el aire con fuerza en nuestros pulmones. – ¿Crees que vale la pena quitarte la vida por gente como ellos? – ¿Qué? ¿De qué estás hablando? No iba a quitarme la vida, ustedes fueron los que me dieron un susto de muerte. – ¡Qué escuchaste, no te hagas la tonta! – Dijo con una fría y altanera voz de mando. – ¡No vale la pena hacer algo tan estúpido! – ¿Y quién te crees que eres para decirme qué hacer? ¡Yo ni te conozco! – Tengo una propuesta para ti... ¡Cásate conmigo! Solo puedo tener agua en el oído o estoy loca, ¿qué dijo? ¿Casarme con él? Solo puede ser una locura. – ¿Estás jugando conmigo? Mira, no estoy teniendo un buen día, y ayudaste a empeorarlo un poco haciéndome caer al agua, me voy. Si me disculpas… – No estoy bromeando Melissa, lo digo en serio. Quiero que te cases conmigo, puedo ayudarte... y además, es mi responsabilidad asumir lo que hice, aún eras virgen y me siento responsable de lo que pasó. – ¿Ayudarme? ¿Ayudar en que? – Está loco, un hermoso y extraño lunático. – No hay nada de lo que hacerse responsable, yo también quería, somos adultos y podemos seguir adelante. – Puedo ayudarte a vengarte de ellos, tu hermana y tu ex-prometido, puedo ayudarte a que paguen por lo que te hicieron. – ¡No! ¡No! No me voy a casar contigo, y sabes qué, no me voy a vengar de nadie, los dos son iguales, son el uno para el otro! No descenderé a su nivel. – No merecen ser felices después de lo que te hicieron, si te casas conmigo, podemos darle una cucharada de su propia medicina. – ¿Y por qué te preocupas por eso? – ¿Qué le hace pensar que aceptaría tal locura y quién es él de todos modos? – Tengo mis propias razones. – Está bien, pero mi respuesta sigue siendo no. Me voy, me estoy congelando. – Te llevo a tu casa. – ¡No! ¡Gracias! – Me fui lo más rápido que pude, debe tener algún disturbio, ¿cómo alguien pide matrimonio así? Sin siquiera conocerlo. Tomé un taxi y me dirigí a casa, las cosas no podrían ser más raras hoy. Al entrar a mi casa me di cuenta que mis padres, Sarah y Rafael, estaban allí, ambos estaban abrazados y sonriendo, Sarah volvió a hacer las maletas y pasar unos días de luna de miel, todos estaban sonriendo, como si no acabaran de destruir mi vida. – Ah, mira a quién tenemos aquí, ¿dónde estaba la hermanita? ¿Qué estabas haciendo anoche, que no estabas en casa cuando llegamos? – ¿Y eso qué te importa Sarah? – Solo estoy preocupada por mi hermana, ¿vas a dejar que me hable así, Rafael? Estoy embarazada y no puedo estar nerviosa, podría afectar a nuestro bebé. – escucharla me da asco. – Entiendo que estés enojada, Melissa, pero por favor, respeta este momento de tu hermana. – ¡Son repulsivos! ¡Nunca serán felices después de lo que hicieron! Mi papá me dio una bofetada fuerte en la cara, él nunca ha estado de mi lado, nunca me ha dado la atención o el amor que le da a ella. – ¡No le digas estas cosas a tu hermana! – me gritó. Salí corriendo de la casa, no quería verlos más, a ninguno, ya no los soportaba. Afuera tropecé con alguien, mis ojos ni siquiera se enfocaban correctamente por las lágrimas, pero reconocí la voz cuando preguntó qué había pasado. – Acepto, acepto tu propuesta. ¡Quiero vengarme de ellos, de todos ellos!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD