Melissa Marcos y yo estábamos teniendo una animada conversación con sus compañeros, pero necesitaba ir al baño y echar un vistazo a mi maquillaje. – Cariño, necesito irme un momento, vuelvo enseguida. – le advertí y sonreí a sus amigos. Ha sido una noche maravillosa, pero no voy a mentir que todo lo que quiero ahora es ir a casa y comer palomitas de maíz en la alfombra de la sala. Entré a una habitación, que era una especie de camerino donde me preparé para el compromiso. Realmente necesitaba retocar mi maquillaje, mi lápiz labial estaba manchado por tocar la copa de champán que bebí. Seguí pensando en su discurso, todo se sentía tan real, me sentía como la mujer más suertuda del mundo. Un poco después escuché la puerta abrirse. – ¿Me tomó mucho tiempo? Iba de regreso… – Me di la v

