**Capítulo 5: "Vínculos Inquebrantables"**
¡Vamos por más drama en Roca Luna! Después de mandar a Malachai de vuelta a las sombras, el pueblo se tomó un respiro rápido, pero la paz estaba en la cuerda floja y la oscuridad aún merodeaba por ahí. Yo, Elara y Aric sabíamos que la batalla nunca se cerró del todo, así que nos pusimos manos a la obra para fortalecer nuestras conexiones y estar listos para lo que se venía.
La gente, agradecida con la tríada, armó fiestones que iluminaron la noche. Yo, ciego pero con buena onda, me sumergí en la música y los murmullos felices de la gente, tratando de absorber la alegría que flotaba en el aire. Elara, la organizadora oficial, tiró eventos que unían humanos y hombres lobo en una fiesta épica.
Mientras tanto, Aric, el líder redimido, lideraba a su manada hacia una era de convivencia. La aceptación crecía entre los aldeanos, que empezaron a ver a los hombres lobo no solo como bichos místicos, sino como aliados que cuidaban el bosque.
Una noche re tranqui, Elara y yo nos fuimos al claro del bosque, donde arrancó nuestra historia. Bajo el cielo lleno de estrellas, nos abrazamos, con los corazones latiendo al mismo ritmo. La música y las risas de la fiesta flotaban en el aire, pero en ese momento éramos solo nosotros y esa conexión que iba más allá de lo que se podía tocar.
—A veces siento que el mundo entero se borra cuando estoy contigo —tiró Elara, su voz llevada por la brisa nocturna.
Yo sonreí, mis manos tocando las hojas en el suelo.
—En la oscuridad, encuentro la luz en tus ojos y tus palabras. Sos mi GPS en este mundo lleno de sombras.
Elara se tiró en el pasto, mirando las estrellas, y yo me le uní. Juntos compartimos nuestras esperanzas y sueños, haciendo una conexión que desafiaba la oscuridad que todavía se asomaba.
Mientras disfrutábamos de nuestro momento zen, Aric, en su versión lobo, se nos unió. Su pelaje plateado brillaba bajo la luz de la luna. Sentimos una onda de unidad, una conexión que se mandaba al frente sin importar las diferencias y desafíos que habíamos enfrentado juntos.
De repente, una sombra oscura se coló entre los árboles. Era Malachai, volviendo con más bronca y sed de venganza. Elara se paró, desafiante, mientras yo y Aric flanqueábamos su lado.
—Pensaron que me iban a ganar tan fácil, ¿no? —tiró Malachai con una risa medio burlona—. Pero no entendieron lo poderosa que es la oscuridad.
Una ráfaga de energía oscura se largó, rodeándonos en sombras. Yo, Elara y Aric tuvimos que enfrentar otra vez la amenaza que creíamos haber superado. Nos preparamos para la batalla, con la determinación brillando como una vela en la oscuridad.
Mientras la oscuridad se cerraba sobre nosotros, un destello de luz salió de la tríada. Un poder combinado, alimentado por el amor y la redención, espantó la oscuridad de Malachai. La luz de la tríada se juntó, creando una barrera que dejó al brujo oscuro en modo estatua.
Malachai, frustrado y vencido, se retiró entre las sombras. La tríada, agotada pero ganadora, se abrazó, sintiendo la fortaleza de su conexión que no se rompe ni con alicates.
—La oscuridad puede intentar volver, pero juntos somos más fuertes —tiré, mi voz resonando con una seguridad que ni yo sabía que tenía.
Elara asintió, con su confianza indeleble.
—No importa cuántas sombras quieran envolvernos. Nuestro amor y unión siempre van a ser la luz que las manda a pasear.
Aric, en su forma de lobo, tiró un aullido que retumbó por todo el bosque, como un eco de la victoria que acabábamos de ganar. La tríada se levantó, lista para enfrentar los desafíos que el destino nos iba a tirar.
Así que en el claro del bosque, con la luna y las estrellas de testigos, Adrian, Elara y Aric se prepararon para el próximo capítulo de su historia, donde el poder del amor y la determinación iba a ser su guía en medio de las sombras y la luz.
(Continuará...)