Capítulo 5||

1761 Words
June Becket Muevo mis pies de arriba abajo mientras el viento fresco choca contra mi rostro, mi humor está de los mil demonios y el que tenga que soportar la risa chillona de Sofia lo empeora. No tenía pensado venir pero Camila pasó por mí temprano en la mañana y prácticamente me obligó a levantarme e improvisar las cosas que traje para este supuesto día de casa de playa. El barco se adentra en la zona azulada, las olas están calmadas y el ritmo que lleva el motor del barco permite disfrutar el paisaje. Los chicos se mantienen en el centro del barco tomando, conversan y cuentan sus historias con la música reggae-electrónica de fondo, mientras que yo me mantengo lejos, sentada en una orilla del barco costero con una lata de cerveza en mano. —Ya casi llegamos. —Comenta Jean a mi lado, lo conozco desde hace poco, es uno de los amigos de León y Mike, es un chico agradable. —Te ves algo aburrida. —Vuelve a decir observando mi rostro. —Y lo estoy. —Respondo encogiéndome de hombros. —Cambiarás de idea y de humor en cuanto lleguemos a la casa de playa. —Asegura con una sonrisa. —Eso espero. —Respondo dándole un trago a la cerveza, mientras el chico de cabello rojizo se mantiene a mi lado observando al mar. En total somos ocho, León, Eduard, Mike, Sofia, Camila, Jean, la novia de León y yo. El chófer del barco se detiene frente a la enorme casa crema y chocolatada de playa, es de madera y cristal y su diseño es sumamente lindo, tomo mis cosas, espero que todos bajen y Jean se hace un lado cediendome el paso. La mansión tiene más de diez habitaciones por lo cual no nos es difícil alojarnos, tomo la que está al final del pasillo, lejos de todos y del bullicio de los demás. Saco mi libro favorito de misterio, acción, crimen y con poco romance a la vez de mi bolso, el cual se titula "En las manos de un criminal", me tiro sobre la amplia cama que deja una vista exquisita al mar y retomo la lectura en la página que recientemente dejé. Los minutos avanzan y cada párrafo que leo me deja maravillada, el libro es realmente bueno. —June. —La voz de Jean con el toque suave a la puerta llegan a mis oídos. Me acerco hasta esta y la abro, Jean está con bermuda de playa y protector solar en el rostro, brazos y torso. —Ya nos vamos a la playa, ¿Por qué no estás vestida? —Inquiere observándome. —No voy a ir. —Respondo de inmediato y la leve decepción en su rostro no pasa desapercibida. —¿Por qué, no? Quiero mostrarte algo que estoy seguro que te va encantar. —Me dice. —¿Si? —Pide captando mi mirada. —Bien, dame unos minutos y me visto. —Respondo para luego de que él asienta con una sonrisa cerrar. Dejo un lápiz entre la página del libro, me visto con el único bikini rojo que traje, me lleno de protector solar y bajo con mis lentes de sol colocados. Solo está Jean, Mike y la idiota de Sofia abajo, todo se me acelera en cuanto veo el torso desnudo y completamente tatuado de Mike, quien trae una bermuda azul marino y una toalla blanca sobre su cuello, sus manos reposan en sus bolsillo y en cuanto Sofia me ve se pega a su brazo como una maldita sanguijuela, ruedo mis ojos y los enfoco en Jean, el cual me sonríe como bobo desde el sofá, se pone de píe y se acerca hacia mí sin borrar su sonrisa. —Estas guapa. —Toma mi mano y me obliga a dar una vuelta. — Muy guapa, vamos los chicos ya están en el mar. —Dice tomándome de la mano, lo cual me incomoda, alejo mi mano en seguida. —Sí, ya vámonos mi amor. —Sofia y Mike salen y Jean y yo salimos seguido de ambos. Hay bebidas por motón en las mesas playeras, parrilladas picaderas y un grupo de personas las cuales no conozco. —Ten. —Jean toma una bebida para él y me entrega una a mí. —El agua está fresca, pero te aseguro que esta parte de mar te va a gustar más. —Asegura volviendo a tomar mi mano y dios, empieza a molestarme, es un buen chico pero debe saber o escuchado que estoy saliendo con Will, no voy a engañarlo, mi descaro no da para engañarlo con alguien más. Vuelvo a sacar mi mano. —Si, vamos. —Acepto dándome un trago de la bebida. —Ven. —Se apresura a caminar y lo sigo, hay túneles de árboles verdosos hermosos, nos adentramos y nos vamos alejando de la multitud que grita, chilla, baila y se tira al agua. —Bien, cierra tus ojos. —Me pide deteniéndose, dudo pero termino haciéndolo. Volvemos a retomar el camino, y caminamos por un minuto más. —Bien, ya puedes ver. —Me avisa Jean y abro mis ojos de inmediato. El hermoso río azulado con un caño enorme de agua que brilla ante mis ojos, me deja maravillada. —¡Está hermoso! —Chillo observando todo fascinada, hay flores con colores intensos rondando toda el área. —No tanto como tú. —Se apresura decir y decido pasar aquello como desapercibido. —Quiero entrar. —Digo sacándome los lentes de sol. —Hagámoslo entonces. —Me toma en brazos y antes de que pueda reprocharle, se tira al agua conmigo en brazos. El agua tibia se siente genial en mi cuerpo, emerjo con facilidad, mientras que Jean permanece nadando bajo el agua. Me coloco bajo el caño, dejando que el agua caiga sobre mi cabello, lo echo a mi espalda y una mano enorme y suave rodea mi boca, intento quitarla, pataleo bajo el agua sin lograr nada, siento como con su otra mano toma mi cintura y sin darme paso a reaccionar tira de mí a través del caño de agua. La parte inferior del río pinta igual de hermosa, cálida y solitaria, intento volver a forcejear pero aquello queda a medias en cuanto Mike me voltea con brusquedad dejándome contra su pecho. —¡Eres un cabrón! —Le grito apartándome molesta con un empujón que logra distanciarnos unos pequeños y mínimos centímetros. —¿Por qué estás aquí con Jean? ¿No se supone que estás saliendo con Will? —Pregunta burlón. —Lo engaño contigo, ¿Qué más da si también lo hago con él? —Pregunto con una sonrisa, la cual expande la de él. —Escuché a la amiga de Sofia comentar que la tiene pequeña, así que ni pierdas el tiempo. —Comenta llevándose el cabello mojado hacia atrás. —Eso es algo que debo averiguar yo misma. —Respondo moviéndome a la orilla del río. —Si eso quieres. —Dice encogiéndose de hombros. —Si, eso quiero. —Miento, no es algo que le incumba después de todo. —¿Tú qué haces aquí? —Inquiero arqueando mi ceja. —¿Dónde dejaste a la patética de tu novia? —Pregunto y se ríe. —Está con Camila. —Responde acercándose. —¿La has dejado con Camila para seguirme hasta aquí? ¡Que grandioso novio eres! —Vocifero apoyándome sobre una roca. Mike termina de acercarse con su mirada puesta en mis senos, se posa sobre mí y lleva sus manos a mi cintura. —Grandiosa mi polla, la cual está sumamente ansiosa por follarte. —Suelta, dejándome sin aire, es un maldito sucio y aunque a veces lo odie, debo admitir que me encanta, me encanta su físico, su carácter, como me besa, como me coge, pero a pesar de todo eso, es imposible que me vea o imagine en una relación sentimental con él. Su lengua se apresura a lamer mi cuello, poso mi mano en su rostro y llevo mis labios a los de él, me permito disfrutarlos y saborearlos como tanto me gusta. —Me la dejaste como una puta roca anoche. —Reprocha sacando mis senos del sostén, para luego llevarse uno de ellos a la boca, lo chupa y devora con tanta agilidad que me hace agua la saliva. —Te ves bien en bikini. —Susurra llevando su mano bajo el agua al elástico del interior. —Pero debo admitir que sigo prefiriendo tu desnudez bajo mi cuerpo. —La piel se me eriza ante su contacto directo con mi intimidad y sin poder evitarlo me retuerzo bajo sus brazos. Dejo que me baje por completo el interior del bikini, y en medio de besos urgidos, intensos y desesperados libera su m*****o, lleva mis piernas a su cadera y me llena con tan solo una estocada que me lleva a ver más que las jodidas estrellas del cielo. —¡Dios! —Gimo desesperada, volviéndole a comer los labios por décima vez, mientras que sus estocadas fuertes e intensas me invaden. Los empollones y besos calientes continúan por largos minutos, y el centellear de emociones que abarca todo mi cuerpo me deja claro que ya voy a llegar, los fluidos intensos se vuelven uno con la eyaculación que derrama en mi interior, lo cual me recuerda que debo colocarme el aparato anticonceptivo ya. Los temblores y la sensación exquisita del orgasmo me deja débil, atontada, boba y sin fuerzas. Mike mantiene su mano tatuada en mi cadera y me deja sobre la roca enorme, mientras intento recuperar la respiración, él se mantiene como si nada, me coloca las bragas, electrizando nuevamente mi cuerpo, deja un beso en mi boca y se aleja para salir del enorme río que se conjunta con la playa. —¿A dónde vas? —Pregunto cuando logro normalizar mi respiración. —Debo volver con Sofia. —Responde acomodándose la polla bajo la bermuda. —Genial, vienes, me follas y vuelves con ella. —Gruño cabreada sin poder evitarlo, Mike rueda sus ojos con molestia. —Es obvio que voy a quedarme con ella el resto del día, por eso solo aproveche el momento. —Dice removiendo su cabello, ahora húmedo. —Y eso me sonó a reclamo ligado con celos, en verdad espero que no lo sea. —Escupe para luego marcharse sin darme tiempo de vociferar y el que me haya causado cierta molestia, me asusta, me asusta tanto como me irrita.
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