Capítulo 8||

2801 Words
June Becket Las paredes blancas, y el silencio absoluto que agudizan mis oídos, aumentan el dolor punzante en mi cabeza en cuanto recorro toda la habitación, en cuanto asimilo la soledad en la que me encuentro. El abdomen me duele como la mierda y se me es imposible el poder levantarme o inclinarme. Mis ojos se llenan de lágrimas, y tan pronto llegan, las elimino, este dolor solo es pasajero, y el que ninguno de los chicos este aquí no es algo que pueda sorprenderme, pero el que Mike tampoco lo este, me vuelve a llenar los ojos de lágrimas. «Esta bien, todo esta bien, siempre he estado sola después de todo» me repito volviendo a eliminar las lágrimas. La puerta de madera blanca se abre y el que León continúe aquí si que me toma por sorpresa. —¿Te sientes mejor? —Inquiere acercándose con ambos brazos cruzados. —No, me duele mucho la cabeza, el estómago me molesta tanto que ni siquiera puedo inclinarme, ¿Qué me hicieron? —Pregunto llevándome la mano derecha a la sien. —Tuvieron que hacerte un lavado estomacal, Jean te drogó, tu cuerpo no está acostumbrado a ese tipo de sustancias, por ello fueron tanto los malestares, y encima te embriagaste, lo cual lo empeoró. —Dice adentrando una de sus manos en sus bolsillos, saca un cartón de pastillas el cual extiende hacia mí. —La enfermera acaba de entregármelo abajo, tomate una ahora, te hará sentir mejor. —La tomo, saco una de ellas y me inclino el vaso de agua de la pequeña mesa junto a mí. —Gracias. —Me limito a decir cerrando mis ojos. Ese maldito de Jean desde un principio planeaba obligarme, es un enfermo, una animal, un patán. —Pasaste la noche teniendo alucinaciones, Mike estuvo aquí el resto de la madrugada, pero su padre lo llamó hace unas horas atrás y tuvo que irse, él y el resto de los chicos. —Continúa diciendo y asiento sintiendo algo de alivio en mi cuerpo. «Si estuvo aquí». León se quedó toda la noche... Se quedó, me trajo hasta aquí, y dios, ni siquiera le he dado las gracias por ello. Era el día de su cumpleaños, su fiesta, estaba disfrutando con sus amigos, con su novia, y yo estropee todo eso. «¡j***r!». —Oye León, yo... —Murmuro posando mis ojos en los suyos. —Yo, siento mucho haber arruinado tu noche de festejo, en verdad lo siento, y también te lo agradezco mucho, has sido el único que se ha quedado y... —Estoy aquí por que Mike me lo pidió, no confundas las cosas. —Aclara con su gesto particularmente serio, cortando mis palabras. —Lo demás lo hubiese hecho por cualquiera no tienes que agradecerme nada. —Vuelve a decir y arqueo mi ceja de inmediato. —No lo hiciste por Jean. —Le digo y endurece aún más su gesto. —Lo de Jean es diferente. —Establece alejándose a la puerta. —Iré por un café, la enfermera te traerá el desayuno en unos minutos. —Dice y se marcha. Dejo caer mi cabeza en la almohada, recordando el hecho de que, León me haya visto completamente desnuda, y declino dicho pensamiento de inmediato, a pesar de lo frío que es, se comportó muy respetuoso conmigo, y sin importar lo que diga, el que me haya cuidado bajo tales circunstancias es algo de lo que siempre, voy a estar agradecida. Los minutos pasan y la enferma no tarda en entrar con algo de sopa y fruta, me ayuda a recostarme contra el espaldar y deja los alimentos sobre mí, los cuales empiezo a comer con dificultad, para recuperar fuerzas y poder largarme de aquí pronto. —Le envíe algunos calmantes con su novio y al parecer están dando muy buenos resultados, su color de piel se nota más saludable. —Comenta la enfermera chequeando mis expedientes, y le sonrío sin negar, sin refutar nada, recordando a mi novio verdadero con quien no he podido hablar. —El doctor dijo que su lavado estomacal resultó muy bien, por lo que tan pronto lleguen los resultados mañana, podrá irse. —Vuelve a decir provocando que detenga la cuchara que va a mi boca. —¿Mañana? Quiero y necesito irme hoy ya me siento muy bien. —Respondo intentando moverme, pero la molestia en mi abdomen una vez más no me lo permite. —Necesitamos conocer los resultados antes de autorizar su salida señorita, y como ve, no esta recuperada del todo aún. —Contesta inyectando algo líquido en el suero. —Termine de desayunar, le he colocado un calmante para el dolor, tiene efectos secundarios, uno de ellos es la causa de sueño infinito. —Dice y continúo comiendo sin responderle nada. —Más tarde volveré. —Se despide y dejo que se marche. Como todo lo que me es posible, y vuelvo a recargarme sobre la almohada, León no vuelve en las próximas horas y nuevamente me quedo dormida, con el dolor en el abdomen intacto. Papá textea en el computador, y mamá se sienta a su lado con una sonrisa sugiriéndole algunas ideas y reorganizando sus carpetas, mientras yo me mantengo dibujando un hermoso arcoíris, con un bello paisaje de fondo. —A la señora Miriam le encantará esta idea. —Comenta papá dejando un beso en la frente de mamá, colocándose de pie, para luego besar mi mejilla. —Se la mostraré de inmediato, más tarde regreso. —Vuelve a decir emocionado alejándose a la puerta. —La madre de Mike es una gran empresaria, estoy segura que le dará el visto bueno a la idea de tu padre. —Me dice mamá con una sonrisa. —Y ahora si podré comprarte todas las muñecas y pinceles que quieras, princesa. —Vuelve a decir y sonrío extendiéndole el dibujo terminado. —Podré pintar mejor con los pinceles, ¿cierto mami? —Inquiero y ella deja salir una sonrisa detallando el dibujo. —¿Son Mike y tú, cariño? —Pregunta y asiento con un tono chillón en mis mejillas. —¿Te gusta? ¿No es así? —Vuelve a preguntar y niego automáticamente. —Es solo un buen amigo. —Respondo y ella vuelve a sonreír. —Claro, preciosa. —Contesta, terminando de organizar todo los papeles de papá en su carpeta. —Mami, si quieres a alguien lo ayudas sin importar que, ¿verdad? —Pregunto captando su mirada. —No siempre, princesa. -Responde inclinándose. —¿A quién quieres ayudar amor? —Pregunta y vuelvo mis manos puños con nerviosismo. —Sabes que puedes confiar en mí. —Susurra y asiento. —A Mike. —Contesto y mamá frunce su ceño de inmediato. —¿A Mike? ¿Qué pasa con Mike? —Cuestiona y... —June. —La voz suave de la enfermera me lleva a abrir los ojos. —Has dormido toda la tarde, no almorzaste y todavía no has cenado aún. —Refuta en cuanto abro mis ojos. —Ven. —Me ayuda a sentarme, dejando la bandeja con comida sobre mí. —Ya dejé en los sueros los nuevos calmantes, puedes volver a descansar en cuanto termines. —Dice y asiento dejando que se marche nuevamente. Esta vez digiero los alimentos con más facilidad, la cabeza ya no me duele y la molestia en mi abdomen es menos, termino y me recuesto tomando el control remoto de la tele frente a mí. Una señora algo mayor viene por la bandeja y los pocos envases vacíos, se marcha y cambio los canales sin encontrar una mierda que sirva, la vuelvo a apagar y dejo el control en el mismo lugar, volviéndome a recargar sin nada de sueño y con un aburrimiento infinito. Si tuviera mi móvil en mano las cosas fueran más pasables y el tiempo no pasara tan lento. León al parecer no volvió, o bueno quizás fue por el café a París, eso explicaría todo. Me siento sola, y algo ansiosa, mis pensamientos van y vienen, y los sueños con mis padres vuelven a ser constantes, cuando fallecieron me pasaba todas las noches, pero poco a poco fueron desapareciendo. El padre de Mike es muy exigente con el trabajo y a pesar de que el bar le pertenece por completo a Mike, también tiene que administrar algunos que otros negocios con su padre, ya que es hijo único, de lo cual no reprocha, de lo cual más bien está agradecido, ya que como siempre ha dicho desde pequeño, no quiere dispuestas, así como no quiere compartir sus bienes. Lo sé y por ello entiendo el que se haya tenido que ir. «Si fuera Sofia tal vez si estuviera aquí» Mi mente plantea tal pensamiento, el cual no hago más que ignorar. La puerta vuelve a abrirse, y cierto sentimiento de agradecimiento vuelve a fluir, en cuanto León se adentra con el pelo n***o húmedo y con una ropa casual, la cual no estoy acostumbrada a ver en él. —¿Has cenado? —Inquiere dejándose caer en el sofá y asiento. —Bien. —Responde acomodando su cabeza en el espaldar y... —¿Vas a dormir ahí? —Inquiero sin poder evitarlo. —No, en unos minutos me voy. —Contesta sacando su móvil del bolsillo, y me reincorporo molesta. No tiene por que quedarse, pero en serio, no quiero quedarme sola. —Acabas de llegar. —Me quejo y me observa con una de sus cejas arqueadas. —Por favor quédate. —Le pido y vuelve a posar su vista en el móvil, textea algo y... —Valery todavía está en casa, ¿Es eso, no? —Inquiero y levanta su mirada molesto. —Se largó con el resto, ya estás bien y puedes quedarte sola, no salgas con tremendas boberías. —Suelta cortante y simplemente asiento dándole la espalda. El sueño continúa sin venir a mi, y el que permanezca dos horas en la misma postura provoca que me duela el brazo izquierdo y el cuello, me muevo boca arriba y mis ojos se expanden en cuanto noto que León se ha quedado dormido en el sofá, es algo pequeño para alguien tan alto como él, y el que su cabeza este apoyada en el brazo del sofá con sus brazos cruzados, me saca una media sonrisa. «Si se quedó despues de todo». La habitación permanece fría, y los niveles suben en cuanto empieza a caer agua, hay una de las ventanas abiertas, y me pongo de píe con el leve dolor aún en el abdomen, me coloco las pantuflas y camino con pasos lentos hasta llegar a la ventana, la cierro y vuelvo a la cama, tomo una de las sabanas extras y me acerco hasta León, intento dejarla sobre él, pero antes de que pueda hacerlo coacciona tomando mi muñeca, la fuerza que ejerce es poco delicada y en cuanto intento retroceder, termino enredándome con la sabana y cayendo sobre su cuerpo. —¿Qué coños es lo qué haces? —Pregunta molesto dejando sus ojos jodidamente azules sobre los míos. Son muy azules, detallo, gracias a la poca distancia en la que hemos quedado. Intento pararme con rapidez, pero vuelvo a enredarme con la jodida sabana, cayendo una vez más sobre él, y lo putamente duro que se siente abajo hace que vuelva a llevar mis ojos a su rostro, lo vuelvo a detallar, y quedo atrapada por largos segundos en el hipnotizante color de sus ojos. —Muévete de mi encima, j***r. —Gruñe fastidiado, y trago saliva cuando unas poderosas ganas de besarlo me calcinan, ladeo mi rostro y me inclino para tocar sus labios, pero se pone de pie antes, conmigo en brazos. —¿Sigues con las alucinaciones o qué? —Se queja y espabilo removiéndome para que me suelte. ¡j***r, ¿Qué mierdas iba a hacer?! León termina dejándome sobre la camilla y tan pronto lo hace tomo las sabanas arropándome de pies a cabeza avergonzada. Escucho el abrir y cerrar de la puerta segundos después, y me quedo, entumecida, sumida en mis pensamientos. León es un chico frío y distante, es atractivo, lo sé, siempre lo he sabido, pero por dios, «¿Cómo iba a engañar a Will con él?» Maldita sea, no tengo un puto gramo de vergüenza, de dignidad. La mañana me toma despierta, y el ardor en mis ojos, hace que se me cierren por decisión propia, pero el que la enfermera entre junto al doctor quita toda intención de dormir por unos minutos. —¡Buenos días, señorita! —Saluda el doctor, mientras la enfermera se limita a sonreír en mi dirección con amabilidad. —Aquí tengo sus resultados, todavía no los he abierto, pero ya es hora de comprobar si esta todo completamente bien o no. —Dice moviendo el sobre con los resultados en su mano, y asiento recostándome en la camilla, el dolor en mi abdomen ya casi no lo siento, lo cual me llena de alivio, quiero regresar a mi casa, a mi rutina normal de trabajo, sabía que el venir aquí solo me ocasionaría putos problemas. —Bien... —Murmura procediendo abrirlo, mientras me mantengo en silencio, expectante. —¡Oh vaya! —Exclama acelerándome el pulso. —Los análisis tan solo muestran leve anemia, pero después todo en su totalidad esta bien. —Me dice y asiento con un gesto de sonrisa. —Le indicare algunas vitaminas, pero lo más importante es que mejore su alimentación, ¿bien? —Dice y vuelvo a asentir. —¿Y ya me puedo ir, no? —Inquiero desesperada y la enfermera sonríe. —Claro. —Contesta ella. —Cuide mejor de su salud, y de sus alrededores, señorita. —Me dice con una sonrisa y vuelvo a asentir de manera automática. —Bien, aquí tiene las indicaciones. —Me entrega el doctor una receta, la cual tomo de inmediato. —Tengo que seguir, así que buena suerte y espero no volver a verla, joven. —Suelta y esta vez si sonrío. —Gracias, yo igual. —Respondo dejando que salga. La enfermera procede a eliminar el suero de mi muñeca y dejo que lo haga mientras me pregunto que putas voy a ponerme para irme, tan solo tengo una bata, no veo mis zapatos, ni siquiera se como llegué aquí. —Su novio está firmando el papeleo abajo, espere aquí. —Me dice retirándose, y mi latido se desenfrena de inmediato, recordando la jodida estupidez, que estuve a punto de hacer. León no tarda en entrar con su semblante más frío de lo normal, trae mi mochila en mano, y la extiende dejándola sobre mí, mientras yo exhalo con lentitud, dejando mis ojos en su rostro. —Lo siento, lo de anoche, yo... —Titubeo como estúpida y me corta. —Apresúrate, te estaré esperando abajo. —Dice, retirándose de la habitación de inmediato. Y me coloco de pie maldiciendo entre dientes, mientras camino hacia el pequeño baño. No tardo en asearme, salgo y en cuanto abro la mochila para vestirme me encuentro con una muda de ropa nueva, un jeans y un polo ligero, los cuales me coloco sin refutar, no tengo más opciones y ya lo haré cuando baje y lo vea, los tenis negros me quedan al justo y en cuanto recojo todo me apresuro en largarme. Tomo el ascensor, y este abre sus puertas a los pocos segundos, dejando el rostro de León con un semblante fastidiado frente a mi rostro, está apoyado en un auto n***o, el cual de seguro es de alquiler y me acerco molesta hasta posarme junto a él. —No tenías por que comprarme ropa. —Reprocho cruzándome de brazos, y me ignora quitando el seguro del auto e adentrándose a él, me apresuro en entrar igual. —Solo tenías que traer una de las que ya tenía y ya estaba bien. —Continúo diciendo exasperándolo. —Tu jodida ropa está en el lavado. —Responde fastidiado. —¿Por qué? —Inquiero enfrascando mi mirada con la suya, y vuelvo a sentir curiosidad por sus ojos. —Por que estaba sucia quizás. —Responde en un tono irónico poco particular de él, que casi me lleva a reír. —Bien, gracias... —Respondo en un murmuro apoyando mi cabeza en el asiento dejando que empiece a conducir, recibiendo un total silencio de su parte. —Necesitamos comprar los boletos, debemos marcharnos hoy. —Vuelvo a decir con mi mirada puesta en la ventana. —Ya los he comprado. —Responde, causándome cierto atisbo de alivio. —Pero, el único barco disponible partirá mañana. —Repara, provocando que mi corazón empiece a latir como una jodida locomotora.
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