Capítulo 10||

2357 Words
June Becket El rostro de Will me detalla con absoluta rabia, y respiro hondo confirmando una vez más lo mal que siempre me salen las cosas, Will intenta acercarse a mí, pero el puñetazo que le propina León de vuelta lo manda al suelo, rebozando la boca de Will de sangre en cuestión de segundos, se acerca tomándolo de la polera y me apresuro en separarlos. —Por favor León detente, no quiero más problemas, todo esto es mi culpa, déjame hablar con él. —Le pido, alejándolo. Si con un puñetazo le saco sangre, con dos lo deja inconsciente. —¡Eres una maldita! Sospeché de que me engañabas, sospeché de que lo hacías con el idiota de Mike, realmente lo sospeché, pero con este, eres una persona repugnante, June. —Estalla, colocándose de pie con su mano en el labio partido, León vuelve sus manos puños de inmediato. —Por favor... —Vuelvo a pedirle, y remueve su cabello molesto. —Te espero en el auto. —Espeta abriendo la puerta, adentrándose, y asiento, acercándome a Will. —¿Cómo pudiste, June? —Inquiere en un susurro fastidiado, y termino de acercarme tomando su mano. —Yo... Realmente te quiero, no tienes idea de lo mucho que me gustas, lo mucho que me interesas, pensé que un futuro podría ser posible entre nosotros, pero tú... Acabaste con todo eso. —Murmura dolido, alejando su mano de mi agarre. —Lo siento, ¿vale? —Le digo y niega con su gesto cargado de decepción. —Iba a terminar, iba a terminar nuestra relación hoy, no soy una buena mujer para ti, Will, no estoy preparada para una relación, toda mi vida me he acostumbrado al papel de amante, y tienes razón al decir que soy repugnante, lo soy, y no tengo justificación, solo te pido que me perdones, ya dañé nuestra relación, no quiero que la amistad que una vez tuvimos también se termine. —Susurro y vuelve a negar. —No quiero una amistad contigo, no me imagino en una amistad contigo, June, mis sentimientos por ti van más allá, estás corrompida, solo necesitas de alguien que te guíe, estoy dispuesto a ser ese alguien, solo debes prometerme que vas a cambiar. —Dice suavizando su tono, dejando su manos en mis mejillas, dejando sus hermosos ojos marrones en los míos. —Solo tienes que prometerlo, June. —Susurra restando nuestra distancia, y dejo mis manos sobre las suyas. —Voy a cambiar, lo haré, pero lo haré por mi misma, por que necesito esto para sentirme completa, para sentirme bien conmigo misma. —Susurro, y asiente con la misma expresión de decepción. —Gracias por entenderlo. —Expreso envolviendo mis brazos en su cuerpo, y me recibe, dejando un beso en mi cabeza en cuanto nos separamos. —No lo olvides, te quiero, voy a estar aquí, y voy a esperar el tiempo que sea por ti. —Murmura, para luego dar la vuelta, y marcharse. Siento el peso más liviano sobre mis hombros, y suspiro, dando la vuelta, abro la puerta del auto de León, y me adentro encontrándolo con su móvil en mano, texteando como siempre, de seguro con Valery. Deja su móvil entre sus piernas y enciende el auto sin decir una palabra, sin levantar su mirada a mis ojos. Conduce adentrándose en la pista, y dejo mi ojos sobre él, por más tiempo del debido, detallando lo atractivo que es, recordando lo bien que se sintieron sus labios sobre los míos... Ese beso... ¿Quiere decir qué le gusto?, no, solo lo hizo para cerrarme la boca, tiene novia, «Me recuerdo», evaporando mis estúpidos e ingenuos pensamientos. Solo debo centrarme en una única cosa. Debo cambiar, debo cambiar por mí, para poder recuperar mi relación con Will, por que Will, es quien me gusta. —¿Qué tanto me ves? —Se molesta, y desvío mi mirada a la ventana sin contestar. Dios, ¿Por qué me siento tan tensa?¿Desde cuándo siento estos absurdos nervios? Mantengo mis ojos en la ventana el resto del transcurso, y carraspeo en cuanto se detiene frente a mi casa. —Gracias por traerme. —Le digo y rueda sus ojos, llevándolos a mi rostro. —Largo. —Espeta cortante. —¡Idiota! —Le grito, y salgo con la molestia multiplicada al triple, me adentro y escucho como rechinan las llantas en cuanto se larga. Me deshago del horroroso uniforme, y me dejo caer en la cama con tan solo la ropa interior. El jodido beso vuelve a mi cabeza, e inevitablemente llevo mis dedos a mis labios, y, es que se sintió tan jodidamente bien. Me coloco boca a abajo con la almohada sobre mi cabeza, y suelto un grito fuerte que queda atascado entre mis sábanas. Mis sentimientos, mis hormonas, siento que todo en mi está descontrolado. Vuelvo a colocarme boca arriba, y la luz de la bombilla avasalla mis ojos, en cuanto lo hago. Dejo mis manos sobre estos, y me reincorporo maldiciendo molesta. —¿Qué quieres? No te quiero aquí. —Dejo claro, en cuanto mis ojos se adaptan a la luz, en cuanto distingo el cuerpo de Mike apoyado contra la puerta de madera, con ambos brazos cruzados. —Necesitamos hablar. —Menciona acercándose, y niego reincorporándome por completo. —No tenemos nada de que hablar, es de madrugada. Lárgate que quiero dormir. —Contesto y me ignora, terminando de acercarse, sentándose a mi lado. —¿Qué pasa contigo? —Inquiere, posando sus ojos en los míos. —Has cambiado... —Murmuro dejando mi cabeza sobre mis rodillas. —Y esta bien que lo hayas hecho, por que yo también quiero hacerlo. —Suelto con un suspiro, y arquea su ceja de inmediato. —No he cambiado, simplemente estoy tratando de imponer y aclarar nuestra relación, yo tengo novia, tú tienes novio ahora, lo nuestro siempre a quedado entre nosotros, y bueno los chicos lo saben, pero no importa, solo mantengamos esto como siempre. —Dice, y llevo mi cabeza hacia atrás apoyándome en el espaldar de la cama. —Vuelve a trabajar al bar, perdona por lo de antes, Sofia es cada vez más intensa, no andaba de muy buen humor, además deje claro que no tenias que ir hoy y me desobedeciste. —Vuelve a decir, y suelto una pequeña risilla irónica. —No quiero que volvamos a tener la misma relación de antes nunca más, Mike. —Espeto, llenando su rostro de incredulidad. —No voy a volver a trabajar al bar, no puedes tratarme como te de la gana, no eres quien para hacerlo, y lo de Sofia me tiene sin cuidado. —Le digo, y muerde su labio, pasando su mano por su rostro. —June, no puedes estar hablando en serio, siempre hemos sido tú y yo, desde siempre hemos estado juntos, no me salgas con estas tonterías, si el imbécil de Will te está manipulando, le voy a romper la cara. —Advierte con un gruñido y niego volviéndome a apoyar en el espaldar. —Terminé con Will, me encontró besándome con León, de todas formas lo iba a terminar, pero... —Me corta. —¿Te besaste con León? —Inquiere colocándose de pie fastidiado. —No es el caso, no es tu problema. —Me apresuro en contestar y vuelve sus manos puños. —El punto es que no quiero más está relación de mierda, que no hace más que dañarnos. —Espeto, y sonríe con ironía. —¿Relación de mierda? ¿Ahora te parece una relación de mierda? —Inquiere, y me mantengo en silencio. —Esta bien, lo entiendo, ya no quieres más está amistad, ya no me necesitas, ¡Al diablo entonces! —Grita, largándose, provocando que la puerta retumbe por la fuerza que ejerce. Y me dejo caer sobre la cama nuevamente, el resto de la noche pasa con los pensamientos azotando mi cabeza. Al día siguiente, me levanto al medio día, me ducho y como algo rápido. Camino con suma lentitud, y en cuanto detengo mis pasos frente a la habitación de mis padres, espero a que se normalice mi respiración, y abro la puerta que se mantiene bajo llave, con suavidad, me adentro y mis ojos se llenan de lágrimas en cuanto los recuerdos invaden mi cabeza. La alcoba está exactamente como hace años atrás, los dibujos que pinté de pequeña permanecen sobre la cama, y los tomo, detallando cada uno, los coloco bajo mi brazo, y salgo sin detallar más, dejando la puerta bajo llave nuevamente. Regreso a mi habitación, y tomo el bolso, donde reposa el último dinero con el que cuento. Dejo la casa bajo llave, y salgo tomando el autobús. El centro comercial está sumamente atestado de personas, y tomo las cosas que necesito, dejándolas dentro del carito con rapidez. Me muevo a las filas, y choco con el carito de alguien más en cuanto doblo el segundo pasillo. —Siempre tan distraída... —Masculla Camila, Valery, quien reposa junto a ella deja su vestido en su carrito sin mirarme. —No te imaginas cuan feliz me hace el que te hayas largado, ver tu cara de zorra todos los días, me daba ganas de vomitar cada maldito día. —Suelta, y la ignoro continuando mi camino, pero vuelve a chocar mi carrito, interponiéndose. —Valery no sabe como defenderse, no le gustan los problemas, pero yo si, y como su amiga, te dejo claro que el que hayas arruinado su relación, no te hace mejor mujer, solo continúas haciéndote ver como más zorra. —Escupe, y llevo mi mano al puente de mi nariz, con mi paciencia al limite. —¿De qué diablos hablas? —Indago haciéndole frente, y se cruza de brazos, enderezando su espalda. —Sofia nos lo contó, llevaste contigo al maldito de León, te enredaste con él como lo haces con todos, y eso no es algo de lo cual alguien se sorprenda. —Espeta, y dejo mi cabello tras mi oreja, acercándome varios pasos a ambas. —León tan solo me ayudó, no me sentía bien por que el infeliz de Jean me había drogado, no pasó nada entre nosotros, no en ese momento. —Aclaro con la sangre vuelta lava, y Valery hace a un lado a Camila acercándose. —¿Cómo dices? Le reclamé, le grité, lo acusé sin ser cierto, ¿Por qué carajos no se defendió? ¡¿Por qué carajos no lo hizo, sino era cierto?! —Grita tomando mi muñeca con brusquedad, y me zafo de un tirón alejándola. —A lo mejor no quiere estar con una celopata, loca, que no confía en él.—Bramo y retrocede, con los ojos al borde de las lágrimas. —¡Cierra la boca, maldita! —Me grita Camila, tomando a su amiga. —Cálmate, si esto tan solo es una equivocación, arreglaran todo, ¿esta bien? —Le susurra, y me alejo tomando mi carrito. —¡Maldita! —La escucho volver a gritarme a lo lejos. Y la ignoro, terminando de dejar las últimas cosas que necesito en el carrito, y me coloco en la fila, la encargada factura todo con rapidez, y pago, volviendo a casa en cuestión de minutos. Dejo los alimentos que compré en el refrigerador, y voy a la sala con el resto de las cosas, las cuales acomodo y esparzo sobre la mesa del centro. Tomo lo que voy a utilizar, dejo el material cuadrado sobre el que voy a pintar en el suelo, y procedo a mezclar los tonos de la pintura sobre la paleta con los pinceles. Mantengo mi mente completamente en blanco, y me dejo guiar por mis instintos, termino desperdiciando el material y las pinturas, el dibujo queda horrible, sin sentido y sin vida, y dejo todo tirado marchándome a ver la tele, me paso el día tan solo en ello, acabando con todas las chucherías, sin volver a mirar los materiales. A la mañana siguiente vuelvo a intentarlo, acomodo bien la hoja, y desplazo los pinceles con suavidad, termino, volviendo a cometer los mismos errores, el dibujo queda más horroroso aún, y me pongo de pie pateando todo con rabia, no tengo talento para esto, el ser una gran artista, es una idiotez, que tan solo permanecerá en mis recuerdos y sueños de niña. Las semanas pasan y está vez no vuelvo a tomar los materiales, me paso cada día encerada, sin hablar con nadie, simplemente viendo la tele, ya casi no me quedan alimentos, y el dinero es nulo es mi billetera. Dejé la universidad en mi primer año, y el conseguir un nuevo empleo será un maldito reto para mí. Suspiro profundo y me dejo caer en el sofá con la decepción azotando cada mínima parte de mi cerebro. Las palabras de mi madre, sus halagos, los consejos de mi padre, sus ilusiones, ¿Voy a mandar todo eso a la mierda? ¿Me voy a rendir así, nada más? Niego, bajando al suelo, vuelvo a acomodar los materiales, intento nuevamente la corta operación de relajarme, dejo mi mente en blanco, olvido todo, a todos, y mi cabeza remplaza cierto hueco, con aquellos particulares, y hermosos ojos azules. La inspiración llega a mí de un momento a otro, y tomo los pinceles y la tableta combinando los tonos exactos, que me llevan a trazar cierta línea que resalta su mirada fría, cargada de fastidio y molestia, continuo desplazando los pinceles, doy los últimos retoques, termino, y esta vez quedo hipnotizada ante tal pintura, es tanto lo que me penetra, atormenta que, termino colocando el cuadro boca a abajo, con el corazón desbocado. El beso entre los dos, vuelve hacer invocado por mi jodida cabeza, y me voy al cuarto de baño, quitándome todo, adentrándome bajo el caño de agua fría, tratando de eliminar dicho recuerdo, el agua no me ayuda en lo más mínimo, a aclarar mis pensamientos, y me vuelvo un ovillo bajo el caño, reconocimiento lo mal que estoy, reconocimiento que... «Necesito ayuda, definitivamente la necesito. »
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD