— Conocí a un chico muy lindo, me ayudó a llevar los cafés a la sala de reuniones, sus ojos son gateados, ya sabes , una mezcla un poco extraña. A veces verdes… o amarillos, casi pareciera que cambian de color. El asunto es que siempre, cada vez que me ve, me pone nerviosa…¿Crees que debería pedirle una cita?.
Miré por la orilla de mi vaso a Kathy y negué.
— ¿Por qué no dejas que él tome la iniciativa?.
— por razones como esas — Señaló — Sigues siendo virgen.
Me encogí de hombros, terminando hasta el último trago mi bebida y chupando la rebanada de limón que estaba en el vaso.
Me estaba comenzando a sentir mareada, el alcohol y yo no éramos buenos cuates y aún así nada, absolutamente nada, me hacía parar.
Habíamos decidido salir a distraernos un poco, aprovechando que ambas teníamos
