( … )
— ¿Cuánto te pagó? Se sincera.
Parpadeé un par de veces y ladeé la cabeza sin entender.
— ¿Pagar?.
— Mi nieto. — aclaró. — tiene un carácter de perros, así que no me sorprendería que todas las asistentes que ha tenido, solo han durado una semana, pero tú ya tienes casi cuatro meses.
De hecho, ya los tenía.
— Bu-Bueno, son cuatro mil dólares. — confesé avergonzada.
Batió la mano en el aire con desinterés y le restó importancia.
— eso ganaban las otras y siempre terminaba por despedirlas. Nunca ha sido muy paciente.
Sonreí.
Eso sí lo sabía, solo que conmigo sí lo era.
— Te admiro. — la pequeña castaña que también se llamaba Miriam, todo los ojos y sin que lo notara, sonreí.
Ese gesto era muy parecido al que siempre hacía Andrew.
Así que era de familia.
— Sí, Andrew es un
