Nos había robado la única persona de la que jamás llegué pensar que fuera capaz. Estábamos varados en un lugar extraño, sin teléfono, dinero o un mapa para guiarnos y todo, por la culpa de mi jefe. — ¡Es insoportable! — gritó Andrew, logrando un bufido por parte de Dave. Yo solo había preguntado que si de verdad eran hermanos y él, que no aguanta nada, se había ofendido. Es que uno parecía un príncipe de cuento y el otro… Era la versión bonita y atractiva de Shrek. Un simple comentario fue suficiente para que Andrew explotara. — ¡¿Perdón?! ¡¿Quién es el que vive esclavizándome?! — ¡¿Yo te exclavizo?! ¡No contestas el teléfono, no ordenas mi agenda y nunca haces nada de lo que ordeno! — ¡Ya basta! — Dave detuvo el auto. — denme sus teléfonos. Andrew y yo nos miramos extrañados. —

