Al cabo de media hora estuvimos en el departamento de Andrew, un lugar digno de él. El edificio era gigantesco, cada departamento tenía su balcón, estaba hecho quizá de en un 60% cristal y 40% concreto.
Olía a lujo y dinero.
— ¿No piensa llevarme a la cama?. — preguntó de pronto.
Mis mejillas se tornaron de un rojo ardiente, tan ardiente como sus palabras.
Son vacilar, negué.
— lo siento, señor, tengo novio y que las cosas no estén bien entre nosotros no quiere decir…
— White.
— que le voy a fallar…
— White…
— además, al menos espero tres citas antes de pensar en hacer… eso, usted ya sabe.
Soltó una carcajada ronca, robando un escalofrío de mi cuerpo.
— Ni aunque me secuestre y me obligue, White.
Me guiñó un ojo y salió del auto.
De acuerdo, más idiota no podía ser, así que es
