Capítulo 2

2863 Words
—¡¿Por qué mi mami me dejó solito?! —Llora con todas sus ganas. Despertara a todo el vecindario. —No digas eso pequeño, yo estoy aquí, no estás solo. —Me acercó para consolarlo. —¡Ay no! —Cubre su rostro como si le preocupara que yo esté a cargo—. Estoy solo, ¿y ahora quién me dará comida o teta? —Sigue llorando y no sé cómo mierda controlarlo. Eso suena como si no fuera el mejor padre del año, cualquiera diría que los abandono y por eso Gabriel no cuenta conmigo. Matteo y Antonella no fueron tan difíciles, pero Gabriel provoca darlo en adopción de vez en cuando, normalmente me arrepiento después de lo que digo porque a veces las locuras de ese pequeño alegran mis días. —Gabriel. —Lo tomé y lo cargué—. Mamá ya viene, no llores más, ¿si? Todo está bien, tu no estás solo. —Seco sus lágrimas. —¿No estoy solo? —Era un nene de tres años, hablaba como si estuviera consciente, pero a la vez no sabe que significa. —No pequeño, si realmente estuvieras solo, no habría nadie en la casa, no estaría Matteo, Antonella, tu mamá o yo, ¿entiendes? —Él asiente con delicadeza. —Pero sin mamá me siento solo, porque ella me da la teta. —Se acurruca en mi pecho. —¿Qué sucede papá? —Entra Antonella soñolienta. Y si no fuera porque es fin de semana, Sam me estuviera ahorcando porque tendrían que levantarse temprano para ir a la escuela. —Mi mamá me dejó solo. —Gabriel llora nuevamente ignorando lo que había dicho, tampoco voy a juzgarlo, es un nene. —No sabía que “solo” es tu nuevo nombre papá —bromea Matteo también entrando a la habitación. Mierda, Sam va a matarme. —¿Qué hacen todos aquí? Deberían estar durmiendo en sus habitaciones. —Veo como Matteo y Antonella se acercan a la cama y se acuestan en ella. —El llanto de Gabriel nos despertó y sabes que nos cuesta retomar el sueño una vez que ustedes nos han ayudado a dormir —explica Matteo mientras se acurruca en la cama. —Si papi, ¿podemos dormir contigo? —pide Antonella con un puchero. —¿Y dónde dormirá su madre? —Claro que la cama era lo suficiente grande para que durmiéramos todos, pero Sam y yo somos pareja, necesitamos privacidad por las noches después de un día duro de padres. Samantha. —Hola Patrick. —Saludo a mi jefe cuando lo veo en la oficina. —Hola Sam, disculpa la hora. —Me regala una sonrisa penosa. —No se preocupe. —Le sonrío y luego camino a mi oficina para buscar los libros. Escucho unos pasos detrás de mí, pero no les doy importancia, seguramente Patrick me dirá algo. —Estas mal gastando pasos, porque yo tengo los libros —se burla y eso hace que me detenga. —¡Oh, claro! —Me volteo para encontrarlo con unos cuantos manuscritos. —¿Cómo están tus hijos? —me pregunta de ida acompañándome a la salida. —Están bien, Alessandro llegó a casa y bueno, ahora deben estar durmiendo muy felices —dije muy alegre. —¿No crees que Alessandro ya debería madurar? —presiona el botón del ascensor y lo miré extrañada. —¿A qué te refieres? —No había ningún sentido, mi pareja es muy madura. —Pues que ya debería estar jugando a ser el artista y encargarse de las empresas y de su familia. —El ascensor llega a nosotros y yo me adentro. —Es si sueño y lo apoyamos como familia, así como él nos apoya a nosotros. —Le doy media sonrisa—. Hasta luego señor Patrick, nos vemos el lunes —digo antes de que se cierre el ascensor. Era mi jefe y todo, pero no me gustaba que se entrometiera en mi vida. Ni siquiera me peleba cuando inicie, todo comenzó desde que le presenté a Alessandro, Patrick se ha portado sumamente extraño. Llego a casa con las ganas de acostarme con mi pareja, si no estábamos casados, realmente no sabía cómo decirle. Estaciono mi coche y salgo de él con los manuscritos, camino hasta la puerta del garaje y entro a la cocina, dejo las llaves en el llavero. Sigo caminando y subo los escalones, me dirijo a la oficina personal y dejo los trabajos ahí, los revisaría mañana. Cuando voy de regreso por el pasillo para llegar a mi habitación, escucho la voz de mi dulce Alessandro. Provenía desde la habitación de Gabriel, seguramente se volvió a despertar buscándome. Me asomé por un pequeño espacio libre entre la puerta y el marco, y lo vi, Alessandro estaba acurrucando a Gabriel en su cama, a veces no me creo que hayamos pasado por tanto y heme aquí. Fuimos unos tóxicos, pero supimos llevar las cosas para sanar como pareja, porque nos amamos, seamos tóxicos o no. Dejo que Alessandro siga haciendo lo suyo y me voy a nuestra habitación, estaba cansada, no fue un día fácil, tener a tres hijos no es nada fácil. Me quito los zapatos y me arrastró a la cama como una serpiente y me aferró a ella como si mi vida dependiera de ellos. —Nena, no te escuché entrar. —Alessandro entra a la habitación y yo me volteo para poder mirarlo. —No quería despertar a nadie. —Le sonreí. —Y si así quisieras, no lo lograrías, duermen como ricas cuando estás tu, pero cuando te vas, es como si una alarma de tsunami los hubiese despertado —bromea mientras se acerca a la cama y se acuesta a mi lado y me hace reír. —Aunque no lo parezca, te extrañan. —Estiro mi mano y sobi su mejilla con delicadeza. —¿Ah sí? Pues todos quisieron dormir aquí hasta esperar que llegaras, cada vez pesan más, no se de dónde tomé fuerza para llevárselos a sus habitaciones. —Se niega para sí mismo sin poder creerlo. —Gracias. —Exhalé con alivio. —No tienes porque, son nuestros hijos. —Él posa su mano en mi cabello y disfruto de su caricia. Cómo me gustaría que él estuviera más tiempo aquí… mierda, no, no puedo dejar que los pensamientos de los demás me invadan, nosotros estamos bien como estamos. Lleva sus manos a mi cintura y me monta arriba de él, yo me inclino y enrollo mis dedos en su cabello, escondo mi rostro entre su hombro y su cuello para dejarle pequeños besos en su piel. Él pasea sus manos por mi cuerpo con deseo y los deja en mis nalgas para apretar las y luego nalguearlas, yo lo miré alertada. —Alessandro, nuestros hijos pueden escucharnos. —Desorbito los ojos y miro la puerta de nuestra habitación que está cerrada. —Los dormí muy bien, además, ¿cuál es el problema de que nos escuchen haciéndole otro hermanito? Me lleno de adrenalina cada vez que estamos en esta situación. —Toma mi mentón haciéndome verlo. Amo cuando hace conmigo lo que quiere, lo besé con intensidad, lo que dijo me había provocado mucho. El beso se profundiza, se vuelve apasionado y caliente, o tal vez soy la única caliente como siempre. Él levanta sus manos y sostiene mi rostro entre sus manos, nos separa del beso y une su frente con la mía. —Preciosa, debes estar muy cansada. —Él ya había captado mis otras intenciones. —La cama no se irá a ningún lado si gozamos en ella primero —dije provocativa moviendo mis caderas—. Quiero hacerlo ahora —susurro contra sus labios y luego me los humedezco. —Eres una incitadora. —Cierra sus ojos para no caer en el pecado. —Puedes cerrar tus ojos, pero nada evitará que te siga tocando y moviéndome de esta manera. —Bajo una de mis manos para sentir su falo sobre el pantalón pijama. —¿Estás segura? —Lucha en contra de su voluntad y me encanta cuando lo tengo así. —Amor, deberías aprovechar de partirme antes de que te vuelvas a ir. —Abre sus ojos de golpe por lo excitante que se escuchó eso. Alessandro. Con una mierda Sam, sabes cómo excitarme y no sé cómo negarme, cuando uno se preocupa por ellas, ellas quieren tener sexo distrayéndonos de nuestra preocupación en cuidarlas como se debe. De solo pensar que me lo iba a mamar, me hace temblar de placer. —Pero soy un buen hombre, así que es mejor que descanses —mis palabras salen, pero mis acciones son nulas. Ella se muerde el labio sin dejar de mirarme, hace esas mismas caras cuando se está masturbando. Mi falo ya estaba más que erecto gracias a ella, me vuelvo loco por ella, mierda, la amo, me encanta todo de ella. —¿De dónde vienen esas repentinas ganas? —La veo divertido. —¿De que hablas? Siempre las tengo. —Se despega y se quita la camisa para dejar sus grandes pechos al aire. Bendito seas Gabriel que aún le sale leche, gracias Dios por agrandar sus senos después del embarazo, soy amante de los culos, pero en San, me encanta todo. —Sam… —Me interrumpe. —¿Acaso quieres que te suplique? —Arquea una ceja mientras manosea mi pecho. No sabía cómo responderle, sus caderas se mueven tan bien que ya quería estar dentro de su estrecha cueva. Ella retrocede un poco y tomo mi mono para quitármelo con el bóxer, toma mi falo y lo frota trayendo calor a mi piel. Le sostengo la mano y la detengo, esto es inapropiado, no es que no la desee, solo que siento culpa por estar ausente, sé que ella hace todo con los pequeños y debe estar cansada, no quiero llegar yo para agotarla más con algo que ni siquiera se debe exigir. —Samantha, por favor. —Su piel se tenso y sino su brazo—. Preciosa, no quiero que te veas obligada a hacerlo solo porque no tenemos mucho tiempo juntos o porque pienses que lo necesito para no montarte cacho o algo así. —¿Por qué lo pones tan complicado? Solo tengamos sexo y ya. —Se defiende. —¿Complicado? Solo trato de cuidarte. —Mi tono de voz sube y trato de calmarme porque no es el indicado, no quería empezar una discusión ahora. —No hago esto para evitar un engaño, simplemente que te extraño Alessandro. —Se pone triste y se baja de mí sentándose a mi lado, ahora me siento peor, mierda Alessandro, solo sabes cagarla. —Amor, te deseo demasiado, más de lo que puedas creer, pero más te amo. —Me siento para estar a su altura y beso su frente. Ella no dice nada, ¿acaso creía que no la deseo o que tengo a otra? Podría reírme en este momento, o sea, ¡mírenla! Es una maldita diosa, no se compara con nadie. —Necesito que regreses y seamos una familia unida Alessandro, no solo es por el sexo que lo necesito tanto como tú, ¿Cuándo le dedicaras más tiempo a tu familia? —Deja de mirarme y cubre su rostro entre sus manos—. A veces creo que los rumores son ciertos de tu supuesto romance y por eso no te vienes definitivamente… —La detengo. —Nunca pienses eso, nena, solo hacen rumores por nuestra conexión en la serie. —Bajo sus manos para que me mire y me acerco a sus labios para besarlos. Por suerte, este beso nos ha calmado, meto mi lengua en su boca y escucho un runruneo de su parte volviéndome a excitar. —Dímelo Alessandro. —La vuelvo a subir en mis piernas. —¿Qué cosa nena? —Toma mi cabello y lo gala un poco con fuerza hacia atrás, eso fue muy dominante, pero tentador, eso me pone más duro. —Lo mucho que me deseas, algunas veces solo necesito escucharlo. —Mis toman sus caderas y suspiro. Si Sam me leyera la mente, podría meterme preso por las cochinadas que tengo pensado hacerle o tal vez eso la provocaría más. Pero ella tiene razón, debo comunicarme más o sino esto a la larga nos traerá problemas. La miro a los ojos y estos se conectan muy bien a los míos, me humedezco los labios y me preparo para hacer lo que me pide. —Sam, a veces no es necesario. —Rozo mis labios con los suyos y tomo una de sus manos para llevarla dentro de mi pantalón—. Ves lo duro que me pones, te deseo tanto que solo pensarte estoy así y tienes razón, quiero esto tanto como tú lo quieres. Ella me sonríe aliviada y en un movimiento rápido la acuesta colocándola debajo de mí, pero sostengo mis brazos en la cama para no aplastarla. —Pero no lo haremos ahora. —Sonreí, ella me pone los ojos en blanco y se ve algo malcriada. —Por favor —insiste y me niego. Sin embargo, me da acceso a su cuello y yo no puedo evitar besarlo, pero solo hasta ahí, los sonidos que hace con su boca me informa que le gusta mis besos en su cuello, mordisqueo levemente y ella suelta un quejido. —Tengo un buen lugar donde puedes hacerme eso. —Sujeta mi cabello y me detengo a mirarla. —¿Qué? —Había escuchado bien, pero creo que aún no lo procesaba. Ella me lanza una sonrisa traviesa y enrolla sus piernas en mi cintura dándome la señal. —¿En serio? —dije extrañamente entusiasmado, y ella asintió—. De acuerdo. Dejo un beso en sus labios y desciendo estos por su piel, bajo hasta sus pantalones y se los quito con rapidez, luego también le quito la bragas y abro sus piernas. Esto iba en contrato de lo que estaba diciendo, ¿no? No, no creo, ella no hará nada, yo haré todo el trabajo sucio, así que de cierta forma estaría descansando, tal cual como un spa, le daré masajes con mi lengua en su exquisita humedad. No me quejo la verdad, Samantha es deliciosa, ella me ayuda y recoge las rodillas dándome más comodidad, sacó mi lengua y estoy listo para lamer su coño, pero… —¡Mami! ¡¿dónde estás?! —La voz de Gabriel nos interrumpe. —Mierda —gruñe Sam de mal humor—. ¡Dios! Solo déjame disfrutar de mi pareja —proclama mirando al techo y eso me da algo de risa. —Tranquila nena. —Me levanto con cuidado y le alcanzo una bata. Gabriel no le importaba si la puerta ya estaba cerrada, buscaría la manera de entrar, por suerte Matteo y Antonella saben las reglas que primero deben tocar antes de entrar, sabían que en cualquier momento nosotros podríamos estar desnudos, teníamos nuestro derecho a hacerlo como pareja, de alguna manera había que enseñarlos a respetar, pero el más rebelde era Gabriel, era como si él fuera nuestro padre. —Luego de que lo duermas, podremos seguir o en la mañana. —Me acomodo mis pantalones y ella se levanta. —Tu sabes muy bien que hay que levantarse temprano a darles de comer y Gabriel no seguirá durmiendo hasta que amanezca conmigo, de lo contrario, seguirá despertándose —me recuerda. —Vaya, al menos te chupará las tetas, ya tengo a alguien me reemplace —bromeo y ella me lanza sus jeans que había dejado caer en el suelo para comerme su coño hace un instante. —No me parece gracioso Libertella. —Me fulmina con la mirada. Me excita verla frustrada cuando no consigue sexo gracias a que tenemos que atender a nuestros hijos. —Nena, no me llames así, lograrás que nuestro hijo vea mi erección. —La tomo de la cintura y la apego a mí. —¡Ya basta! —Se dirige a la puerta para abrirle al pequeño mini yo. Me encantaba torturarla de esta manera, era divertido y excitante, me encanta y no me cansaré de pensarlo, amo mi vida, se los juro En cuanto ella se voltea, tiene a Gabriel cargado en sus brazos, ella camina hacia la cama y lo recuesta en ella. Sam se acuesta en el medio y pone una almohada en la orilla de la cama por si Gabriel se cae, Sam apoya su codo en otra almohada debajo de su cabeza, descubre su seno y amamanta a Gabriel. Él ya estaba un poco grande para eso, pero no sabía cómo quitárselo, además, el pediatra dijo que no había que quitárselo hasta que Gabriel quisiera, mientras ella siga botando leche, lo mejor era que Gabriel se alimentara de ellas, pues estás le daban beneficios que hasta la propia comida. Hola, disculpen la tardanza, es que quiero adelantar algunos capítulos para actualizar diario durante un mes en específico y así terminarlo con esa actualización diaria.
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