Capítulo uno

2368 Words
Los curiosos ojos de Julia revolotean alrededor del mar de rostros de estudiantes recorriendo los pasillos de la escuela emocionados por el fin de las clases y el inicio de lo que augura ser un grandioso verano para todos. Se muerde el labio nerviosamente y se apoya contra la puerta de su, ahora, antiguo casillero completamente vacío. -Entonces ¿Qué estamos buscando? Julia pone los ojos en blanco al reconocer la voz de Regan, su mejor amiga, y se gira para encontrarse con un par de ojos azul tormentosos y una sonrisa cínica posados en un perfecto -palabras de Julia- rostro de porcelana. -Un alma caritativa que me ayude a llevar mis libros hasta el auto -responde la joven. -Oh, pobre de ti -se burla Reagan-. Solo eres la porrista más sexy de la escuela. Con un simple pestañeo podrás detener esta aglomeración de hormonas y lograr que cualquiera cargue tu bolso por ti. Julia pone los ojos en blanco, pero luego le da esa sonrisa coqueta y pestañea en su dirección. -Así que si crees que soy sexy -bromea Julia. -Tengo ojos, Hill -responde Reagan con indiferencia-. Y el hecho de que seas parte del 1% de la población te hace destacar ante todos -señala el cabello pelirrojo y los ojos azul cristalinos de su mejor amiga. Julia suelta una pequeña risita, inclinando la cabeza hasta apoyarla en la puerta de metal del casillero. -Qué suerte la tuya de conocerme, entonces -vuelve a pestañear y carraspea- ¿Cargarías mis cosas al auto? Reagan echa un vistazo al bolso lleno de libros y niega con una sonrisa divertida. -Lo siento, roja -encoge sus hombros y se empuja lejos del casillero-. No caeré en tus encantos. Aun debo hablar con el entrenador. Julia jadea indignada al ver Reagan alejarse lentamente. -Eres una mejor amiga muy malvada, Campbell. Reagan suelta una suave carcajada y le lanza un guiño que provoca un estremecimiento dentro de Julia. Un cosquilleo la recorre de los pies a la cabeza y se cruza de brazos, apretando su pecho para impedir que su mejor amiga escuche los fuertes latidos de su corazón. -Estoy segura que cualquiera estaría feliz de tomar mi lugar. La pelirroja niega, pero la sonrisa divertida se abre paso a regañadientes y le cubre el rostro por completo. Sus mejillas se estiran tanto que duelen y siente como el sonrojo empieza a escalarle por el cuello. -Supongo que te veré luego -dice en medio de un carraspeo. Reagan se detiene y se muerde el labio inferior. -Aun debemos averiguar que tienen planeado para este verano -le recuerda. -Yo no tengo la menor idea -dice Julia-. Ya sabes que les gusta sorprendernos. Los ojos azul acero de Reagan brillan divertidos mientras su rostro se contorsiona en una sonrisa. -Nuestros padres pueden llegar a ser... -Tan inmaduros -termina Julia-. Lo sé. -Sí -asiente Reagan con los labios apretados-. Y tan vergonzosos, no sé si alguna vez pueda volver a Cancún sin sentirme avergonzada. Las mejillas de Julia se sonrojan furiosamente ante el desagradable recuerdo del verano pasado. -Oh, Dios -gime y se cubre el rostro ante las risas de su mejor amiga-. Creo que fuimos brutalmente vetados de la ciudad entera. -Alguien debería recordarles que sus años de juventud ya pasaron -bromea Reagan-. Ahora es nuestro tiempo. -Seria genial hacer un viaje solo nosotras -medita Julia, descubriendo su rostro-. Y los chicos. Reagan asiente. -Así evitamos que nuestros padres destruyan propiedad privada. Julia suelta una suave carcajada. -Somos más responsables que ellos -afirma con seguridad. -¿Quizá el próximo verano? -considera Reagan en voz suave, casi pensativa y con una apenas perceptible nota tímida-. Después de todo, será el último. -Quizá -asiente la pelirroja con la voz entrecortada. -Quizá -repite Reagan con una suave sonrisa, y luego se da la vuelta. Julia no aparta la mirada del camino por el que se dirige su mejor amiga ni siquiera cuando la pierde en la multitud de adolescentes hormonales. -Tiene un buen culo -murmura una voz a su lado. -Un muy buen culo -dice otra voz, que se escucha sobre su cabeza. Julia pone los ojos en blanco, reconociendo las voces de las dos personas junto a ella, y se gira con los brazos cruzados sobre su pecho. Annie le guiña un ojo mientras lima sus uñas despreocupadamente y Cindy arquea una ceja y sonríe en reconocimiento. -Este jueguito que se traen ya es un poco cansado -añade Annie con una sacudida de mano. -El baile más largo de la historia -agrega Cindy-. No sé por qué no pueden decirse que se gustan. Julia vuelve a poner los ojos en blanco y se gira para alcanzar la correa de su bolso. -No sé de qué hablan -gruñe por el esfuerzo de levantar su bolso lleno con sus libros. No puede ver a sus amigas, pero las conoce tan bien que sabe que se han cruzado de brazos y posiblemente hayan puesto los ojos en blanco. Un hábito muy de Reagan que se les ha pegado a todos con el tiempo, especialmente a ella misma. -Ajá, síguete diciendo eso -dice Annie. -Cuando te lo creas tú, quizá lo crean los demás. Julia se gira con la bolsa abrazada contra su pecho. -Qué tal si mejor me ayudan con esto -señala levantando levemente su bolsa de libros- en lugar de indagar en mi situación sentimental y mi relación con mi mejor amiga de la infancia -puntúa con sarcasmo. Annie menea sus cejas sugestivamente. -Si después del verano siguen sin estar juntas, entonces intentaré seducirla -dice seriamente-. He estado pensando mucho en experimentar y Reagan es una buena opción. Es imposible perderse la forma en que el rostro de Julia se ensombrece y como aprieta sus puños fuertemente, pero ninguna dice nada. -Tampoco eres su tipo -dice mordazmente la pelirroja después de un rato. -Soy el tipo de cualquiera -responde Annie desafiante. -Ya lo veremos -replica Julia. Annie suelta una risita y se echa el cabello hacia atrás, haciendo caso omiso a las dagas invisibles que Julia le está lanzando directamente y sin disimular. -Así que juega bien tus cartas, pequeña Hill -continua Annie-. Tienes todo el verano para conquistar a tu amorcito. Julia resopla y da un par de pasos hacia atrás. -Ustedes son muy molestas cuando se lo proponen. Cindy suelta una carcajada y se acerca para dejar caer su mano sobre el hombro de su pelirroja amiga, y da un suave apretón. -Seguro no pareces nada celosa. -No estoy celosa -rechina los dientes. -Dilo cuantas veces quieras, nadie te cree. -¡Argh! -gruñe y se gira pisando fuerte entre el mar de estudiantes que aún se aglomeran por los pasillos de la escuela. Escucha las risas de sus amigas detrás de ella, pero no se gira y acelera el paso para alejarse lo más pronto de ambas. -Oye, camina más despacio rojita -dice la voz burlona de Annie. -No hablaré con ustedes nunca más -responde Julia sin detenerse. -Vamos, Jules -dice Cindy-. Sabes que decimos la verdad. Julia se detiene abruptamente, y sus amigas chocan contra ella. -Oye, da un aviso -dice Annie. -¿Realmente es tan obvio? -pregunta de repente, sin girarse y sin tomar en cuenta la petición de Annie. -¿Qué? -preguntan ambas al mismo tiempo. Julia se gira, pero su rostro esta oculto entre mechones de cabello cobrizo mientras su mirada se enfoca en las puntas de sus zapatos, donde sobresalen sus dedos. Se concentra brevemente en la pintura astillada en las uñas y recuerda que esa tarde irá al salón de belleza junto a su madre. -¿Julia? -llama Cindy, y Julia parpadea levantando la cabeza pero evitando mirarlas directamente. -¿Que siento algo por ella? -pregunta en un hilo de voz sintiendo sus mejillas arder. Se pierde la mirada tierna que Annie y Cindy le dedican. -Por supuesto que es obvio -responde Cindy. -Especialmente cuando estamos tan cerca del verano -acota Annie-. Siempre estás tan emocionada por ese viaje anual que tienen sus familias porque sabes que tendrás a Reagan pegada a tu cadera durante todo el viaje. -Ya sabes, cuidando que nadie se acerque a ti. Pero Julia bufa y parpadea para cubrir la humedad de sus ojos. -Entonces ¿Por qué no dice nada? -pregunta con frustración-. Si para todos es tan lógico, ¿por qué ella no lo ha notado? Quiero decir, yo le coqueteo, ella me coquetea… -Estamos hablando de Reagan Campbell, Julia -dice Cindy con una sonrisa divertida-. Por muy atrevida que pueda llegar a ser, no lo notará hasta que te le lances encima. Digo, es muy inteligente, pero ella es un poco lenta para entender este tipo de cosas. -O tal vez solo me ve como una hermana -añade Julia-. Crecimos juntas y hemos sido mejores amigas desde la cuna, quizá eso es todo. -Definitivamente eso no es todo -añade Annie. Julia le sonríe y suspira. -Me resignaré a pensar que es así -murmura empezando a alejarse lentamente. -Aun tienes todo el verano -recuerda Annie-. Enséñale lo que está perdiendo. -Las veré a ambas a las cinco en mi casa -les advierte con una mirada afilada-. Aún tenemos una fiesta a la que asistir esta noche. Cuando Julia abre la puerta trasera de su auto, Cindy y Annie sacan sus teléfonos y teclean rápidamente. -Definitivamente este es el verano en que lo van a hacer. -Las apuestas empiezan a correr. * Julia cierra la puerta de su auto con un golpe de sus caderas y avanza hasta la puerta del piloto. -Algún plebeyo terminó trayendo tus cosas, o hiciste el trabajo tu sola -pregunta Reagan apareciendo junto a ella, con su casco colgándole del brazo izquierdo. -No se suponía que hablarías con tu entrenador -responde la pelirroja. Reagan le da esa media sonrisa provocadora y alza las manos en señal de paz. -Tuvo un problema familiar -responde-. Al parecer su pequeña hija está deseosa por ser parte del equipo de lucha. -¿Emily? -pregunta con interés. -La misma -responde Regan-. Le hizo una llave a un chico dos años más grande que ella. -Ouch. -Golpeó su sensible orgullo de hombre. -Supongo que debe agradecerte por las lecciones de lucha que le diste a finales del verano pasado. -No quiero atribuirme la gloria, pero estoy orgullosa de esa pequeña mocosa -responde Reagan con una sonrisa egocéntrica-. Su padre piensa lo mismo. -Eres todo un ejemplo. -De hecho, muchos consideran que si lo soy -dice divertida-. Mira, logré que trajeras tus cosas hasta tu auto sin necesitar la ayuda de alguno de esos machos de la escuela, y te salvé ya que seguramente habrían pedido algo a cambio. -Oh, mi caballero de brillante armadura -responde burlona. Los ojos azul acero de Reagan brillan en picardía cuando la miran-. Yo lo habría hecho. Las mejillas de Julia enrojecen y se le traba la lengua. -Bueno -carraspea después de un rato-. Quizá te habría dado lo que me pidieras. Ahora es turno de que las mejillas de Regan enrojezcan, cubriendo su piel de porcelana con un profundo carmín. Sin embargo, eso no le detiene de continuar burlándose de su mejor amiga. -Julia Hill -suspira-, que niña mala. Julia suelta un suspiro y pone los ojos en blanco. -Eres un idiota. Reagan se aleja y suelta una carcajada profunda, pero cuando nota que Julia intenta entrar en el auto enojada, se acerca enseguida y la rodea con sus brazos. -No te enojes conmigo -deja un beso en la coronilla de su cabeza. -Entonces no seas una tonta -responde mordazmente, pero ambas saben que es solo una fachada. -Te compensaré. -Tendrás que hacerlo bien. Reagan se aleja y deja otro beso en su mejilla. -Seguro -responde-. Pide lo que quieras. Julia se detiene con una sonrisa maliciosa apareciendo en su rostro. -¿Lo que quiera? -pregunta, echando una mirada a la Ducati deportiva de su mejor amiga estacionada en la sección de motos. La sonrisa de Reagan disminuye y responde vacilante. -Lo que quieras. -Enséñame a manejar tu moto. Reagan retiene la respiración. -Esa …-puntúa- no es una buena idea. * Definitivamente no fue una buena idea, piensa Julia mientras tambalea encima de la moto en dirección a Reagan. Apenas acelera, pero esta agradecida de no haberse roto ningún hueso. Aun. -Bien -suspira Reagan, sosteniendo con fuerza el manillar de la moto-. Eso no fue tan malo. Julia suelta un suspiro y aleja un mechón de su rostro. -¿Enserio? -pregunta. Reagan se muerde la lengua y niega. -No -responde-. Eso fue muy malo, pero lo importante es que nadie salió lastimado. -Muy graciosa -le gruñe-. Mejor ayúdame a salir de esta trampa mortal que llamas vehículo -suspira-. Es muy pesada. -Oye, se más cariñosa con Prudence -regaña-. Bien, lo primero que debes hacer es bajar el caballete lateral de la moto para que no se caiga -señala-. Así la aparcas. Julia asiente y con un movimiento de su pie izquierdo hace lo que Reagan le dice. -¿Ahora? -pregunta. Reagan suelta una risita. -Ahora te bajas de mi moto -responde. Poniendo los ojos en blanco, Julia se desliza fuera de la moto y tropieza con sus pies. Reagan está detrás de ella enseguida, con sus manos sosteniéndola por la cintura. -Cuidado, reina del baile. Julia se aparta inmediatamente, sintiendo sus mejillas enrojecer. -No te burles. Reagan sonríe y niega. -No sería capaz. -Bien -gruñe-. Eres una idiota -da un par de pasos hacia atrás, empezando a alejarse-. Me iré de aquí y no volveré a hablarte. -Te veré en la fiesta esta noche -responde Reagan-. A menos que no vayas, eso haría enojar mucho a las chicas. Julia se gira y pisa fuerte su camino hasta su auto estacionado a unos metros de distancia. -Estoy empezando la ley del hielo -gruñe en un grito. Cuando abre la puerta, mira en dirección de Reagan y levanta la mano hecha puño y lentamente le muestra su dedo medio. Escucha a su mejor amiga reír fuerte y pone los ojos en blanco, entonces se mete en el auto y pisa fuerte el acelerador. -Perra -murmura, pero una sonrisa se desliza en su rostro y ve por el espejo retrovisor mientras se aleja.
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