En el momento en que Julia despierta de su letargo, siente un brazo pesado rodeándole la cintura. Sus labios se inclinan en una sonrisa perezosa y se apretuja contra su mejor amiga. Reagan la abraza con fuerza, como si no quisiera soltarla, y Julia piensa en lo bien que se siente estar así con sus brazos y piernas enredadas sin saber dónde empieza una y termina la otra.
Suelta un ronroneo y besa la suave piel del cuello de Reagan mientras sus dedos empiezan a jugar con los pelos de su nuca. Se imagina como sería poder inclinarse y besar los labios de Reagan, saboreando su lengua dentro de su boca.
Se reprime, mordisqueando su labio, pero entonces la fantasía de Reagan mordiendo sus labios, bajando a su cuello y lentamente por el resto de su cuerpo, le hace imposible continuar junto a su mejor amiga sin sucumbir a sus más profundos anhelos.
-Te puedo escuchar pensar -murmura Reagan con la voz ronca y los parpados cerrados- ¿Qué planea esa cabecita tuya?
Julia pone los ojos en blanco y se inclina para besar la mejilla de Reagan.
-Muero de hambre.
Lentamente desenvuelven sus extremidades y se miran con sonrisas tontas.
-Creo que va siendo hora de que vayamos por algo de comida -responde Reagan.
-Sin embargo, necesito una ducha antes de todo.
*
Reagan regresa a su habitación para tomar una duchar y cambiarse la ropa antes de ir al comedor y encontrarse con el resto de su familia. Se siente perezoso así que se viste con unos pantalones de chándal y una sencilla camiseta blanca.
Se encuentra con Julia al salir de la habitación y se atora en medio de un suspiro. Lleva el pelo rojo suelto en suaves ondas y viste una falda de jean con un top azul y zapatillas bajas. Se ve tan bonita que parece irreal.
Entonces sus miradas se encuentras y se sonríen.
-Oye -murmura Reagan-. Woow… te ves, realmente hermosa.
Julia se acerca.
-Veo que tienes pocas ganas de salir -señala la ropa de Regan-. Pero realmente sabes lucir tus pantalones de chándal.
Reagan pone los ojos en blanco y se echa a caminar.
-Mejor camina antes de que Matt se termine la comida.
Julia corre y entrelaza sus brazos, apretándose a su costado y posando la cabeza sobre su hombro.
-Eres tan cómoda.
-Te encanta.
Cuando llegan al restaurante, Reagan se deja caer en un asiento junto a Julia mientras esperan a un mesero. Trata con mucha fuerza mantener su mirada sobre su padre, que bromea junto a su mejor amigo, pero sus ojos se desvían a la chica a su lado.
Julia juega con su mano sobre la pierna de Reagan, deslizándola de arriba hacia abajo perezosamente.
Finalmente, el mesero aparece, y Reagan concentra su atención en el menú que le entregan.
-Estoy dispuesta a probar todas las comidas típicas de España durante nuestra estadía -murmura Julia, dando un apretón en el muslo de Reagan.
-Eso suena como un buen plan -le dice Matt al otro lado de la mesa con una sonrisa.
-Creo que también lo intentaré -dice Nicki-. Y empezaré con esta famosa tortilla de patata.
-Si lo lees, no cuenta -reniega Matt.
Reagan y Julia cruzan sus miradas divertidas por la inminente pelea de palabras de ambos hermanos.
-Creo que pediré lo mismo -le murmura Julia al mesero cuando se dirige a ella.
Es un joven bastante atractivo, si le preguntas a Julia. Tiene unos lindos ojos avellana que la miran con bastante atención, como si cada palabra que saliera de los labios de la pelirroja fuera de real importancia. Viste el típico uniforme de mesero, con la camisa blanca, la corbata negra y el delantal en su cintura.
El gafete prensado en su pecho le dice que se llama Izan, y Julia le lanza una sonrisa agradable provocando que sus pálidas mejillas se sonrojen furiosamente por la atención. Balbucea en dirección a los padres de Reagan y la pelirroja se divierte por lo nervioso que lo ha puesto.
No se da cuenta del ceño fruncido de su mejor amiga, hasta que Reagan mueve la pierna con la intención de alejar la mano de Julia.
-¿Todo bien? -pregunta confundida.
-Por supuesto -masculla en respuesta.
Las risitas de Matt y Nicki al otro lado de la mesa llaman su atención del comportamiento hosco de su mejor amiga. Pero ellos le lanzan una mirada burlona y Julia chista en respuesta.
*
Reagan es el primero en levantarse de la mesa.
Los adultos han decidido quedarse a tomar unas copas así que se trasladan al bar, mientras Nicki advierte lo cansada que se siente y decide que volverá a su habitación y dormirá toda la noche hasta el medio día de la mañana siguiente. Matt parece decir lo mismo, pero Reagan no lo escucha porque se despide de todos y se marcha, alejándose con fuertes pisotones y su constante ceño fruncido en su frente.
-Oye, gruñona -escucha la divertida voz de Julia yendo tras ella, pero no se detiene-. Oye, espérame -vuelve a llamar y ahora hacen eco las rápidas pisadas de la pelirroja.
Reagan se detiene frente al ascensor, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón de chándal, y espera.
-¿Limpiaste tus oídos? Te llamé dos veces.
-¿Qué es lo que quieres, Julia? -pregunta en un tono seco que sacude a la pelirroja-. Estoy cansado-da… estoy cansada y quiero volver a mi habitación.
Julia se posa frente a ella, con los brazos cruzados sobre su pecho.
-Pensé que podríamos ver unas películas -murmura-. Ya ves que mis padres se quedarán con los tuyos y Emma no quiere estar sola, así que … -se encoge de hombros- … pensé en llevarla conmigo y ver películas hasta que se quede dormida.
Reagan bufa una risa sarcástica.
-Oh -exhala-, y yo aquí que pensaba que irías a continuar coqueteando con el mesero.
Julia se cruza de brazos y frunce el ceño.
-Es por eso que estás irritante.
-Yo no estoy irritante, tú lo estás.
-Oh, sí. Seguro.
Hay un plin que viene detrás de Julia, y las puertas del ascensor se abren.
-Bien -gruñe Julia-, puedes irte.
Reagan la ve regresar al restaurante, pisando fuerte y apartando furiosa a Matt y Nicki.
-¿Qué hiciste para molestar a Julia? -le gruñe Nicki.
-En serio, hermano -niega Matt-. Esa no es la forma de enamorar a tu crush.
Reagan pone los ojos en blanco y refunfuña mientras se mete en el ascensor. Mala jugada, Campbell se regaña mientras las puertas se cierran y deja caer la cabeza en el frio metal.
*
Cuando tocan a su puerta, Emma ya está profundamente dormida en sus brazos y a los pies de su cama se reproduce El rey León en su computadora portátil. Julia suelta un suspiro cansado mientras se deshace del fuerte agarre de su pequeña hermana, y se desliza fuera de la cama.
Ella es consciente de quien está al otro lado de la puerta, y es por esa razón que se detiene y se cruza de brazos.
¡Knock! ¡Knock!
Dos golpes más en la puerta, pero Julia no hace amago de continuar.
-Vamos, Jules -escucha la voz apagada de Reagan-. Sé que estás despierta.
Julia toma una bocanada de aire y la suelta lentamente.
-¿Qué quieres? -pregunta toscamente-. Pensé que estarías exhausta.
No puede ver a Reagan, pero conoce muy bien a su mejor amiga y sabe que ahora mismo ha puesto los ojos en blanco.
-Solo … solo déjame entrar.
Contra su voluntad, da los últimos pasos que la separan de la puerta y engancha su mano a la manilla. Al otro lado, Reagan le da una mirada arrepentida, pero Julia no se queda mucho tiempo a analizarla y se gira para volver a su cama.
Reagan suspira y entra en la habitación, cerrando la puerta. Se queda de pie y con las manos en los bolsillos mirando a Julia desde una esquina de la cama.
-Puedes sentarte -le gruñe la pelirroja.
-¿Podemos hablar? -pregunta en cambio-, necesito disculparme por ser un idiota allá abajo.
-Tal vez por ser una idiota siempre -murmura en respuesta Julia.
-Si, tienes razón -asiente Reagan-. Parece que últimamente solo te hago enojar -rechina los dientes-, y sé que odias irte a dormir sin arreglar las cosas, así que … -encoge los hombros.
El ceño fruncido de Julia se suaviza lentamente y mordisquea su labio. Es imposible enojarse con Reagan cuando se ve así de pequeña y tímida, eso solo provoca que todo su cuerpo se estremezca.
-Acepto tus disculpas -responde con una sonrisa dulce.
Reagan exhala un suspiro satisfecho.
-Genial, porque das miedo cuando te enojas -murmura mientras rodea la cama-. Eso de los pelirrojos es muy cierto, ¿sabes? Es como si tu cabello se incendiara.
Julia suelta una risita divertida y estira su brazo para atrapar la mano de su mejor amiga y tirar de ella en un abrazo.
-Ven aquí, gruñona.
La rodea con brazos y piernas, apretujándola en el abrazo, y Reagan se queja, pero tiene una sonrisa enorme en su rostro mientras hunde su nariz en el hueco del cuello de su mejor amiga y se deja envolver por su dulce aroma.
-Amo que hagas esto -le murmura cerca del oído y siente el cuerpo de Julia estremecerse-. Pero lo negaré si se lo dices a alguien -le rodea la cintura y la pega a su cuerpo-. No dejaré que arruines mi reputación.
-Oh, mi linda Reagan -responde Julia sonriente mientras juega con mechones castaños-. Tu reputación se arruinó hace mucho, pero no diré nada si eso te hace sentir mejor.
Reagan le besa la mejilla y se acurrucan para continuar viendo lo que queda de película.
*
Cuando Reagan vuelve a su habitación una hora después, se acerca al espejo y se mira atentamente mientras se desviste. Empieza con la camiseta blanca que deja caer al piso de la habitación, seguido de sus pantalones de chándal. Sus ojos se deslizan a través de su reflejo en el espejo y siente ganas de llorar.
Su piel es pálida, como se supone sería la piel de un vampiro si existieran. Tiene un sostén deportivo que cubre sus casi inexistentes pechos, pero el problema no es ese. Reagan regresa su mirada a su propio rostro, a su mandíbula afilada y labios rellenos, a su nariz perfilada y sus ojos tormentosos. Sus facciones casi andrógenos.
Entonces vuelve a deslizar su mirada por su cuerpo y mira fijamente la prenda que cubre su parte más íntima.
Toma una larga bocanada de aire y se muerde el labio inferior con tanta fuerza que termina sangrándole en la boca. Se gira y camina hasta su cama, deslizándose dentro de las sábanas y protegiéndose en ellas como si se tratara de un escudo. Tendrá que encontrar el momento oportuno para hablar con Julia, pero sus ojos brillan como si la decisión ya fuese tomada y no haya forma de que algo le hiciera cambiar de opinión. Ni siquiera el temor de perderla.