Capítulo 8-2

2736 Words

Schomberg hizo un aspaviento, como si no supiera, como si no le importara. Luego cuadró los hombros y frunció el entrecejo sin un destinatario en particular. —Barón sueco…, ¡hum! —continuó el otro, pensativo—. Creo que el jefe tendría en cuenta este asunto, bastante en cuenta, si yo se lo expusiera adecuadamente. Al jefe le gustan los duelos, si quiere llamarlo así. No hay hombre que le aguante en el cuadrilátero. ¿Ha visto jugar al gato y al ratón? Es un bonito espectáculo. Ricardo, con los ojos mórbidos y encendidos y la expresión desafiante, se parecía tanto a un felino, que Schomberg se hubiera alarmado como un ratón si otros sentimientos no fueran ya dueños de su ánimo. —No caben mentiras entre usted y yo —dijo con más firmeza de la que él mismo esperaba. —¿De qué sirven, ahora? L

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