Azalan hizo un puchero y se alejó un poco, ya sabía a dónde iba y no pensaba caer tan fácil, no era como las otras veces, esta vez era su secreto, podía decir que era el secreto más íntimo que tenía y no pensaba decírselo a nadie. — Ririka, estoy bien, deja de actuar como mi madre, y de una vez diles a mis hermanos que no son mis padres. — Azalan... dijo Ririka colocando los puños en sus caderas. — ... estás actuando extraño desde que volviste de la ronda en el pueblo y estamos preocupados, ¿Me dirás qué ocurre? — No. Azalan se dio la vuelta tomó su lobo y se hizo un ovillo en un rincón, no pensaba darles el gusto de decir nada, amaba a sus hermanos y apreciaba mucho a Ririka, pero estaba un poco cansado de que todo el tiempo lo trataran como a un cachorro pequeño. Ririka se s

