Los pobladores de la villa al saber que el mayordomo había regresado de entre los muertos al igual que lo hizo el anciano fueron a hablar con él otra vez.
El anciano escuchó sus palabras y sus razonamientos y tomó una decisión, en contra de su buen juicio dijo:
— He escuchado sus palabras y mi pensamiento no ha cambiado, aquella piedra no es ninguna bendición, es una maldición camuflada, pero seré egoísta y...
El anciano habló ante todos los reunidos, todo aldeano que era dueño de sus actos estuvo presente, el anciano les explicó cómo era su estado, dijo todo sin ocultar nada, y también les dijo sus motivos para su decisión.
Al principio se negó a que otros colocaran su sangre en la piedra pues estaba claro que no sería nada bueno a largo plazo, pero cuando pensó que perdería a su m
