Azalan llegó a su campamento y puso los ojos en blanco al ver el alboroto, no lograba comprender a sus hermanos, cuando se les ocurría le trataban como si fuera un cachorro indefenso y cuando les convenía le trataban como carne de cañón.
Volvió a su forma humana, pero no deshizo su estado fantasma y caminó con mucho sigilo hasta sentarse en el puesto que había ocupado antes de irse, esperó un poco y sin más dijo:
— No creo que sus aullidos funcionen, ya ha pasado un buen rato y nadie ha venido.
Todos voltearon hacia el origen de la voz para no ver nada, Azalan seguía invisible, Ririka puso los ojos en blanco y sus hermanos gruñeron como advertencia, Azalan se hizo visible y se encogió de hombros.
— ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
gruñó Yarim.
— Mmmm... un rato.
— ¿Y no pudiste avi
