El cuerpo de Blaidd era casi humano, sus piernas eran las patas traseras del lobo blanco, sus ojos dorados brillaban en la oscuridad, en sus manos habían dos dagas, dagas de hueso, eran las mismas dagas que Bailu le entregó en su vida anterior. Hilma se las había devuelto con el pretexto de que las mostrara a los Hariva para que lo pudieran reconocer y Blaidd las tomó sin ningún problema y las guardó en su gema serva. Hilma y Burcka habían contenido la respiración el momento en que Blaidd sujetó las dagas, ellas ya sabían que Blaidd no era el Blaidd que ellas conocieron, pero no pudieron tener una chispa de esperanza al pensar que cuando el lycan sujetará las dagas, sus dagas que no permitía que nadie tocara, algún recuerdo volviera a él, pero no ocurrió. Blaidd había tomado las daga

