20

1353 Words
¿Quién Enseña a Quién? Esa tarde, después del revuelo con el directorio, Serena se retiró al pequeño balcón que daba al jardín interno de la villa. La brisa italiana rozaba su rostro mientras tomaba un sorbo de té, intentando recomponerse. No esperaba que Dante apareciera; aún así, sintió su presencia antes de verlo. - No esperaba que te acercaras. - dijo Serena, con un hilo de voz firme, pero con una leve sonrisa que traicionaba su alivio. Dante se apoyó en el marco de la puerta, observándola unos segundos antes de entrar y cerrar detrás de sí. Sus manos, cruzadas frente a él, mostraban una tensión contenida. - No podía ignorar tu ayuda. Me salvaste de los viejos socios de papá. A veces se les olvida que la empresa no incluye mi vida personal. - respondió, su tono serio, pero con una chispa juguetona que solo ella parecía percibir. Sus ojos recorrían cada gesto de Serena, buscando respuestas en su expresión. - Después de como me han recibido… - Serena desvió la mirada hacia el jardín - Quise… ayudar, como tú me ayudaste antes. No podía quedarme de brazos cruzados mientras te presionaban. Yo también he pasado por eso. Dante frunció levemente el ceño, pero una sonrisa fugaz se formó en sus labios. - Siempre supe que no eras una mujer común. – dijo - No muchas se atreverían a irrumpir así frente al directorio diciendo que eres mi esposa y, sin embargo, lo hiciste con elegancia… y descaro. Fue asombroso y refrescante para un día de trabajo. Serena lo miró, sorprendida por la mezcla de sinceridad y orgullo en su voz. - No fue descaro… - replicó, con un ligero rubor - Solo… no quería que me vieras como una niña indefensa, ni quería que nadie te obligara a algo que no querías. Dante avanzó un paso, acercándose, pero sin invadir su espacio. - Te aseguro que ya no te veo como una niña, Serena. Has crecido y eres más fuerte de lo que crees. Solo no has tenido el espacio para abrir las alas y mostrar tu brillo. – susurró con voz grave y la joven percibió su proximidad. - Tienes demasiada confianza… - Tengo buen ojo para descubrir el talento… - No soy como sus pupilos… - su aliento la distrajo y cuando sus labios se curvaron en una sonrisa traviesa ya no supo que decir. - No lo eres… Eres aún más valiosa. - No hice nada del otro mundo… - se justificó. - Para ti no fue importante… Y sin embargo - murmuró, su voz baja y cargada - me desarmaste completamente. No solo delante de todos, sino también a mí. Serena tragó saliva. Su corazón latía con fuerza ¿Qué tenía ese hombre que la afectaba tanto? - No vine a desarmarte… - dijo suavemente – Sólo quería que supieras que no necesitas soportarlo todo solo. Que… puedo estar a tu lado sin que signifique rendirte. - ¿Estar a mi lado? – repitió Dante acercándose un paso y Serena retrocedió otro – Suena interesante… - Bueno, yo…quiero decir… - las palabras salían atropelladas de sus labios dejando a la vista que Dante la estaba afectando más de lo que quería reconocer y eso hizo que el hombre lo disfrutara en silencio – Apoyarte, he pasado por eso… Sé que puede ser duro… Dante inclinó la cabeza, admirando la firmeza en su mirada. - Entonces… ¿Esto significa que me estás enseñando algo sobre ser fuerte, mientras me debilitas al mismo tiempo? - dijo, divertido, pero con un tono que mostraba lo serio que le afectaba. Serena sonrió, un poco tímida, un poco insegura. - Tal vez… Pero solo un poco. No quiero que me veas como un problema… sino como alguien que puede entender lo que estás pasando. Te harás más fuerte al saber que otros han pasado por lo mismo. Dante respiró hondo, dejando que esas palabras calaran hondo. Su mirada no se apartaba de ella y por primera vez en mucho tiempo, no sentía la necesidad de dominar la situación. Solo quería quedarse allí, absorbiendo cada gesto, cada palabra, cada instante que Serena le ofrecía. - ¿Cómo piensas hacerlo, pequeña Serena? – le preguntó. - Bueno… No lo tengo claro, pero algo se me ocurrirá. Tu me ayudaste y te devolveré el favor. - Bien - dijo finalmente, con una mezcla de respeto y desafío antes de dirigirse al interior - Entonces, veremos cómo caminamos juntos… y quién enseña a quién primero. Serena asintió, satisfecha, aunque por dentro su corazón se agitaba: no solo habían sobrevivido al primer choque con el directorio, sino que, de manera inesperada, habían dado un paso hacia algo mucho más complicado… y mucho más real. La Reacción Inesperada La luz del atardecer bañaba la villa, filtrándose por los ventanales del salón principal. Serena estaba sentada frente a una bandeja de té recién servido, mientras contemplaba con calma los titulares impresos que Theo había traído de los periódicos italianos. La noche anterior, los medios habían estallado: “Misteriosa mujer se convierte en la esposa de Dante Moretti”, “El heredero Moretti sorprende a la alta sociedad con su nueva esposa”, decían los titulares, acompañados de fotos borrosas de la terraza y los jardines de la villa. Rafaele se mantenía detrás de Serena, observando con una mezcla de orgullo y diversión. Theo había dispuesto los paquetes de regalos enviados por los directores de la empresa de Dante y Serena los examinaba con cuidado. - No te preocupes, Serena. Kaela aumentó la seguridad de la villa y colocó reconocimiento biométrico para las entradas externas. Nadie que no esté autorizado podrá entrar a la villa. Esos periodistas se aprovecharon de que el ala sur maneja público debido a la fundación y el flujo de maestros y estudiantes que están siendo asesorados o haciendo cursos de especialización. - No pensé que todo se enredaría así cuando fui a la sala de reuniones. Lo siento. - No debes disculparte. – le dijo Rafaele – Esos viejos presionan a Dante por una apuesta que hicimos cuando jóvenes. - ¿? - El primero que case a su hijo recibirá el 1% de las acciones de los otros. Serena se rio. Podría parecer poco, pero considerando las ganancias y proyectos de las empresas Moretti era un buen monto. Y si a eso se le sumaba las que ya tenían podían tener poder de decisión. Antes de que la joven pudiese decir algo, Dante entró en el salón sin avisar, el ceño ligeramente fruncido, pero con la determinación reflejada en cada paso. Serena lo miró y su corazón dio un vuelco. No había preocupación, ni miedo: solo un entendimiento tácito entre ellos. Dante observó el salón que parecía más una exhibición de lujo que un lugar de descanso. Cajas envueltas en cintas de seda, botellas de vino de cosechas privadas, arreglos florales descomunales y hasta obras de arte adornaban cada rincón. Todo enviado por los accionistas y miembros del directorio, como si quisieran congraciarse con la “esposa” que Dante nunca había presentado hasta ayer. - Sei qui sola con estos… Esos hombres están locos… - comenzó, señalando los periódicos y los regalos - Quiero que lo sepas de primera mano: yo no hice esto. El directorio creen que eres mi esposa. … Los medios también. He estado trabajando con mi equipo de relaciones públicas todo el día… Serena levantó una ceja, curiosa, aunque su expresión permanecía serena. - No hay problema. Era algo que podía pasar, aunque no esperaba que la prensa italiana fuera tan rápida como la nuestra. - Los italianos son como gatos curiosos, - explicó Rafaele divertido – no podemos evitarlo. Rafaele y Trevor, incapaces de ocultar la diversión, se cruzaron miradas cómplices. No habían previsto esa jugada del destino y ver a Dante tan sorprendido era un espectáculo raro. - Iremos por más bocadillos. - dijo el hombre arrastrando a Theo hacia la salida. Con ese pretexto poco convincente, se escabulleron hacia el pasillo, pero dejaron la puerta entornada. Lo que viniera, no se lo perderían.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD