Abriendo la puerta de su casa, Jimmy inmediatamente guio a August hacia el sofá de su sala de estar y lo obligó a sentarse antes de desaparecer en su habitación.
—Jimmy, estoy bien —pronunció August observando como el lindo médico volvía con una caja de primeros auxilios entre sus manos.
Sinceramente, los golpes que había alcanzado a recibir no eran tanto como los que él había brindado al idiota desconocido y gracias a su rápida curación como shifters, los hematomas desaparecerían en cuestión de horas.
En ese momento su labio inferior ya había dejado de botar sangre y los hematomas ya estaban pasando a un color entre rojizo y morado, seguramente para mañana en la mañana ya no habría nada.
—Silencio, yo juzgaré eso —gruño dejando la caja sobre la pequeña mesa de centro.
Tomando los gu
