Novicios o novatos.

1804 Words
ELIZABETH CRANWELL —¿En serio haremos esto?—preguntó Tamy. —¿Crees que es responsable dejarlos por ahí mordiendo mortales?—pregunté. —¿Y qué más da? No es nuestro problema, Liza—respondió. —Lo sé, es solo que yo hubiese querido que Vladimir se hiciera cargo de nosotros cuando nos mordió…—respondí. —No puedes cambiar los hechos…—respondió con cautela. —Pero si puedo mejorarlos y no cometer errores—respondí—, Los ayudaré, seguramente no saben ni controlar sus poderes. —Seguramente ni saben que los tienen, ¿Acaso no los viste? ¡Son un chiste! Una burla para la especie—divirtió. —No seas cruel, probablemente así de idiotas nos veíamos cuando éramos novicias—respondí—, Además debemos saber quién los convirtió, puede tratarse de Vlad. —¿Crees que reencarnó y anda mordiendo gente por ahí?—preguntó. —Es probable, su sed de sangre humana es insaciable. Le gusta condenar a las personas, se cree un Dios.—respondí—, Además es mi salvación, ¿Lo recuerdas? —¡Agh! Sé que me arrepentiré, pero ya qué—respondió dándose por vencida, sonreí con satisfacción. Salimos de las habitaciones y fuimos hasta el sótano de nuestro departamento,  los habíamos dejado atados a unas cadenas que Tamy conjuró para que no pudieran romper. Llevábamos bolsas de sangre y unos lentes de sol, cuando eres novicio el sol es una verdadera molestia. Ya después no se siente, esperaba que quien los convirtió no hubiese dejado más víctimas. Abrí las cortinas para tener claridad ya que no había luz. —¡Está loca! Nos quemaremos vivos—gritó uno de ellos, el rubio fanfarrón. —Hace siglos que el sol no es nuestro enemigo, idiota.—respondió Tamy.—, Les molestará un poco los primeros días. —¿Qué nos harán?—preguntó el castaño.—, No nos hagan daño. —Relájate, no les haremos daño.—respondí rodando mis ojos.—, ¿Cómo se convirtieron? ¿Saben quién los convirtió? —Nosotros…estábamos en una fiesta a las afuera de la ciudad, había una chica muy hermosa. Lucia humana, tenía una marca en la muñeca, un tatuaje. Ella nos sedujo a los tres y nos llevó al bosque, de un momento a otro saco sus colmillos y nos mordió.—contó el tercer chico. —, Despertamos asándonos en el sol. No entendíamos nada, hasta que la sed de sangre comenzó. —¿Piensas lo mismo que yo?—preguntó Tamy. —Fue Scarlett, no tengo dudas—respondí.—, ¿Han mordido a alguien? —Pues, estábamos por hacerlo. Pero resultaron ser vampiras.—divirtió el amiguito del chiquitín, si, el rubio.     —Agradécele al destino, porque si no estuvieran muertos—respondió Tamy.—, Si succionan sangre vampírica, mueren.  —¿Y debemos hacer?—preguntó el castaño. —Primero quiero saber sus nombres.—respondí. —Matthew, Andrés y Lyon—presentó el castaño que ahora sabía que se llamaba Matthew, Andrés era el rubio y el pelinegro era Lyon. —Bien, tomen esto, sacien su sed—respondí tendiéndoles una bolsa de sangre a cada uno.—, Tamy liberalos. Tamy chasqueo sus dedos y las cadenas se abrieron, ellos nos miraban con los ojos abiertos de par en par. Me daba risa porque los humanos podíamos ser muy obvios con nuestras expresiones. Tenían miedo y era notorio, no los culpaba mis inicios habían sido por mucho más terribles. —¿De dónde consiguen la sangre?—preguntó Andrés. —De los chicos que matamos ayer—respondió con seriedad Tamy, sus caras nuevamente fueron de terror puro, lo que me hizo soltar una risotada.—, Idiotas, no somos asesinas. Las robamos de los bancos de sangre, no nos gusta cazar. —Entiendo, ¿Debemos volvernos ladrones, entonces?—preguntó con ironía Lyon—, Esa sangre puede servirle a una persona que realmente la necesite. —¿Y qué prefieres? ¿Arrebatarle la vida un mortal por saciarte?—pregunté.—, Ya se sus nombres, me grabé sus rostros. Donde me enteré que han mordido a alguien o hay asesinatos por esta zona. Los torturaré tanto que desearan jamás haber nacido. ¿Queda claro?—inquirí. Lyon y Matthew asintieron con temor, pero el rubio idiota de Andrés bufo. —No eres nuestra madre, ni nuestro jefe. No tenemos por qué seguir tus ordenes—respondió rodando sus ojos.—, Me largo, hasta la vista, locas. Mi sangre hirvió, era tan irritante. Mis ojos brillaron y se tornaron de ese rojo rubí que tanto amaba, porque si los odie por tanto tiempo, que era necesario para mí aprenderlos a amar y aceptar como parte de mí. Su cuerpo empezó a retorcerse, gritaba de dolor, pidiendo piedad. Giré su cuerpo dejándolo en frente de mí nuevamente y mirándolo a los ojos. —¿Disculpa? ¿Qué dijiste que no te escuche?—inquirí mirándolo fijamente,  mis ojos ardían como nunca. Podía sentir su sangre y el miedo que sentía. —¡Pa-para, p-por fa-vor!—exclamó retorciéndose. —¡Señora, por favor deténgase!—pidió Matthew—, Sabemos que es un pesado, pero es nuestro amigo. Cerré mis ojos con fuerza, conteniéndome. Tamy se reía le gustaba verme perder el control. El cuerpo flacucho del rubio cayó al suelo sin fuerzas, había aprovechado la ocasión para tomar parte de su energía. —Espero que les haya quedado claro que así no les guste, van a obedecerme—dije con seriedad.—, ¿verdad chicos? —Sí, señora—respondieron los tres al unísono. —Ponte de pie, Andrés—ordene, haciendo un esfuerzo lo hizo—, No fui quien los convirtió, pero me siento en la obligación de enseñarles como sobrellevar esto. —¿Por qué? ¿Qué más le da a usted?—inquirió el insolente rubio. —Porque cuando fui convertida, mi vida fue una tortura diaria. No tuve a nadie que me guiará—respondí—, Vienen épocas difíciles para ustedes. ¿Tienen familia? —Sí, tengo a mis padres y dos hermanos —respondió Lyon. —Yo tengo solo a mi tía y hermana menor—dijo Andrés. —Y yo solo vivo con mis padres, soy hijo único—respondió Matthew. —Los verán morir uno por uno, mientras ustedes se conservan iguales.—dijo esta vez Tamy, sin tacto. Tal como era ella.—, Bienvenidos al club, de los condenados.  —¿Condenados?—preguntó con intriga el rubio.  —Sí, estamos condenados.—respondí—, En fin, presten atención. —Regla uno, aléjense de sus familiares—enumeró Tamy—, Son peligroso para ellos, en un ataque de ansiedad podrían matarlos. —Regla dos, no le digan a nadie su secreto.—advertí—, No pueden confiarse, aún existen los cazadores. Nos buscan y cazan. —Regla tres, cuando asalten un banco de sangre háganlo por cantidades. Así evitan estar yendo frecuentemente—dijo Tamy.—, No sean idiotas en dejar rastros, cerciórense que no haya cámaras. —Regla cuatro,  antes de tener sexo sacien muy bien su sed.—advertí y los tres se miraban con gracia entre ellos. Rodee los ojos, eran tan hormonales.—, Es enserio, cuando estén en el acto desarrollaran mucha sed. Da placer morder, pero no lo hagan. —¿Y qué sucede si lo hacemos?—preguntó Lyon. —Pueden matarlas, sentirán un éxtasis infinito que no querrán detenerse.—advirtió Tamy—, Recuerden que no pueden levantar sospechas, mientras más bajo puedan mantener su perfil, será mejor para ustedes. —Regla cinco, pero no menos importante. No busquen a quién los convirtió, no puede revertir nada.—advertí porque sé que intentarán buscarla y pedirle que les quite la condena—, Además ella es peligrosa, tengan cuidado. —¿Peligrosa, cómo?—preguntó Matthew, quién era el que se tomaba todo más enserio. —Dejémoslo en muy peligrosa—respondió Tamy.—, Bien, ya saben las principales reglas. Ahora, desarrollaran una especie de don o poder como sea que sus pequeñas mentes comprendan. —¿Y cómo sabremos cuál es?—preguntó Matt. —Todos los vampiros tenemos velocidad, fuerza y destreza.—respondí—, Pero cada uno siempre tendrá un poder distinto, en mi caso como observaron controlo la sangre. Por eso hice retorcer del dolor al amigo del chiquitín.—divertí y todos rieron, menos claro, el rubio. —Entonces, no respondiste mi inquietud.—avisó. —Es fácil saberlo, Scarlett tiene un don en particular. Controla la mente, es probable que desarrollen uno similar.—respondí—, O para su suerte, uno totalmente nuevo. —Sabemos cuál es el suyo—dijo con ironía el rubio, lo cual me hizo esbozar una sonrisa—, ¿Cuál es el de usted?—preguntó a Tamy. —¿Realmente quieres saberlo?—preguntó Tamy con malicia. —Sí, claro. Necesitamos tener un panorama más amplío de lo que podríamos ser capaces de hacer—respondió Lyon, por el rubio. —Tú lo pediste—respondió sonriente, mi joven amiga. Movió su mano creando electricidad, dirigiéndola al rubio. Una descarga pequeña para no dejarlo inconsciente. Lo gracioso de la situación fue verlo caer nuevamente al suelo. —La curiosidad no solo mata al gato, también lo electrocuta—dije con diversión y todos reímos. —¡Eso estuvo épico!—alagó Matthew.—, ¿Los dones pueden repetirse? Es decir, ¿Pueden dos vampiros tener el mismo don? —No, pueden ser similares. Pero nunca iguales.—respondió Tamy.—, Hagamos esto más rápido—dijo con aburrimiento. La conocía, sabía que estaba harta de perder su tiempo con novicios. Se posó en frente de cada uno y volvió sus ojos totalmente blancos, desapareciendo su pupila. Les toco la frente y habló. —Tú tienes puedes leer los pensamientos y emociones.—dijo al rubio, excelente. El don más inútil le toco al más idiota. ¿Coincidencia? No lo creo. Siguió con el siguiente, Matthew—, Tú tienes el don de la clarividencia, puedes predecir el futuro.— no es tan inútil pero si aburrido—, Y finalmente tú, tienes el don de la teletransportación.— sin duda el mejor don de todos, Lyon. —¿Eso es todo? ¿Fui convertido en esto para leer mentes y emociones? ¡Bah!—respondió el rubio con fastidio. —En realidad no me sorprende, tú mente es tan diminuta como tú…amiguito—divertí carcajeándome—, En fin, eso es todo. Fuera de mi vista, novatos.—respondí.
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