Es ella

1423 Words
“Te amo porque no puedo hacer otra cosa contigo. Te he extrañado, te he buscado, te he odiado, he tratado de ignorarte y siempre acabo amándote. Mi mente y mi alma te anhelan, tanto que hasta desconfió de mi sanidad”. Eso era algo que pensaba Renzo mientras tenía un momento de tranquilidad, acababa de terminar una reunión en Brooklyn para el cese de hostilidades con las otras familias que controlaban Nueva York. Sentado aún a la mesa y recargado en el respaldo de aquel sofá semi redondo, con la cabeza colgada hacia atrás y cerrando los ojos para visualizar a su preciosa Stella, «carajo, como la extraño». Ese era su motor, el pensamiento de poder volver a verla, abrazarla, besarla, soñar con lo que haría primero al tenerla de frente. Y ese sería su día de suerte... El sonido de pasos apresurados le indicó a Renzo que alguien se aproximaba, pero no quería abrir los ojos y perder la imagen, además le custodiaban sus hombres, por lo que sería seguro no hacerlo. La respiración agitada estaba frente a él, —¡Hmm! —Jared intento llamar la atención de su jefe, quien con fastidio evidente abrió los ojos y los clavo en su interlocutor, fulminándolo y maldiciéndolo por hacerlo perder la imagen de su amada. —Deja de mirarme así, pronto seré tu persona favorita —declaro Jared, entre burlón y serio. —¡Oh... podría desaparecerte para que aprendan a respetar mi tiempo personal! ¡Habla de una vez! Jared extendió su celular, para mostrarle la pantalla, Renzo entorno los ojos para enfocar aquella imagen. Por lo que para hacerlo más fácil le arrebato el móvil, una serie de fotos que se develaban le genero un hueco en el estómago, allí estaba su esposa, debía ser ella. Renzo volteó a mirar a Jared con la pregunta obvia en su rostro, ¿en verdad era ella? Jared conociéndole, asintió. Pero para él no podía ser ella, la imaginaba siendo mantenida alejada de él a la fuerza contra su voluntad y aquí se veía contenta y disfrutando, no, para mantenerlos separados era necesario una fuerza que pensaba era su cautiverio. Y al ser algo que no esperaba, miles de pensamientos le surgieron, había ido a entregarse a una vida que él nunca quiso y resultaba que ella, su amada, simplemente vivía bien sin él. Jared lo saco del tren de pensamientos que alimentaban su furia —¿qué hacemos, vamos por ella? Renzo lo contemplo, pero su cuerpo, siendo honesto, lo hizo negar con la cabeza, le dolía en el alma, pero... —¡Vamos hombre! Sé cuanto has esperado por este momento. ¿Qué te detiene? Dame unos instantes y llamo unos hombres. —Es que... esto no es lo que debería estar pasando —Renzo no sabía cómo explicar lo decepcionado que estaba, de verla tan normal y hasta podría decir qué feliz. Recargo los codos en la mesa y puso su rostro entre sus manos apesadumbrado, un minuto después azoto la mesa con la palma de la mano y se levantó con un nuevo vigor. —Tengo que averiguar qué sucede —declaró Renzo, por lo que Jared le siguió de cerca para ver si le daba órdenes. Sin más palabras de por medio, ambos se montaron en el Mercedes que siempre llevaba al jefe, solo dos vehículos más le siguieron como era costumbre, para luego pedirles se mantuvieran a una distancia discreta, ya que la mujer estaba en un lugar en el que llamarían la atención de llegar en grupo. Uno de los hoteles del Upper East, de esos en donde solo las personas con cuentas bancarias gordas podían visitar. Allí estaba la mujer en el restaurante de uno de los pisos superiores de aquel imponente edificio, la acompañaban otras dos mujeres que Renzo ni su acompañante podían identificar, esas no eran las compañías que ella solía tener. Ambos hombres estaban sentados en una mesa lejana, pero que les permitía estar al pendiente de su objetivo, así que Renzo no le quitaba la mirada de encima, la estudiaba milímetro a milímetro. Y es que ella estaba cambiada, desde el color de cabello, hasta algunos retoques estéticos, que a Renzo le hicieron formular teorías, todas ellas negativas del porqué su amada Stella desearía alterar su aspecto. Fue inevitable, oscuros sentimientos, así como pensamientos lo invadieron. Justo cuando Stella y sus acompañantes se disponían a salir, ambos hombres ya les seguían, por lo que fue fácil para Renzo darle indicaciones a Jared con tan solo un gesto y sus ojos que enviaron el mensaje de quitarle a los estorbos. Así pues, a la distancia el hombre pacientemente vio cuando ella presionó el botón para llamar el elevador, cuando se escuchó el ¡ding! Stella volteó a ver que las mujeres no aparecían, pero pensó en adelantarse, así que abordo el ascensor. Antes de que se cerraran las puertas, el hombre entro a toda prisa, provocando que ella tuviera que dar un paso hacia atrás para darle espacio, aquello descontrolo a la pobre mujer quien dé prisa —¡oiga, esas no son formas de entrar! —le increpo, a la vez que se reponía. Renzo no perdió oportunidad de asistirla, deteniéndola antes de que terminara en el piso, tomarla de la cintura no estaba en sus planes, pero tampoco se pondría esquicito, bailaría al ritmo del desenvolvimiento de las cosas. La fracción de segundo en que se encontraron sus miradas, él supo que era ella, esos ojos en los que en el pasado se perdía por horas, no los olvidaría jamás, y que decir de la familiaridad de la cercanía. Ahora solo faltaba que le reconociera, pero el reconocimiento nunca llego. La mujer se alejó, Renzo solo pudo decir —¡discúlpame! ¿A qué piso te diriges? —Al lobby —fue su contestación de ella. ¿Cómo era posible que su amada no se tirara a sus brazos? ¿Por qué al tenerla cerca ella reacciono de aquella forma? —¿Nos hemos visto en algún lado? —tiro él para probarla, así que volteo por completo, también quería ver la respuesta no de su boca sino de su rostro. —No, tal vez me confunde con alguien —dijo ella sin dudarlo, y parecía convencida de ello. Renzo, por supuesto dolido ante aquel resultado no deseado, dejó de hacer algún otro intento por entablar una conversación, lo único que le quedó fue guardar silencio y retraerse en su mente. Aquello le permitió observarla a través del panel reluciente frente a él, ella seguía siendo tan bella, ahora incluso más, aunque le parecía innecesario los cambios que su rostro presentaba. Renzo estiró la mano para presionar el botón de uno de los pisos del estacionamiento, interrumpiendo así la apertura de las puertas del ascensor en el lobby donde bajaría Stella. Ella al ir distraída no le dio importancia, pero aquello sería un error que pronto se reprocharía. Al abrirse las puertas, Renzo saco su lado caballeroso —¡después de usted! Y en vez de quedarse y volver al lobby como era su plan, ella descendió, al observar que era el piso donde habían dejado el vehículo en el que llegaron se le hizo buena idea ir a esperar a sus amigas allí. El solo camino hasta su vehículo y se metió sin prestarle atención, pero ya dentro; —¡llámalos y diles que me la traigan, sin escándalos! De esa forma es que aparecieron varios hombres que se aproximaron a Stella desde distintas direcciones, Renzo solo miro desde la distancia. Sus presencias fueron notadas por Stella, quien intento volver a los elevadores, solo que antes de poder llegar uno de los sujetos salió de detrás de una gruesa columna y le asesto un golpe en la nuca. Desmayándola al instante y volviendo su tarea más fácil, así felices tres hombres regresaron al lado de su jefe, uno de ellos cargando a la belleza entre sus brazos. Otro de ellos abrió la puerta y este pudo entregar a la mujer, quien fue colocada en el regazo de Renzo. ❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉ Título original: Te odio mi querido mafioso. Reservados todos los derechos. Sujeto al uso exclusivamente personal y no comercial, limitado a su lectura en las aplicaciones designadas por Starywriting. Ⓒ 2025 by Sandy Co. ❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉❉
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