—¡Hermosa, tan sensual, tan hembra! Me encanta ser el hombre que logra descontrolarte así. El que te hace vibrar hasta olvidar todo—murmuró él, aun disfrutando de los últimos toques en su lengua, mirándola con salvaje lujuria.
Sharon respiraba con dificultad, procurando controlarse.
—Voy a devolverte el favor—sentenció.
—¿Eso es una amenaza?—rio él—. Porque me suena más a promesa.
Ella asintió, dispuesta a tomar el control de la situación. Todavía con el pantalón bajo lo tomó de la camisa y lo giró para colocarlo donde recién había estado ella. Desabotonó su jean y le observó:
—Confío en que seguirás fiel a tu estilo comando.
—Sí, señora—dijo él, mirando como se arrodillaba lentamente y bajaba sus jeans, para luego, sin pensarlo tomaba su masculinidad hinchada y en alerta entre sus m
