—Sí, me hago una idea, amiga. Muchos hombres te miran así, y ni te detienes a considerarlo. ¿Por qué con él? —Te confieso que estoy tan azorada y sorprendida de que un hombre como él se haya molestado en venir por mí y me mire como lo hace. —No deberías. Eres una mujer preciosa, mucho más que cualquiera de esas que estaban anoche, te lo puedo asegurar. Te has acostumbrado a infravalorarte y te has creído el discurso que algunos imbéciles, tu ex incluido y tu jefe actual, te han tirado encima. ¿Te gusta este hombre? —¡Claro que sí! Es impresionante. Es un hombre formidable, atractivo, te juro que por un momento me sentí un pajarillo frente a una serpiente, no en el mal sentido— se corrigió. Sharon la escuchaba mientras tipeaba en su móvil, obviamente buscando hacerse una idea gráfica de

