La mañana de ese día era perfecta, parecía el amanecer de un cuento de Walt Disney, el cielo estaba muy claro y se veía que el sol reinaría por buena parte de la jornada. Se dirigieron al gran comedor para empezar el día con el desayuno. Mary los estaba esperando, al ver llegar a Sebastián y a Noah les hace un gesto para que se acerquen y se sienten con ella, ambos omegas caminan rumbo a la mesa elegida, en una esquina frente a un ventanal. - ¡He amanecido con mucha hambre! - dijo Mary mientras colocaba un panecillo extra a su desayuno- ¿ya les dieron la invitación? -Si, pero bien saben que no me gustan esas cosas -Noah hizo una mueca de desagrado, tomó un poco del jugo de naranja del vaso que tenía en sus manos. -Ay Noah, a veces olvido que eres el alma de la fiesta -dijo Seba

