Noah se levantó esa mañana de muy buen humor, había tenido una tarde genial, el día viernes y los fines de semana eran libres en la escuela, lo único que lo apenaba, era que su abuela no estaría en la mansión familiar y por ello no iría a visitarla, Sebastián lo observaba en la habitación que compartían, ya que el primero se había quedado viendo una pelusa flotando en el aire, sonriendo a la nada, perdido en sus pensamientos, además de eso notaba en sus ojos verdes un brillo especial. Se sentó en la cama como indio con las piernas cruzadas, su amigo ni cuenta de que era observado con tanta atención, ambos aún en pijama, no se animaban a entrar a la ducha para salir al desayuno. - Recién podemos sentarnos a charlar -rompió el silencio, haciendo volver a su amigo a la realidad, la voz de

