MÁXIMO MARCHETTI FIORE

2381 Words
NARRA MÁXIMO —Cielo, ya voy a recoger a los chicos del jardín de infantes. — escuché que me dijo mi esposa Lena, entrando en el estudio. —Está bien, tesoro. — ella se acercó a mí y me dio un beso en mis labios. —Ti amo amore mio. — me dijo y caminamos hasta la entrada. —¡Lena! ¿Vas al jardín de niños? — pregunta mi hermano mayor Pietro detrás de nosotros. En sus brazos viene la pequeña Madeleine de apenas 5 meses. —Si, Ruth te pidió ir por Enzo de nuevo, ¿no es así? — le pregunta ella con la ceja alzada y las manos en la cintura. Sonrío pues mi hermano, es un brutal para los negocios y un sanguinario cuando tiene que serlo. Eso hace que verlo haciendo pucheros y tomando a la pequeña en brazos sea tan gracioso. Son etapas que no creí ver en él. Hasta que llegó Ruth, su esposa desde hace 5 años. —Deja de reírte, que tú te veías igual hace unos años con Leo y Milo. — me regaña mi esposa y es que sí. Hace 6 años junto con Ruth llegó Lena su hermana gemela. No son gemelas idénticas, pero sí de personalidades muy similares. Mi Lena es amor puro, un alma muy dulce, servicial al igual que mi cuñada. Ruth es aún más sensible y en este momento está lidiando con su depresión postparto. —Está bien, ya no me río. — dije rindiéndome. —Vamos, de paso te muestro cuál es su salón y conoces a su maestra. — le dice mi Lena este se lo piensa, pero al final encoge sus hombros. —Creo que tú ganas, tienes razón, nunca me he interesado en esas cosas. ¿La maestra es linda? — pregunta el muy imbécil. Se ganó un codazo en el estómago por parte de mi esposa. Quien estaba tomando en brazos a Madeleine. —Si es muy linda, una señora de casi el doble de tu edad. — le comenta ella y este sonríe pícaramente. —A mí me gustan mayores y menores, flacas y gordas, bajitas o altas. — Lena lo miro mal. —Deja de decir estupideces frente a la niña. Ten un poco más de respeto por tu hija y mi hermana. — le dijo mi Lena y hasta yo me sorprendo de como se lo dijo. Esperé que mi hermano se molestara, al final del día él era el jefe de la mafia y siempre había sido un hombre rudo y muy temperamental. —Sonaste igual a tu hermana. Vamos que mi hijo es muy impaciente. — se limitó a decirle. —Iremos en mi camioneta, hice que instalaran la silla de auto de Mad en él. — comenta, tomó con cuidado a la bebé. —Adiós, tío Max. Por fin me sacaron de estas cuatro paredes. — Dice Pietro moviendo la manita de mi pequeña sobrina haciéndola reír. —Adiós cariño. — le respondí, así mi hermano y Madeleine salieron de la casa. Lena se acercó a mí. —Tesoro, sabes que Pietro no es un hombre al que le puedes hablar así. Eres su cuñada y sé que él te tiene mucho aprecio, no vuelvas a hacer lo que hiciste. Porque todo puede terminar muy mal. — le digo tomando su mano ella bajó su mirada hacia estas. —Tienes razón, ando un poquito alterada. Cuando venga te cuento el porqué. — me dice nuevamente acercándose a mis labios y alejándose rápidamente. —Dímelo. — le dije tomando su mano deteniéndola. —No es nada malo mi amor, es algo muy bueno. Se que, aunque me altere, te gustará lo que te voy a decir. Ya vengo mi amor. Ti amo. — La traje hasta a mí y le di un beso un poco más largo, apasionado. —Yo también te amo, tanto que sin ti yo me muero. — confesé y ella se rio, besó mi mejilla y salió. Caminé hasta la puerta, me quedé hasta verla subirse dentro de la camioneta y luego volví a las labores de las empresas. Pietro se encarga de lo del bajo mundo y yo me encargaba de hacer funcionar la compañía de transporte marítimo y terrestre más grande del país. Misma que se utilizaba para el negocio oscuro. Por más que quise y quiero ser una persona correcta, sin tener que estar involucrado en algo como esto, no puedo. No pude elegir donde nací. Nací dentro de una mafia, me crie dentro de ella. Perdí a mi madre cuando tenía 10 años, tras un atentado que le hicieron a nuestro padre, Don Mario Marchetti. Mi hermano Pilo, apenas era un niño de 3 años. Ahora a la edad de 28 años siento que he encontrado la plenitud y la felicidad que creí perdida cuando perdí a mi madre. Tengo una esposa, dos hermosos gemelos que son la luz de mis ojos. Ellos me han hecho olvidar el proceso que viví desde mi adolescencia. Don Mario aprovechó la ausencia de nuestra madre para formarnos como personas sin corazón, para que tomar un arma en nuestras manos no nos tiemble el pulso. Sin mencionar que no se le debe tener miedo a nada ni nadie y tienes que estar preparado para toda ocasión, especialmente para el peligro. Las almas que ya se encargó de poner sobre nuestra espalda a una edad muy corta. Trabajé un rato más hasta que ya el dolor en mi cuello se hizo algo molesto. Me levanté de la silla y miré la hora. Ya había pasado hora y media y no volvían. Posiblemente llevaron a los niños a tomar un helado, fue lo primero que pensé. Hasta que una sensación de vacío golpeó mi pecho. Tomé mi teléfono y llamé a Pietro, sin recibir respuesta. Hice lo mismo con el teléfono de Lena. Llamé al de su seguridad y tampoco hubo respuesta. Salí de mi oficina y miré a varios de los hombres que cuidaban la casa hablar afuera. —¿Qué sucede? — pregunté y ellos solo me vieron con algo que identifiqué como lastima. Mi corazón se agitó ante la posibilidad de malas noticias. Mi teléfono sonó y rápidamente lo saqué de mi bolsillo. Mi corazón se calmó al momento de mirar que era el número de Lena. —Tesoro, — contesté y hubo un silencio. Se escuchaban las sirenas del otro lado del teléfono, que comenzó a temblar en mi mano. —Señor Máximo. Le habla el policía Nicolas Ambrosetti. No tengo buenas noticias para usted. La camioneta donde viajaban dos adultos y 4 menores fue atacada, lamento decirle que solo hay un sobreviviente. —Sentí que la tierra se abría bajo mis pies, un frío recorrió todo mi cuerpo y mi corazón dolía al partirse en miles de pedazos. Un dolor muy fuerte se estableció en mi pecho, el aire no llegaba a mis pulmones. Al punto de que mis piernas me fallaron haciéndome caer de rodillas al concreto. —¿Quién? —fue lo único que logré preguntar al sentir como si algo se había quedado en medio de mi garganta. El dolor en mi pecho no hacía más que incrementar. —La pequeña bebé que iba en el auto. Ella fue la única sobreviviente. — tiré el teléfono en el suelo. Donde también tuve que poner mis manos para sostenerme. No podía creer que esto me estaba pasando. No, no ahora que estábamos tan feliz. Ahora que por fin me sentía como un hombre normal. —¡¡Nooooooo!! —grité dándole golpes al suelo. —Máximo, ¿Que sucede? ¿Qué te pasa? —escuché a Ruth desde la puerta. No pude responderle, las palabras no salieron de mi boca. —Por favor dime que no les ha pasado nada —pidió suplicante. Yo me reincorporé y la abracé. —No puedo mentirte, no con esto. Se han ido, solo Madeleine ha sobrevivido. —Ella se separa de mí de golpe. —¡No juegues con eso Máximo! —Me grita molesta. Luego se queda viendo mi rostro el cual ya está lleno de lágrimas. —No, no, no, no. Me estas mintiendo. ¡NOOO! No pueden haber muerto, ¡No! Por favor dime que estás bromeando conmigo. — me pide y eso solo incrementa más mi dolor. —¡He perdido a mi familia! ¡Cómo podría estarte mintiendo con algo así! — le grité y sentí como si un hierro ardiendo se clavara en mi corazón. Ante la sola mención de esas palabras. Mis palabras parecen afectar más al punto que se desmayó en mis brazos. La llevé a su habitación y le pedí a Celia la ama de llaves que llamara un médico para ella. Yo tenía que ver con mis propios ojos si esto era una realidad o una ficción que mi cabeza está maquinando. —Llévame. — fue lo único que le dije a Ovidio, el encargado de la seguridad de la casa. Llegamos hasta donde había sido el accidente. Mi corazón se detuvo al ver las pequeñas bolsas con los cuerpos de mis hijos y mi sobrino dentro del carro de medicina forense. Caminé hacia un lado del auto y vi que estaban colocando a Pietro dentro de una de ellas. Busqué el cuerpo de mi esposa y no lo pude encontrar. Levanté mi mirada y miré el estado de las camionetas. Una había sido sacada por completo de la vía, con evidencia de disparos por todos lados. Donde viajaba mi familia se encontraba volcada también con disparos. Apreté mis puños y una lagrima de impotencia bajó por mi mejilla al imaginarme los últimos momentos de angustia que vivieron mi esposa, mis hijos, mi hermano y sobrino. —Señor, su padre se encuentra con la niña en el hospital. — me dice Ovidio haciendo que salga de mi aturdimiento. —¿El cuerpo de mi esposa? — pregunté hacia el policía a un lado de Ovidio. —La señora tenía pulso cuando fue sacada del auto, pero murió minutos después. Fue llevada al hospital junto con la bebé. — dice y recuerdo que Mad está en el hospital. Miro hacia atrás y ya están introduciendo a Pietro dentro del auto de medicina legal. No podía creer todo esto, no podía asimilar nada. —Llévame donde está mi esposa y mi sobrina. — dije caminando de nuevo hacia el auto. Ovidio me obedeció y minutos después ya estaba en el hospital. Fui hasta la sala donde tenían el cuerpo inerte de mi esposa. La impresión de ver su rostro lastimado de esa manera fue mucho para mí. Cerré mis ojos al mejor imaginarla cuando hace unas horas me decía te amo con una gran sonrisa. Cerrando mis ojos tome su mano una última vez. —Lo siento mucho cariño. Perdóname por no haber podido estar ahí y protegerlos. Te amo y te amaré siempre. Prometo vengar esto que les han hecho sin importar las consecuencias. Daré hasta mi vida para que los culpables paguen por esto. Te lo juro mi tesoro, espero pronto poder reunirme con ustedes. — dije dejando un beso en su mano. Salí de la habitación, limpié mis lágrimas. Caminé hasta pediatría donde tenían a mi sobrina. Mi padre estaba ahí y podía ver que sus ojos estaban rojos, lo cual me sorprendió, nunca había visto a él don llorando. Ni siquiera cuando murió mi madre. —Lo siento mucho hijo. — se limitó en decirme poniendo su mano en mi hombro. —¿Quiénes fueron? — pregunté viéndolo a los ojos. —Tenemos a 1 de ellos y confesó que fue enviado por la mafia roja. Alexander Kovikova es su líder, su orden era matar a tu hermano Pietro. No pensaban que dentro de su camioneta iban niños. — dijo y la ira recorrió todo mi cuerpo. Ese hombre ha sido la némesis de Pietro desde que este tomó el poder de la mafia. —El detalle es, padre. Que no se imagina con quien se metió, Pietro no pudo ponerle un alto cuando debió hacerlo. Ahora lo haré yo y créeme que no me temblará el pulso para hacerle lo mismo que me ha hecho a mí y a Pietro. Como tu una vez dijiste, ojo por ojo y pariente por pariente. — dije apretando mis dientes al ver desde el otro lado del cristal los golpes en la cara de mi pequeña sobrina. El tiempo fue pasando, el dolor y el vacío no se llenaban cuando me notificaban de las muertes en circunstancias extrañas de los miembros de la familia de Alexander. Ni siquiera su propia muerte me hizo sentir satisfecho. Eso no me devolvía a mi esposa, mi hermano y a los pequeños que inundaban de luz esta casa. La agonía fue mucho peor días después de sus muertes. Descubrí que Lena estaba embarazada de 5 semanas al momento de su muerte, recuerdo que a eso se refería cuando me dijo que tenía algo que decirme esa misma tarde. 2 semanas después mi cuñada tomó la decisión de quitarse la vida. Entre la depresión que ya la aquejaba, la muerte de su esposo, su hijo, su hermana y sus sobrinos fue mucho para ella. Se fue dejándole una carta pidiéndole perdón a su hija por no poder quedarse a cuidarla. Alegando que solo la llenaría de más dolor al tener que lidiar a su madre de esa manera. Ahora Madeleine era lo único que tenía de todos ellos y me encargaría que ella estuviera lejos de toda esta vida de mierda que nos tocó vivir. Con mi padre hicimos creer que ella también había fallecido, ante los medios y pagamos a todos los funcionarios del hospital para que atestiguaran lo mismo. Desde ese momento el Máximo sensible, amable, amoroso, atento. Se fue en cada ataúd que enterré y deba paso al máximo frio, arrogante, prepotente y más temido. Porque todos sabían que detrás de cada muerte entre los miembros principales del líder de la mafia roja estaba Maximo Marchetti Fiore. ------------------------------------- Bienvenidos a Mafioso de mi Corazón... ¿Que les pareció este primer capitulo? --------------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2304194085811
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