1-. El pasado no se olvida.

1361 Words
La vida se trata de aprender y entender el equilibrio exacto entre lo bueno y  lo malo, que nos sucede día a día, a través del tiempo. El pasado se puede superar pero jamás olvidar, hay personas que aman recordarlo, otras solo quisiéramos borrarlo de raíz. Pero eso resulta imposible, por lo que solo nos queda aceptarlo e intentar superarlo. Quisiera devolver el tiempo a cuando todo marchaba mejor, cuando la empresa de mi padre estaba en el ápice del éxito, tenia una empresa de perfumes, creaba las mejores fragancias a nivel mundial. Cuando era una niña feliz, alegre, que veía la vida con ojos de colores e inocencia, la cual me fue brutalmente arrancada a los 8 años por la persona de la que menos lo esperaba.  De la empresa de mi padre aprendí que los sentimientos, objetos, situaciones y lugares tienen su propio olor. Tan sencillo como el olor del café recién hecho por las mañanas que hacia mi madre, el olor a menta y tabaco que impregnaba la ropa del abuelo, el rocío y olor a tierra mojada del jardín de mi abuelita que limpiaba con tanto amor. Otros olores no son tan amenos o no traen tan buenos recuerdos, como lo  es en mi caso el olor del alcohol, mas específicamente del whisky. Aborrecía ese olor de una manera descomunal, me traía un mar de recuerdos que me hacían estremecer, aquel abuso de parte del ser que debía protegerme pero en realidad me daño mas que nadie.  Así que si, los olores tienen un poder especial en cada uno de nosotros, para bien o para mal, siempre están allí presentes. El olor a lluvia siempre será mi favorito. El olor del hogar  el cual debería ser el mas preciado por todos, para mi es una pesadilla entera, quisiera no tener que regresar allí jamás pero el solo hecho de no tener donde pasar la noche, me hace sentir escalofríos, el pensar lo que podría pasarme si tan solo me quedo una noche en la calle sola, que podría repetirse lo de aquella vez, me abruma. —¡Hola Del!—saludo mi castaña amiga y compañera de trabajo, Mónica. —Hola, Moni—le respondo.—, ¿Qué hay de nuevo? —Nada lo mismo de siempre.—responde con desgano.—, ¿Y tu?        —Lo mismo que tu.—dije con el mismo desgano. La jornada laboral comenzó con la misma rapidez de todos los días, trabajaba en una cafetería como mesera, que atendía las 24h, así que tenia turnos rotativos de 8h y a veces de 12h para ganar dinero extra. Llevaba un año de haberme graduado del instituto, pero no pude estudiar en la universidad debido a la falta de dinero. Así que para poder mantenerme me tocaba trabajar a diario.    —Buenos días, ¿Qué les gustaría ordenar?—le pregunto a los señores de tercera edad, mientras me piden sus hotcakes, con miel y banana. Su café con crema y leche, su fruta picada y yogurt. Después de  llevarles el pedido completo a su mesa, atendí las demás mesas y ayude un poco a la cocinera la cual es mi amiga Moni, con la limpieza y los platos sucios. Tiempo después ya eran casi las 2 de la tarde, tome mi descanso y almuerzo.  —¡Del, te toca una mesa nueva!—grita Moni. —¡Ya voy!—grito devuelta mientras camino en busca de mi delantal y libreta. Veo la mesa del fondo, son 3 personas, un chico bastante alto rubio y blanco, con muchos tatuajes. Otro es igualmente rubio, blanco pero sin tatuajes, la otra es una chica bastante bonita, diría que es modelo,  la misma tez, por lo que podrían ser hermanos.  —Buenas tardes, ¿Ya les gustaría ordenar? —Привет добрый день—responde el chico, alto. Mi cara se desencaja al escuchar esa rara lengua, ¿Qué idioma es? Los 3 se ríen al ver  mi expresión al no entender nada, ruedo los ojos sin que se den cuenta. —Disculpa al tonto de mi hermano, a veces no se sabe comportar.—Dice entonces la chica.—, Yo quiero un combo de hotcakes, con café con crema y vainilla.         Asiento mientras anoto en mi libreta, mientras ella mira a su hermano que sigue con esa expresión burlona.  —Yo quiero una hamburguesa con doble queso y tocino.—dice el chico mas bajito.—, Ah y una coca cola bien helada. —Я хочу хот-дог с апельсиновым соком.—repite el chico mas alto, ruedo los ojos con imprudencia, mientras el solo ríe. —Discúlpalo otra vez, a veces es mas idiota de lo normal—, dice con fastidio la chica nuevamente.— Dice que quiere un Hot dog, con un jugo de naranja. Asiento, anoto y me retiro, que tipo tan pesado. Muchas veces he atendido a personas extranjeras, pero esa lengua desconozco, podría ser de tipo europeo. Le paso el pedido a moni y me voy a trapear el baño, luego lavo mis manos y les paso el pedido a la mesa. —Большое спасибо—dice el chico y vuelve a reírse. Bufo internamente.  —Gracias, ten—dice la chica ofreciéndome un billete de 10 euros, como propina. Le agradezco y me retiro de la mesa, vuelvo a la cocina a ayudar a Moni, mientras pienso en que ya casi es hora de volver a mi pesadilla. Atiendo nueve mesas mas y mi turno termina. Me quito el uniforme, lo guardo en mi casillero y me visto con mi ropa. Saco mi cartera y mi celular. Guardo todo y me voy a la parada  del autobús.  Me quedo a dos cuadras de donde vivo para mi desgracia, entro y cierro la puerta. Subo a mi habitación y paso por la de mis padres. Mi madre esta hablando sola, mientras hace señales con sus manos indescifrables. Lo mismo de hace tiempo, desde que comenzó a tomar esos medicamentos tan fuertes siempre vive alucinando. Sigo mi camino hasta mi habitación y me recuesto en mi cama hasta quedarme dormida.                                                                                                 ****       Me despierto escuchando gritos de mi padre, en la planta de abajo. Me asomo por las escaleras y escucho. —Roberts, Roberts. Los días siguen pasando y tu atrasando.—Escucho una voz bastante viril,  ¿Quiénes son? ¿Por que lo buscan de nuevo? ¿Acaso debe dinero otra vez?—, El jefe se esta hartando de tu lentitud para pagarle lo que le corresponde, así que muy pronto perderás lo único que te queda.  —No por favor, solo necesito un par de días mas.—dice Javier, mi padre—, Ya estoy juntando el dinero, solo me falta poco mas de la mitad, lo juro, lo juro. Me esta yendo bien en las cartas. —No me pagan por perder el tiempo escuchando tonterías, mi jefe quiere su dinero y lo quiere ya.—Advierte el otro tipo, uno mas musculoso.  El otro le da un rápido golpe en el abdomen, seguido de uno en la entrepierna y finalmente uno en la cara. Cierro mis ojos con fuerza, pues ya estoy acostumbrada a ello. Javier es un hombre adicto, al alcohol y las apuestas, perdió la empresa de sus sueños en una apuesta de casino, luego perdió los autos.  Tiempo después perdió el dinero que mi madre ahorro para mi universidad, luego los ahorros de la vida de ellos dos, hasta que perdió absolutamente todo. Menos la casa. La cual no me sorprende que haya apostado y ahora esos tipos quieran, ¿Y si la perdió? seria el fin de esta asquerosa familia. Regreso a mi habitación y me recuesto nuevamente, mi puerta la cual siempre dejo con cerrojo es tocada.  —¿Qué quieres, Roberts?—grito con desprecio. Ni loca le abriría la puerta. —Deli, necesito dinero.—dice con tono fingido de cariño. —¡No me vuelvas a decir así jamás!—le grito con asco.— No pienso darte ni un euro. —Pues entonces te quedaras en la calle, nos quedaremos en la calle, porque ya no tengo nada que pueda perder, solo esta  antigua casa.—dice con desprecio mientras escucho como llora. Suspiro y vuelvo a recostarme, miro al techo en busca de alguna respuesta. Si hasta ahora no me ido a vivir sola, es porque necesito ahorrar mucho dinero para estudiar. Pero ¿y ahora que hago? La vida parece ponerse dura cada vez que pienso que todo podría mejorar...                   
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