Encuentro Inesperado

1348 Words
— ¿Se siente bien señora?— le dijo el joven ejecutivo. Ella lo miró y le sonrió con coquetería, no no se sentía bien, el mundo en su cabeza daba vueltas sin control, sus piernas y pies estaban torpes, estaba pasada de copas, el hombre la agarró justo en el momento, en que el suelo se acercaba a su cara. Ella nuevamente volteo a mirarlo y dijo: — ¡Oye, tú si que eres guapo! ¡Mmmm y qué brazos tan fuertes!; ¡A...abrázame, mi amor! La voz de ella era pastosa y torpe, él le sonrió todo socarrón y meneó su cabeza, había incredulidad en la mirada del hombre. — ¡Señora, déjeme ayudarla!— dijo él contrariado— ¡Me parece que bebió demasiado licor! — ¡Yo estoy bien! ¡N...no estoy borracha!— dijo Eleanor, arrastrando las palabras— ¡So...solo fue..fueron, u...unas cuantas copitas! — ¡Venga, venga! Yo le ayudo a llegar a su auto— dijo el hombre abrazándola por la cintura. —¡Oh, no me...me suel...sueltes mi...mi amor! ¡Hu...hueles tan rico!— dijo ella besando el cuello de él— ¡ Me gustas mucho; ¿A...a dónde me llevas? ¿A.. a tu cama?— preguntó con picardía Eleanor. — ¡Ojalá pudiera! Pero usted no está bien— le dijo él siguiendo el juego pícaro de ella. — ¿Y quién te lo impide?— exclamó ella— ¡ Yo quiero ir contigo y que me hagas el amor bien rico, mi amor! — ¿Ve? ¡Está pasada de copas!— dijo él triste— porque usted, en su sano juicio jamás me ha mirado, mucho menos saludarme. — Bueno, — dijo ella con un gesto en sus labios— Ahora no solo te saludo, te beso y además quiero tener sexo contigo, ¿Entiendes, mi amor?— dijo ofreciendo sus labios entreabiertos. —¡Por favor señora!— dijo él comenzando a incomodarse La sensualidad de la boca entreabierta de ella empezó a hacer mella en su masculinidad, haciendo que su virilidad reaccionara. Se sintió algo incómodo y a la vez deseoso de probar esos labios que lo invitaban a perderse en un mundo prohibido para él. Diane Mccartney, era para este hombre, una estrella distante, imposible de alcanzar, era tan arrogante, pero tan femenina y sensual, implacable, pero tan astuta y endiabladamente bella. Desde que él había llegado a la empresa, hacía ya un año para sustituir a su abuelo, a primera vista se había enamorado de ella, la admiraba, y también, la deseaba como mujer, aún sabiendo que jamás sería suya. Ahora, por increíble que pareciera y como ironía del destino, allí estaba ella, suplicando que la besara, que le hiciera el amor; «¡Oh Dios » pensó, «ésto no pinta nada bien», pero ella seguía suplicando por un beso. Entonces la fortaleza de él cedió «al diablo con mis remilgos» pensó, tomó lo que se le ofrecía y la besó con ansias y pasión, ella inmediatamente se relajó, disfrutando de la divina caricia de los labios de él, que la llevaron hasta el cielo. — ¡Oh cariño, que rico besas!— dijo cuando él terminó el beso— ¡Quiero más! — ¡No!— exclamó él— ¡ésto no está nada bien, no voy a aprovecharme de usted en ese estado, vamos la llevaré a su casa! —¡No!— exclamó ella también!— ¡Quiero ser tu mujer y que me beses rico, como ahora! Él la tomó por la cintura para llevarla, pero ella empezó a llorar sin control y ésto lo desarmó por completo, ella se colgó de su cuello y le suplicó. — ¡No me lleves a casa, por favor!— sollozaba— ¡Hazme el amor, por favor! El hombre la abrazó con ternura y en un gesto protector le dió besos en su rostro, ella se aferró a él, su cuerpo era tan hermoso, él empezó a recorrerlo y ella empezó a quitarse la ropa como desesperada, el reaccionó con las caricias de ella y como sedientos el uno del otro, disfrutaba cada roce que ella daba a su cuerpo deseoso. — No se si te das cuenta, que estamos en una fiesta— dijo él, tratandola con confianza, mientras besaba sus labios con ardor. — Lo sé, pero acá no va a venir nadie— dijo mirando el rostro del hombre con ojos velados por el deseo— pasa la llave por favor. Él la soltó por breves instantes y obediente, fue e hizo lo que ella exigía, nuevamente volvió a tomarla entre sus brazos, continuando con el beso, tocando sus pechos, acariciando cada zona del cuerpo de ella; mientras el beso se hacía más y más profundo. La colocó en el sofá y se puso sobre ella, ésta vez besaba su torso desnudo y con su lengua besaba con ansias sus pechos, dispuestos para sus caricias sensuales y eróticas. Los gemidos de ella hicieron el resto del trabajo, su erección estaba al límite y bajó con sus labios hasta su entrepiernas, saboreando así los jugos que derramaba su cavidad íntima. Con su lengua dibujó caminos de placer alrededor del clítoris de ella, que estaba divinamente endurecido, él lo tomó con sus labios, succionando rico, arrancando gemidos de la garganta de ella, quién arqueaba sus caderas para disfrutar de la caricia más plenamente. Luego, colocó la cabeza de su m*****o viril en su tibia y mojada cavidad, introduciendo hasta el fondo; empezó una divina cabalgata al vaivén de las caderas de ambos, con fuerza y ritmo; así estuvieron un buen rato hasta que los dos explotaron en un gemido maravilloso de placer, por haber alcanzado un clímax de un orgasmo divino. Quedó él sobre ella, disfrutando de aquel momento mágico, que jamás ni en sus más locos sueños, pensó que viviría, así estuvo por algunos minutos, se levantó poco a poco para darse cuenta que ella se había quedado, profundamente dormida. Le secó sus partes íntimas, la vistió y la mujer siguió sin enterarse, él se asomó al salón, allí todos estaban disfrutando de la fiesta, se dirigió a la parte trasera y sin que nadie los viera, la sacó, cargándola y llevándola hasta el auto. La llevó hasta la casa de él y la puso en una de las habitaciones, dirigiéndose él, hasta su habitación. Al día siguiente, ella se despertó desorientada, con un dolor de cabeza terrible; ¿Dónde estaba? Recorrió la habitación con su mirada sin poder reconocer el lugar, ¿Que diablos había pasado? Empezó poco a poco a tener algunos recuerdos. «¡Oh por Dios!» pensó, de un salto salió de la cama, «por lo menos no estaba desnuda» pensó, pero «¿Donde estaba? » « ¿Y el hombre que la había besado? «estaba en la casa de ese hombre, no tenía dudas, tenía que ser así» Abrió la puerta lentamente y se asomó, la casa estaba hermosamente decorada en su interior, salió de la habitación e inmediatamente se acercó una chica que no supo de dónde salió y dijo: — ¿La señora desea el desayuno? Ella la miró sorprendida y movió su cabeza negando. — ¡Necesito salir de acá!— exclamó— ¿Y saber dónde estoy? — ¡Buenos días!— escuchó una voz masculina a un costado. «¿De dónde salían las personas en ésta casa?» pensó ella, giró sorprendida al ver al hombre de la voz. «¡Allí estaba él, era el hombre del beso» pensó; aunque sintió enrojecerse,. su rostro permaneció impávido, sin expresión alguna. — Buenos días— respondió— ¿Estoy en tu casa?— preguntó ella, para que no se le notará lo contrariada que estaba. — Si, es mi casa— respondió él— anoche no supe dónde llevarla señora Mccartney y opté por traerla hasta acá, me disculpo, pero inmediatamente la puedo llevar o pedir un taxi. — ¡Un taxi, por favor!— exigió ella— ¡Y gracias!
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