Un café espumoso.

1376 Words
Delaylah. Los días siguieron pasando y mi mente estaba más nublada que nunca, tenía las dudas carcomiéndome la cabeza. Debí haber escuchado a la rubia del aeropuerto, pude resolver alguna de mis incógnitas y no lo hice por cobarde. Ahora tenía más preguntas y ninguna respuesta. Evadía el tema intentando concentrarme en el trabajo, buscaba ocuparme de cualquier manera. Había buscado un segundo trabajo que podía hacer igual desde casa, llevando la contaduría de una empresa de extintores. Me gustaba mucho el tema matemático, pero estaba desarrollando un gusto inexplicable por la química.  Así que comencé a estudiarla de poco en poco, sentía una extraña sensación de “dejavú”. Pero me gustaba, faltaba poco para mi siguiente control mensual y estaba muy nerviosa. Me daba pánico que algo estuviera fuera de lo rutinario o común, cada día que pasaba me hacía sentir más viva que nunca. Por otro lado me gustaba ir a los controles porque escuchaba su corazón latir, era un melodioso sonido que me transmitía paz y amor. Termine de corregir los artículos de la sección “primavera” y amé los diseños que lanzaría la diseñadora Jessica Lawne. Era todo un boom, admire un vestido azul con muchas flores. Me gustaba pero era obvio que no me quedaría nunca, opte por adelantar un poco los controles diarios de los egresos de la empresa de extintores. Debía acabar el control semanal para enviarlo a logística. Además de pasar mi reporte final, tenía bastante por hacer. Pero mi mente solo creaba escenarios de una pareja feliz con aquel castaño de tatuajes de la fotografía, mi “Dom”. Me gustaba imaginar que sí era real, que si me había enamorado y era feliz antes de perderlo todo. Mi teléfono anunció un mensaje nuevo, por lo que lo tomé y como si hubiese escuchado mis pensamientos, era él. *Dominic* 10:42am: Hola preciosa, ¿Qué tal estas? No pretendía contestarle, le había pedido tiempo y el insistía en acosarme. Que mi traicionera mente lo visualizara como el padre perfecto para mi bebé y mi posible más grande amor, no quería decir que no siguiera desconfiando de él. Habían muchas cosas que no encajaban, ¿Por qué no me busco en dos meses que estuve sola? Porque ese cuentito del psicólogo es tan falso como mis uñas acrílicas. ¿Cómo sabe que estoy embarazada? ¿Cómo sé que ese cuentito del gps es real y no me estaba siguiendo? Ya había chequeado mi brazalete por todos lados, no había rastro alguno de algo tecnológico. Por otro lado su voz me transmitía confianza, me hablaba de una manera muy cariñosa y melosa. ¡Pero qué cosas estoy diciendo! ¡Debe ser un embaucador! Probablemente fue mi novio, terminamos y como se enteró de mi “accidente” de pérdida de memoria quiso regresar. ¿A qué sirvo para ser guionista en la rosa de Guadalupe? Me inventó unas películas buenísimas, pero este no es el tema. Quizá estoy siendo dramática y un poco paranoica, pero desde que paso todo aquello en mi antigua casa en París, vivo con el constante miedo de ser encontrada por esos hombres. Y siento que ningún lugar es seguro,  siento que me vigilan y están al acecho. *Dominic* 10:51am: Acéptame el café, prometo llevar más pruebas de todo. Lo juro. *Yo* 10:52am: ¿Tienes una hermana rubia? *Dominic* 10:52am: ¿A qué se debe esa pregunta? No te comprendo. *Dominic* 10:53am: Pero si te hace sentir más segura, sí, si tengo. Solo que es teñida, no es natural. *emoji* Leído. Así quedo el mensaje, leído y mi mente procesándolo todo. La rubia que recordé y que vi en el aeropuerto era natural, era muy notorio y obvio, sin contar que su bebe era súper blanco, rubio y tenía acento extranjero, ¿Si no era ella su hermana, entonces quién era? *yo* 11:02am: ¿Tú hermana tiene un hijo? *Dominic* 11:05am: No. ¿Acaso esta información te ayuda? Leído. Eso era más que suficiente para hacerme dudar aún más, por alguna extraña razón no me fiaba. Aquella chica del aeropuerto me inspiraba confianza y tranquilidad, era muy serena. Claro que no la escuche por la paranoia que traía luego de huir de mi ciudad, saber que estoy embarazada y no sé quién es el padre. ¿Cómo podía saber si él era realmente el padre de mi hijo? Para una prueba adn debía esperar a su nacimiento. Tendría que sacarme esa incertidumbre de mi cabeza, aceptaría verlo. Pero en un lugar conocido para mí y con muchas personas de testigo. *Yo* 11:15am: Te espero hoy a las 17h en el oranges-club. *Dominic* 11:15am: Perfecto, estaré allí puntual. Gracias hermosa, cuídate hasta entonces. *emoji sonriente* Sentí un enorme vacío en mi pecho, la sensación de nervios estaba ahí. Esas extrañas cosquillas que sientes cuando vas a conocer a alguien por primera vez y cuando estas por llegar a una cita, me sentía como una adolescente. Mi lado negativo no dejaba de advertirme que podría ser una trampa, que podría ser parte de los matones de Paris, pero una parte de mí muy diminuta, tenía la esperanza de que fuera quien dice ser y que logrará recordarlo. Sentir lo que es tener un apoyo, pero sobretodo ser protegida y cuidada. A veces el peso de la soledad me podía, a pesar que me daba ánimos diciendo que soy fuerte y valiente, esa necesidad de sentirme acompañada y querida me llenaban el pecho de angustia, ansiedad y estrés. Me enderece en mi silla de escritorio y me distraje escribiendo, debía dejar todos mis pendientes resueltos para poder tomarme el tiempo de buscar algo cómodo para la salida. Claro que tampoco era como que buscara impresionarlo, pero nunca se sabe la primera impresión es importante. Luego de por fin terminar mis reportes y enviar todo por correo, coloque la tina a llenarse. Mientras le rociaba esencias y le esparcía pétalos de rosas. Me gustaba consentirme cada dos días con un merecedor y muy relajante baño en tina. Mientras estaba sumergida aproveche a darle una leída a dos capítulos de mi libro favorito, “Drácula”. Termine saliendo y vistiéndome con unas sandalias sin tacón, un vestido tobillero de flores y recogiendo mi cabello en un moño alto. Faltaba poco más para las cuatro y media de la tarde, por lo que ya era hora de irme. Me daba un poco de pánico salir sola y más al encuentro de un extraño, sin embargo me arme de valor y tome un taxi. Cuando estaba por bajar me percaté que él ya se encontraba esperándome, vestía un jean oscuro y una camiseta negra que dejaba ver sus brazos llenos de tatuajes. Usaba lentes de vista y llevaba en su hombro una chaqueta oscura también. Parecía una especie de “badboy” que lejos de brindarme confianza, hacía que mis vellos se pusieran de punta. Baje con sumo cuidado y al verme vino en mi búsqueda, tomando mi brazo muy amablemente. —Has venido, creí que me dejarías plantado—divirtió. No respondí, solo le seguí el paso hasta entrar al café que había escogido. Nos sentamos en una mesa cercana a una ventana y muy céntrica, lo que me daba seguridad. Ordenamos un café espumoso y un cupcake, la verdad no se me apetecía nada más.   —Amelie, estás tan hermosa como siempre—dijo de repente. —Gracias, quisiera hacerte un cumplido. Pero no viene uno a mi mente.—respondí sincera como siempre. —¿No has logrado recordar…nada?—preguntó siendo tan cuidadoso y astuto como un gato. —No, ¿Hay algo que te preocupa que pueda recordar?—pregunté. —No para nada, solo quisiera que me recordarás—respondió poco convencido. —No he logrado recordar mucho, perdona pero no siento ni una chispa de familiaridad contigo—dictamine.—, ¿Es raro, no? Debería sentir lo que sentí con la rubia. —¿Cuál rubia, cariño?—preguntó sorprendido. —Una que conocí y me reconoció.—respondí quitándole importancia. —¿Te reconoció?—preguntó preocupado. —Si dijo ser mi mejor amiga.—respondí. —¡Ah, seguro hablas de Camile!—respondió con alivio.            
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