Episodio 4

687 Words
Mi familia pertenece al los dioses de la mente. No recuerdo mucho de ellos. Pero sé que no son buenas personas. Se supone que cuando nacemos los dioses debemos manifestar nuestro poder a los tres años de edad. Y si no era así eras desterrado fuera del territorio de los dioses. Fueron pocos los casos pero los había. Yo no recuerdo mucho de mi niñez, pero sé que no fui feliz. Lo poco que recuerdo es a un padre autoritario y controlador. Una madre desapegada y fría y dos hermanos mezquinos. También recuerdo varias ocasiones en las que mis hermanos se burlaban de mi por mis poderes. Me insultaban e incluso me golpeaban. Aunque no todo fue malo, también recuerdo a alguien muy preciado para mí. Se llamaba Agatha, era mi nana. Pasaba la mayor parte del tiempo cuidando de mi. Era mi confidente cuando me sentía sola y triste. Siempre que podía escapar de mis clases la seguía hasta la cocina. Ella me enseñó a preparar ricos postres y deliciosas comidas. Siempre que estaba triste ella decía. “ No hay mejor cura para la tristeza que la cocina” Eran momentos muy agradables junto a ella. Agatha era una mujer de avanzada edad, tenía una mirada gentil y hermosa. Ella había cuidado a mi padre antes que a mí o a mis hermanos, por eso ellos le tenían un gran respeto. No recuerdo que fue de ella cuando me marche, pero espero que se encuentre bien. Mi último recuerdo con mi familia fue en mi fiesta de compromiso. Fue una recepción majestuosa, yo acaba de cumplir 18 años y me presentaron al que sería mi futuro marido. Aunque no recuerdo su rostro, sé que era un hombre siniestro y vicioso. Siempre me miraba de una forma lujuriosa y oscura. Después de nuestro baile de presentación me pido ir al jardín para refrescarnos del ambiente de la fiesta. Esa noche intento tocarme inadecuadamente pero conseguí escapar de él. Corrí hacia mi familia en busca de protección pero solo recibí desprecio. Las palabras de mi padre aún residen en mis oídos. “ Como su futura esposa tu deber es hacerle feliz” “Vuelve y hazle feliz” Bajo su mirada de desprecio caí al suelo impotente. Lloré de dolor y suplique compasión. Pero solo recibí burlas de mis hermanos e indiferencia de mi madre. Así que decidí huir. Corrí con todas mis fuerzas hasta salir del territorio. En cuanto salí del territorio de los dioses llegue a la zona neutral. Es el país que se fundó después de que los humanos abandonaran nuestro territorio y perdiéramos la guerra con los Nobles. Era un lugar muy diferente a lo que yo estaba acostumbrada. A lo largo de los años los humanos habían desarrollado su propia ciencia e industria. Ver su progreso me dejó asombrada, siempre pensé que serían seres inferiores. Ver su cultura y como habían conseguido coexistir entre ellos era increíble. También pude conocer de cerca a los Nobles, esos monstruos que nos hicieron encerrarnos en nuestro territorio. No eran tan diferentes a nosotros. Al igual que los dioses ellos también permanecieron en su territorio. Su apariencia era igual a la de un humano, no tenía cuernos ni garras como nos hacían creer. Es más, si no fuera por Nicolás nunca hubiera experimentado lo que es estar cerca de ellos. Si mi familia supiera que me casé con un noble seguramente se volvería loca. Por suerte para mí, ellos nunca me buscaron. Aunque me dolía su indiferencia, ahora deseo que nunca vuelvan. Se supone que Nicolás y yo somos enemigos, pero me enamore de él. Aunque tengo miedo que descubra que soy un dios. Con ayuda del inibidor he podido ocultar mis poderes a Nicolás, pero no quisiera mentirle más. No sé cuál sería su reacción pero espero que no me odie demasiado. Cuando me establecí con los humanos empecé a trabajar como ellos y me adapte muy rápido a la vida humana. Cree un restaurante gracias a los conocimientos que aprendí de mi nana. Y en honor a ella le puse su nombre “ Agatha”
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