Los segundos se convertían en minutos y los minutos se hacían eternos, la rodilla de Nick no dejaba de temblar y sus manos no paraban de sudar. En medio de tantos nobles la incomodidad se hacía más que presente, las miradas de los camareros y de algunos guardias no dejaban de clavarse en Nick. Él llevaba una pinta desaliñada, solo llevaba un pantalón n***o y una camiseta medio desabrochada y remangada hasta los codos. Un pelo despeinado y unos ojos hinchados, como si hubiera llorado durante horas. Estaba fuera de todos los estándares de la nobleza, se hacía más que evidente que no era un viajero habitual de la zona amarilla.
Por fin la hora de salida llegó, era el momento de ir hacia el hangar. Para llegar allí tenía que pasar una pequeña inspección donde se le requería su billete y el se
