Capítulo cuarenta y dos
Nunca antes se me hubiese ocurrido buscar en el puerto, pero después de lo que me di cuenta, de lo que me contaron, vine en esta dirección y aquí me encuentro.
Rodeada de un cartel entero quienes me buscan a mí y a Carlos para matarnos por descubrir las vueltas en las que andan, y todos se preguntarán, ¿y es que en ese puerto no hay guardias que vigilan eso veinticuatro siete? Y la respuesta que puedo dar es; sí, los hay, pero hasta estos están metidos en la coladera haciendo que nos correteen a nosotros para que todo lo de ellos no se vaya a la fregada, además, tengo que añadir que, la persona que traje conmigo al momento de que se entero de que lo podrían matar, de que se podría morir en esto no ha hecho más que darme su arma y llorarme aferrándose a mis piern
