Capítulo 8

1727 Words
Aitana Hice una pequeña mueca con la mejillas sonrojadas, delatando la vergüenza que me provocaba tener que hacerle una pequeña confesión a la persona que en un futuro debía ver estos vídeos. —Cuando un Evenson pasaba cerca tuyo, era casi imposible no voltear, como si tuvieran un imán que te atrae a ellos... Imagínate lo que eran los tres juntos. Mi mundo se detuvo por completo al ver a dos de los tres chicos que me salvaron pasando por el portón principal de la entrada a la escuela, portando el respectivo uniforme y las miradas de varios alumnos encima suyo. Ambos tenían el cabello n***o ébano, casi la misma tonalidad de piel y sus expresiones serias delataban ese parecido familiar que los unía. Sin embargo, desde el color de ojos, la forma de caminar e incluso sus actitudes eran todo lo contrario; lo hacían ver sin la necesidad de hablar. —El de ojos verdes es Hayden y el de los azules, Valerio. —comentó Eleanor—. Hayden es más grande, va en nuestro mismo año, mientras Valerio es un año más chico. La miré con algo de confusión por aquella información que acababa de compartir. —¿Los conoces? La mirada como si yo acabara de preguntarle qué color de bragas estaba usando y ella fuera una chica reservada, me causó hasta gracia. —Oh, no, no, no. Ellos tienen grupos de amigos exclusivos por separado, pero de los más populares. —contó haciendo una mueca—. Lo que te dije es solo algo superficial que todos saben. Asentí con la cabeza, mientras mi mirada se encontraba siguiendo disimuladamente a esos dos chicos. No se parecían en nada a aquellos que me salvaron en el callejón aquella noche, aunque he de admitir que a lo que menos le presté atención fue a su apariencia física. Tampoco podía indagar muchos en lo que eran sus vidas, o Eleanor quizá sospecharía de algo que no quiero que nadie además de ellos sepa. Solo me di cuenta de que debía agradecerles personalmente dada la casualidad de que estamos en la misma escuela. Salvaron el resto de mi vida, eso no era poco. —También falta uno de ellos, el más grande, Hero. Pero él entró a la universidad y era el más reservado, así que no es tan importante. —musitó y luego se encogió de hombros. Es cierto, faltaba uno de ellos. Recuerdo que Hayden fue quien golpeó al fan maniático, Hero se encargó de revisar que siguiera con vida y de Valerio no tengo idea... ¿Acaso fue el que me abrazó? Mi vista estaba algo borrosa entonces, al igual que no escuché bien la voz de aquel hermano. —Parecen... agradables. —respondí por fin. —Si tú lo dices. Justo en ese momento se oyó una irritante campana que por poco me deja sorda y provocó una mueca irritable en mi rostro. La hija de mi jefe se encontraba igual o peor que yo. —Eso significa que ya empieza la primera clase. Te enseñaré toda la escuela en el receso, ¿sí? —Está bien, Nor, te veré en el receso entonces. Antes tengo que pasar por la secretaría a buscar mi horario. —Si quieres puedo llevarte hasta allá. —No, mejor no llegues tarde a tu clase. Tranquila, estaré bien. Nos vemos después. —me despedí moviendo la mano. Me encaminé al interior del edificio antes de que todos empezaran a empujarse para llegar a sus respectivos salones y terminara toda magullada o algo peor. En definitiva esto le ganaba al exterior del edificio. Las paredes eran de un color gris hermoso que parecía recién pintado, con enormes filas de casilleros azul oscuro contrastando y llamativos carteles de colores con diferentes eventos pegados en las paredes. Además de puertas de madera con números que conducían a los salones de clases, los cuales sólo miré de reojo para llevarme la sorpresa al estar en el mío. Me dejé llevar tanto por la curiosidad de ver todo que no me di cuenta de cuando una puerta con la palabra "Secretaría" en ella ya se encontraba frente a mis ojos y tras tocar dos veces, me permitieron pasar. En el interior se encontraba una mujer de un treinta y tantos, muy hermosa a mi parecer, que estaba sentada frente a un computador antiguo con los ojos enfocados en su trabajo. —Buenos días. Soy Aitana Cruz, vengo por mi cronograma de clases. —hablé con cortesía. La mujer por fin levantó la mirada, quedando sorprendida unos segundos al analizar mi rostro antes de ponerse a rebuscar entre algunas carpetas sin responder a mi pedido y al fin pareció encontrar lo que tanto buscaba: un papel, que seguido me entregó. —E-Estos son sus horarios... señorita. Un gusto tenerla en nuestra escuela. —murmuró con una sonrisa amable, que correspondí. —A mí también me alegra venir aquí. Muchas gracias. Cuando me di vuelta para salir, hizo un carraspeo con la garganta por el que volteé la cabeza sin entender ese llamado de atención. Claro, hasta que noté en su mano una libreta abierta en una hoja en blanco y un bolígrafo en la otra. —Disculpe la molesta, pero ¿le importaría firmar por favor un autógrafo para mi sobrina Chloe? Es una gran fan suya, señorita Lennox. —pidió con emoción. Solté una leve risa, asintiendo con la cabeza y agarrando la libreta que me extendió para escribir un "Con cariño para Chloe, de Aitana♡". Al finalizar, le devolví su bolígrafo. —Muchísimas gracias, Chloe se pondrá muy feliz. —De nada, qué lindo de su parte. Ahora sí debo irme. —Claro, no le quito más tiempo. Que tenga un lindo primer día y búsqueme para lo que necesite. —Lo haré, gracias. Tras esa pequeña charla, finalmente fui en busca del salón que me correspondería por el resto del año. Supuse que todos ya estarían en sus clases cuando no vi ni un alma en los pasillos. Me tocaba el salón número 25, por lo que decía el papel y al estar al final del pasillo—que terminaba en la puerta 12— subí unas escaleras que me llevaban al piso de arriba donde sí encontré el mío. La primera clase era historia según el cronograma. Al estar parada frente a ella, me permití cerrar los ojos un momento, escuchando atentamente los sonidos provenientes del interior, y al abrirlos ya me encontraba con la mano apoyada en la madera, que toqué dos veces como hice con anterioridad en la secretaría. De ella salió un hombre adulto de porte relajado pero severo, que dejó ver asombro en sus ojos marrones al verme ahí, casi como si yo fuera un fantasma. —Supongo que usted es la señorita Cruz. —dijo, cruzándose de brazos. —Así es, señor. Aitana Cruz, un placer conocerlo, y lamento llegar tarde. —respondí haciendo una pequeña mueca. —Porque es el primer día, no lo tomaré en cuenta. Ahora pase, por favor. En cuanto se hizo a un lado, caminé con mis piernas levemente temblorosas hasta estar en el interior del salón de clases. Todas las miradas fueron a parar en mi persona, cosa que me puse peor que la primera vez que pisé un escenario. —Alumnos, reciban con amabilidad a nuestra nueva compañera, Aitana Cruz. Algunos de los nombrados tenían grandes sonrisas en el rostro, otros parecían nerviosos como la secretaría y unos pocos no parecían sorprendidos por mi presencia. Entre ellos, el que más destacó fue el tal Hayden——que identifiqué por los ojos verdes—, manteniéndose al margen de mi llegada. —Un gusto conocerlos a todos. —saludé, manteniendo mi nerviosismo. —Siéntese en la mesa vacía del fondo. Obedecí la orden del profesor, yendo a la mesa vacía de la fila de enmedio y en la silla derecha dejé mi mochila, comenzando a sacar dos de las tres cosas que había preparado para traer. —Muy bien, como les estaba comentando antes, hablaremos acerca de cómo nos manejaremos en las clases. —empezó a contar el profesor. —Un gusto tenerte con nosotros, Aitana. Mi cabeza se dio vuelta hacia donde escuché esa voz que me hablaba. Era una chica sentada en la mesa de mi lado izquierdo, que me observaba con algo de emoción contenida. Casualmente, al lado suyo se encontraba el hermano Evenson que, por lo que supuse, tenía mi misma edad. —Soy Leila Woods, por cierto. —se presentó. Woods era una marca muy conocida de comida saludable en la ciudad, así que creí que ello tenía alguna relación con la chica a mi lado. La mayoría en esta escuela tienen alguna influencia poderosa en Estados Unidos que los llevó a tener el dinero de sobra para pagar las carísimas cuotas de estas instalaciones de gran prestigio. —Mucho gusto, Leila. Bueno, como ya sabes, soy Aitana. —correspondí al saludo queriendo ser amable. Me gustaría tener aunque sea dos amigas aquí. Una ya era Eleanor, otra quizá Kathie si es que me la cruzo seguido —ya que vamos a diferentes salones pero al mismo año— y una más no le haría daño a nadie. Leila parecía bastante agradable, sin embargo, el chico a su lado no. —Dile algo, Hayden. —oí que le reprochaba al recién nombrado y después volteó a verme—. Lo siento, es muy temprano y mi novio es algo callado a estas horas. ¿Novio? —No tienes por qué... —Mucho gusto en conocerte, Aitana Lennox... Espero que podamos seguir ser amigos. Esa voz, esos ojos... La mirada que me lanzó con tanto desdén pero curiosidad a la vez, manteniendo la misma expresión ruda que nunca tuvo intención de quitar y con un doble sentido en sus palabra que, muy claramente, pude entender. Solo que su novia no. Me mordí el labio inferior, negando con la cabeza por los recuerdos de aquellas viejas épocas que tan lejanas las siento cuando pienso en ellas. Como si se tratara de siglos y no de años. —Pude haber caído y todo lo que quieras... pero adivina quién terminó con su novia no mucho tiempo después. —comenté con malicia—. Esa es otra buena historia para contar...
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